La pandemia por covid-19 nos exigió mantener una sana distancia, situación que llevó a Juan Carlos Henríquez al análisis y realización de la pieza transitable Metro y medio. La instalación es un laberinto translúcido en el que dos personas, cada una accediendo por caminos diferentes, se encuentran al recorrerlos. Al quedar enfrentados, tienen como resultado diversas emociones.
“Esto nos dio la pista en qué se tenía que transformar esta instalación y ahí fue donde el equipo abrió la posibilidad de darle acceso a artistas escénicos, no tanto para que se use como escenografía sino que vivieran esa experiencia y sobre ella pudieran elaborar, desde su sensibilidad, una propuesta escénica. Así nació La casa de Ariadna”, explica Henríquez, coordinador del Centro de Exploración y Pensamiento Crítico (CEX) de la Universidad Iberoamericana.
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La trilogía dancística La casa de Ariadna será escenificada en el auditorio Caja Negra del CEX los viernes a las 20:00 y los sábados a las 19:00 horas, del 2 de junio al 8 de julio.
Este resultado fue una labor que inició de manera individual con tres obras existentes: Coincidencias, Rastros y La búsqueda, piezas dirigidas por Patricia Gutiérrez, Adriana Bautista y Erika Méndez, respectivamente.
“Se seleccionaron tres que se presentaron una larga temporada cada una de ellas y ahora están en un experimento de hibridación de las tres dramaturgias, de las tres propuestas, en un solo punto, no como tres piezas separadas sino como tres planos de realidad confluyente”, agrega Lorena Abrahamsohn, coordinadora general y ensamble escénico del CEX.
Un solo camino
Uno de los cinco integrantes de La casa de Ariadna es el actor Roberto Sosa, quien describe el espacio como “sumamente sensorial y provocador, tanto para transitarlo como para intervenirlo. Patricia Gutiérrez fue el motor y la generadora de la idea. Propuso, a partir de ‘No se culpe a nadie’, un cuento de Julio Cortázar, hacer la elaboración de la intervención de este espacio a partir de un ejercicio coreográfico”.
Sobre esta parte del montaje, “mi personaje se mete en las mangas de un suéter y no encuentra la salida. Encontramos en esto una analogía maravillosa acerca de los laberintos en los cuales el ser humano se pierde dentro de sus pensamientos, ideas y realidades dentro de sus propias mangas. Este espacio no se usó como escenografía sino que se interviene, se readapta, se reinventa para crear algo por contar”.
¿Cómo dialogan estas tres piezas para conformar una?, Abrahamsohn señala que es “la intervención física y conceptual a la pieza Metro y medio y el mito de Ariadna”. De ahí el juego de palabras que da origen a la obra: La casa de Ariadna.
La otra pieza escénica que se conjunta en la historia es la de Erika Méndez con La búsqueda, un texto que habla sobre Teseo y el Minotauro, “cuando Teseo va a buscar al Minotauro, y cuando lo topa no lo puede matar porque se da cuenta de que es él mismo”.
Finalmente, en Rastros, de Adriana Bautista, “también nos ceñimos temáticamente al mito del Minotauro, porque siempre es una fuente inagotable de reinterpretación, de inspiración; entonces fue un proceso que hicimos de manera muy intuitiva, partiendo de lo sugerente que era el espacio”.
La casa de Ariadna se presenta en el Centro de Exploración y Pensamiento Crítico (CEX) de forma gratuita pero con cupo limitado a 30 personas, por lo que se recomienda reservar a través de este enlace.
PCL