En más de una ocasión, Donald Trump —presidente de los Estados Unidos— y Kim Jong-un —su contraparte en Corea del Norte— se han amenazado con destruirse mutuamente mediante una guerra nuclear. Ahora, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, se ha unido a esta guerra de palabras. Pero, en el supuesto de que esto pasara de ser una bravuconada, ¿qué le pasaría a México y al mundo si estallara una bomba atómica… o una cantidad de éstas?
Para conocer los efectos del estallido de una ojiva nuclear, MILENIO conversó con científicos de diversas especialidades, los cuales plantearon diversos escenarios. Y ninguno de ellos es alentador…
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Ana María Cetto Kramis es doctora en física por la UNAM, investigadora del Instituto de Física de la misma universidad y cuenta con una maestría en biofísica cursada en la Universidad de Harvard.
Además, es una reconocida pacifista: fue presidenta del Consejo de las Conferencias Pugwash cuando esta organización internacional ganó el Premio Nobel de la Paz en 1995; también fue directora general adjunta del Organismo Internacional de Energía Atómica, que ganó el Nobel en 2005.
La doctora Cetto afirma que el impacto medioambiental del estallido de una bomba sería funesto, aunque sería difícil precisar su alcance, pues "las naciones poseedoras de armas nucleares han seguido modernizando sus arsenales".
Además, precisó que ante el estallido de una guerra nuclear entre Estados Unidos, Corea del Norte o Rusia, los demás países con armas nucleares reaccionarían, de modo que hoy un día un conflicto bilateral se convertiría, casi inevitablemente, en "un conflicto multilateral con consecuencias planetarias", independientemente de dónde se inicie.
Por ello, señaló, es indispensable continuar con las campañas y los esfuerzos diplomáticos para la reducción de los arsenales y de prohibición del uso de armas nucleares. Además, la sociedad civil puede participar en esta lucha pacifista, concientizando a la población y presionando a sus gobiernos.
Desafortunadamente, señala la doctora Cetto, los tratados internacionales de prohibición de armas nucleares, que ya existen, a menudo son firmados por los países no poseedores de éstas y los que poseen los arsenales difícilmente aceptarán hacerlo.
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Juan Eibenschutz Hartman es Ingeniero Mecánico Electricista por la UNAM e Ingeniero Nuclear por el Institut National des Sciences et Techniques Nucléaires de Saclay, Francia.
Inició su participación en actividades nucleoeléctricas de México a partir de 1964, desde los estudios preliminares con Stanford Research Institute, hasta la puesta en servicio de la Central Laguna Verde. Actualmente es Director General de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias de México.
El ingeniero Eibenschutz indicó que el portafolio de escenarios es casi infinito. En el caso del llamado "holocausto nuclear", en el que no sólo los Estados Unidos y Corea del Norte, sino todos los países con arsenal atómico, "se tiran todo lo que tienen… se acaba el mundo", señaló categórico Eibenschutz.
Sin embargo, desde su punta de vista, la probabilidad de que suceda este escenario es prácticamente de cero. Para el ingeniero nuclear, esta confrontación no pasará de ser "meras bravuconadas". No obstante, si —por ejemplo— Norcorea lanzara un misil con ojiva nuclear en territorio estadunidense, la destrucción sería localizada en el sitio de la explosión "y la probabilidad de que a México le pase algo, de nuevo sería de cero".
Explosión en una prueba nuclear del ejército de los EU, en el Atolón de Bikini (1946).
En lo que se refiere a la afectación por radiación, causada por la dispersión de los vientos y considerando la enorme distancia que nos separa, por ejemplo, de Hawai, "son despreciables". Pero aclaró que la tecnología ha evolucionado mucho y que no poseemos información precisa sobre las armas nucleares actuales.
