La primera vez que Jorge Luis Borges (1899-1986) visitó nuestro país fue en diciembre de 1973 y no esperaba que alguien lo conociera en México, sin embargo, al bajar del avión, una multitud lo esperaba.
Jorge Francisco Isidoro Luis Borges nació en Buenos Aires, Argentina, el 24 de agosto de 1899. Es uno de los escritores más universales, ha influido en diferentes generaciones al grado de que su estilo se llama borgiano.
En entrevista con MILENIO, Rafael Olea Franco, habla de Borges en México: un permanente diálogo literario (El Colegio de México), en el que habla del escritor y su relación con mexicanos como Juan José Arreola, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco y Octavio Paz.
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¿Qué significa Borges para los autores mexicanos?
Lo ubico en la década de 1940. En Guadalajara están Arreola, Rulfo y Antonio Alatorre que forman el primer grupo de borgistas, y otro en Ciudad de México con Xavier Villaurrutia, Jaime Torres Bodet y algunos jóvenes como Octavio Paz y José Luis Martínez. En 1943, Villaurrutia escribió tres notitas sobre Borges donde destacó lo que significaba ese tipo de literatura en un momento en que, en México, la literatura estaba dominada por tendencias de carácter realista, derivadas de la narrativa de la Revolución Mexicana. Él dice que la literatura de Borges es como un aire refrescante porque es una obra que él llama de “imaginación”, donde las cosas se están representando no a partir de una intención de carácter realista sino con la imaginación.
¿Borges cambió todo?
Sí implicó una renovación, pero no fue que se reprodujera como un ciclón donde llegó la literatura de Borges y todo cambió, no. Fue por etapas, escritores y por grupos. En 1964 se publica el número especial de la Revista mexicana de literatura que en su portada marca su intención: “¿Quién es Borges?” Borges, quien había recibido en 1961 el Premio Formentor junto con Samuel Beckett pero todavía no era conocido en el amplio público solo en el jet set de la cultura.
¿Cómo fue su primera visita a México?
Después (del 64) y sobre todo en la década del 70, Jorge Luis Borges empezó a estar disponible en las librerías y de ahí para adelante se hizo muy conocido, al grado de que era más famoso que algunos deportistas. Entonces, en 1973, cuando llegó México, él se sorprendió de que hubiera tanta gente esperándolo a la bajada del avión, pero ya tenía gran cantidad de seguidores y se produjo ese cambio que coincidió también, por supuesto, con el hecho de que ciertos sectores artísticos en México veían agotada esa etapa de la novela indigenista o proletaria; la literatura de Borges era distinta.
El argentino visitó nuestro país en tres ocasiones, la primera en 1973 para recibir el recibir el Premio Internacional Alfonso Reyes. Visitó a Juan Rulfo y paseó en Teotihuacán. La foto de portada del libro es de Paulina Lavista durante esa visita. El escritor volvió en 1978 y 1981.
¿Qué va a descubrir el lector de Borges en este libro?
Una de las cosas es el intentar leer a muchos de nuestros escritores en esa relación con Borges porque a veces no lo detectamos. Para decirlo de manera sucinta: Borges está presente en la literatura mexicana y en nuestra cultura. Sabemos de esos primeros autores de los que hablo en el libro y también en los más recientes escritores y escritoras. Cuando empezamos a fijarnos, nos damos cuenta de que está muy presente, de que ahí está su huella.
¿Sigue siendo una gran influencia?
En Argentina hicieron un estudio sobre este tema entre los escritores jóvenes y uno de ellos dijo que ya no era una influencia directa como de padre a hijo sino como de abuelo a nieto porque la estaban recibiendo por otros autores que eran más jóvenes que Borges. Yo sospecho que lo mismo está sucediendo ahora, puede haber escritores que tengan la influencia de Borges vía José Emilio Pacheco por su influencia y eso demostraría la vigencia. Lo importante es que, mientras un autor sea discutido, seguido e imitado, el autor existe.
En Borges en México: un permanente diálogo literario se relata una serie de diferencias con Octavio Paz, también la admiración que tenían Juan José Arreola y Juan Rulfo por él, así como una ardua investigación e historias sobre su trayectoria.
Sobre "Instantes", un poema atribuido por error a Borges. ¿Qué nos cuenta?
Lamentablemente México fue el que provocó esa confusión y la difundió. Como relato en el libro, María Kodama (1937-2023), viuda de Borges, en la presentación de la compilación Borges y México delató la falsa atribución del poema “Instantes” a Borges por parte de Elena Poniatowska, por lo que la editorial se comprometió a retirar de circulación el libro y reimprimirlo, pero no cuento más, tienen que leer la historia, es muy interesante.
¿Fue una bocanada de aire fresco en la literatura?
Claro y la recepción en el mundo sigue siendo generalizada. Yo cada vez me admiro más. Por ejemplo, yo sabía de la influencia de Borges en Francia, pero de pronto me encuentro con su influencia en Japón o con cosas como que llaman a Orhan Pamuk El Borges turco o a Mircea Cartarescu El Borges rumano. Y está el término para describir algo como “muy borgiano”, así como decir “esto es muy kafkiano”.
¿A qué se refieren con “muy borgiano”?
Sería la capacidad de imaginar cosas paralelas, sin olvidar que Borges decía que la imaginación es parte de la realidad y no le gustaba que lo separaran. Hay que pensar un universo alterno y creo que eso es a lo que nos anima Borges: a seguir imaginando, a seguir pensando que las posibilidades no están limitadas.
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