¿Qué es una fanzinoteca y para qué sirve?

El Museo Universitario del Chopo reunió a colectivas que han desarrollado proyectos alrededor del fanzine para hablar de sus experiencias, usos y los temas que abordan en sus publicaciones independientes.

La conversación se dio como cierre del proyecto El principio del final. (Cortesía: Museo Universitario del Chopo)
Ciudad de México /

El Museo Universitario del Chopo realizó un encuentro en el que se reunieron grupos y colectivas que han desarrollado proyectos alrededor del fanzine para hablar de sus experiencias, usos y los temas que abordan en sus publicaciones independientes.

La conversación se dio como cierre del proyecto El principio del final, que tenía como propósito crear una colección para la fanzinoteca del recinto universitario, en conjunto con Colectivx E*S*P*O*R*A*S.

Los fanzines creados y coleccionados por los grupos participantes abordan temas como música, feminismos, anarquismo, movimientos políticos, recetarios de comida, cancioneros y arte, entre otros, muchos de ellos enfocados en Latinoamérica.

“Se necesita y se agradece que las fanzinotecas sigan creciendo y se generen redes, porque al final las redes crean lazos de comunicación y creo que nos hace falta porque si no todo se convierte en algo meramente academicista. No estoy en contra de la academia, pero de pronto puede ser que el fanzine se convierte en algo elitista y a mí siempre me ha parecido que el fanzine debe de estar cerca de cualquiera y que se deben de poder manosear y ver”, comentó Alejandro Álvarez de Fanzineología.

Las formas de distribución y las fenómenos que ocurren alrededor de los fanzines, dijo el integrante de Fanzineología, han cambiado desde la década de los 80 a la actualidad. Por ejemplo, “ahora todo el mundo puede crear un fanzine; quizá se está desvirtuando un poco la autoedición porque ya hay redes sociales y mil cosas. Creo que estamos en un momento de romanticismo del fanzine en el que nos gusta hacer fanzines porque está bien hacerlos”. Sobre las formas de distribución, agregó, “la comunicación es breve, pero volvemos al sistema oral, donde yo hago un fanzine, hay 20 copias, pero se lo enseño a alguien y ese alguien se lo enseña a otro alguien”.

En cuanto a los retos para construir un archivo y las características del fanzine, explicó Rapiña, de La maleta fanzinera: “La esencia del fanzine siempre ha sido estar viajando con el archivo, mostrarlo. A veces nos estrellamos un poco con querer preservarlo y, al mismo tiempo, con querer seguir mostrándolo. Esa ha sido una disyuntiva que tenemos con el archivo, pero procuramos siempre cuidarlo. Si se daña en el camino es parte de la naturaleza del fanzine: mutar, que se rompa, que se rasgue, que lo copien o que se lo roben. Esa es en realidad la esencia del fanzine en circulación”.

En el caso de la Fanzinoteca del Chopo, varias de sus colecciones están conformadas de manera colectiva, además, muchos de los materiales son intercambios y donaciones. El fanzine más antiguo que tienen es de 1982 y las temáticas de la colección abarcan desde grimorios, cancioneros o calendarios.

Así como existe una gran diversidad en formatos y temas que se abordan en los fanzines, las formas para preservarlos y de crear archivos también son muy variadas. Hay quienes deciden agruparlos por hashtags o palabras claves que identifiquen su contenido o quienes siguen modelos de catalogación muy técnicos, como en el caso de la Fanzinoteca del Chopo, debido a que se encuentra en un centro de documentación, sistema que facilita su consulta o administración para préstamos a exposiciones.

También están quienes deciden clasificarlos bajo el término de archivo desde una posición política, como el caso del Archivo de Fanzines de Aguascalientes: “Decidimos utilizar la denominación de archivo desde una postura política porque consideramos que en el sistema parecía ser que solo se podía archivar o se le daba el valor dentro de los archivos institucionales a las cosas que les parecían importantes a los grupos hegemónicos, entonces, a partir de decir ‘nosotros podemos reescribir nuestras historias, podemos emplazarnos como archivo, identificamos el valor de estos productos culturales y lo vamos a hacer así’, tomamos la responsabilidad de aprender sobre archivos y empezar a organizarlos”, dijo Argel Camacho, integrante de este grupo.

“No tienen nada de malo las fanzinotecas que no están catalogadas o las que están súper catalogadas; no hay una forma correcta de hacerlo. A mí me gusta el término fanzinoteca porque me parece que hereda mucho de las cualidades que tiene el fanzine, en donde no hay reglas, no hay normas, se vale todo”, opinó Graciela Ordoñez, de la Fanzinoteca del Chopo.

La diversidad en las formas de organizar, agregó Nat de Fanzinoteca rabia, “la forma en la que tenemos dispuesto el material y la manera en la que facilitamos el acceso no es necesariamente malo. Son estas formas las que nos permiten interactuar con el material y con la banda que va a consultar y a leer de manera diferente”.

PCL

  • Patricia Curiel
  • patricia.curiel@milenio.com
  • Estudió Comunicación y Periodismo en la UNAM. Escribe sobre arquitectura social y el trabajo de las mujeres en el campo de las artes. Cofundadora de Data Crítica, organización de investigación periodística que produce historias potenciadas por análisis de datos.

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