"La única experiencia de este tipo que se tiene con población es la de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Estas ciudades japonesas se volvieron vivibles en un periodo de diez años; entonces, los efectos podrían ser muy severos, pero estarían relativamente localizados", aclaró el ingeniero Eibenschutz.
Al hablar de contaminación radioactiva, Eibenschutz aclaró que "se trata de un fenómeno cuantitativo, no cualitativo", de modo que a largas distancias la magnitud de la contaminación por radiación es despreciable.
Por estas razones, nuestra mayor preocupación en un escenario de este tipo "debería ser por las implicaciones económicas, geopolíticas y de desequilibrio mundial de un evento de esta naturaleza; pero en lo que se refiere a contaminación radioactiva, creo que en México podemos estar tranquilos", concluyó el ingeniero Eibenschutz.
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Epifanio Cruz Zaragoza es doctor en física por la UNAM e investigador del Departamento de Química de Radiaciones y Radioquímica del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM.
Entre sus líneas de investigación están los Efectos y defectos generados por radiación gamma en medios sólidos, así como la Física de radiaciones.
El doctor Cruz juzgó que las preocupaciones son justificadas, considerando el lugar que ocupa Corea del Norte entre los países con arsenal nuclear —el sitio 23— y la probada capacidad que posee de lanzar ojivas nucleares a muchas partes del mundo. Afortunadamente, señaló, "Trump no es un político sino un hombre salido de la televisión, de modo que sus amenzas no son tomadas muy en serio".
Cruz también consideró que una vez que una potencia lance una bomba atómica sobre un objetivo, militar o civil, sería el punto de no retorno, pues las demás potencias —como China, un gigante armado, o Rusia— se sumarían al conflicto. De igual modo, descartó la idea de una "guerra limitada", en la que sólo estallaría una o dos bombas, pues "en el momento en que dispara uno, el siguiente va a disparar y así sucesivamente".
Ahora bien, en opinión del investigador de la UNAM, si uno de estos eventos tuviera lugar, "sería catastrófico para el medio ambiente". Según explicó, existe un modelo del "invierno nuclear", que realiza predicciones de qué pasaría ante un ataque con misiles atómicos a partir de una analogía de lo que sucede en Marte, donde las enormes tormentas de arena pueden ser tan densas que la superficie marciana se oscurece y la temperatura desciende drásticamente.
"Esto es lo que sucedería ante un ataque nuclear: las temperaturas bajarían tanto que todos los seres vivos morirían", aclara Cruz.
"El impacto de un misil en la superficie de una ciudad causaría un sismo de mediana o gran magnitud, la destrucción de todo cuanto encuentre en un radio de 2 a 4 kilómetros del impacto —según la potencia de la cabeza nuclear—, se alcanza un temperatura de 4000-5000 ºC y la generación de cenizas muy finas de todo el material quemado, que volarían a la atmósfera y estas partículas cubrirían nuestra atmósfera, se acumularían y bloquearían la luz de Sol", explicó el doctor en física.
Entonces, ante la ausencia de luz solar, de calor y de rayos ultravioleta, y la contaminación de las aguas, las plantas empezarían a morir, se presentaría una hambruna y con ella morirían prácticamente todos los seres vivos de la Tierra", vaticinó el doctor Cruz Zaragoza.
Según estimaciones del experto, hoy en día un solo misil puede transportar unas diez cabezas nucleares que son 20 veces más potentes que las de Hiroshima y Nagasaki, de modo que en los primeros instantes de una guerra nuclear morirían unos mil millones de personas; y con solamente un tercio de la capacidad nuclear que existe, se podría exterminar toda la vida en la Tierra y dejarían las aguas y los suelos contaminados durante miles de años.
Entonces, en esa guerra, "nadie va a ganar; más bien va a perder todo el mundo", concluyó el doctor en física Cruz Zaragoza, quien señaló que los únicos supervivientes serían las cucharachas, pues son insectos secos y esta ausencia de agua reduciría el envenenamiento por radicales en sus organismos.
FM