En una famosa escena de El chavo del 8, varios alumnos llegan por la mañana al salón del profesor Jirafales y dejan sobre su escritorio una jugosa manzana. Ese no es el único ejemplo: en 1939, Bing Crosby y Connie Boswell cantaban "An Apple for the Teacher" (Una manzana para el maestro) y sobre la fortuna que esta fruta llevaría al salón de clases.
Durante muchos años hemos relacionado a los maestros con las manzanas, pero ¿en qué momento surgió esta conexión entre ellos y de cuál es su origen?
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Existen un par de teorías:
La primera está basada en el relato bíblico de Adán y Eva. Como se sabe, ella come el fruto prohibido del Árbol de la sabiduría, retratado comúnmente como un manzano. Por extensión, la manzana es el fruto del conocimiento, virtud que, por supuesto, atribuimos también a los profesores.
Otra posible explicación está en la historia de Estados Unidos. De acuerdo con la revista Smithsonian, hace años, particularmente en la frontera occidental de ese país donde había poblados pequeños y remotos, "las familias con niños en edad escolar eran responsables de alojar y hospedar a los maestros".
Debido al tamaño de estos poblados, era una tradición que los estudiantes también acudieran a la escuela en fin de semana para ayudar a limpiarla. En ese momento, dar al profesor una manzana era considerada como una dulce muestra de agradecimiento para alguien que tenía que lidiar con más de 50 alumnos.
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