Ramón Córdoba Alcaraz murió a los 61 años. Un amante de los libros y un convencido de ejercer el mejor oficio del mundo, dio a conocer la editorial para la que había trabajado buena parte de su vida, Alfaguara, a pesar de los cambios en cada época y que llevaron al sello a formar parte de Penguin Random House México.
"La familia Penguin Random House México lamenta profundamente el sorpresivo fallecimiento de nuestro querido Ramón Córdoba Alcaraz, legendario editor de Alfaguara", publicó la editorial en Twitter.
Para los lectores, el nombre de Ramón Córdoba apenas si resulta conocido: él forma parte de ese gran número de personas que se encuentran detrás de la publicación de un libro, quizá no en su parte más material, sino más bien en su fondo: no la mano que mece la cuna, más bien la que termina de diseñar, de pulir cada una de las historias que llegaban a sus manos, sin importa quién era el autor.
“Ramón era un editor excepcional que dominaba todos los aspectos de su oficio con una pasión y una vocación únicas. Leía intensamente los manuscritos y trabajaba codo a codo con los autores de Alfaguara para lograr que cada libro alcanzara su mayor potencialidad, sin olvidar nunca que su trabajo era de catalizador y auxilio del trabajo creativo de los escritores”.
Por sus manos pasó el trabajo literario de distintas generaciones de escritores mexicanas: de Carlos Fuentes a Alma Delia Murillo, pasando por Alberto Ruy Sánchez, Rosa Beltrán, Carmen Boullosa, Francisco Martín Moreno, Beatriz Rivas, Maruan Soto, David Toscana, Ana Clavel, entre otros muchos destacados creadores, “la narrativa mexicana se viste de luto con su ausencia. Su meta en la vida era su trabajo en Alfaguara, al que acudía cada día con una sonrisa de pícaro en la cara”, se lee en el comunicado.
Ganador de diversos premios como editor, entre los que destacan el Arnaldo Orfila a la Edición Universitaria y el premio CANIEM al arte editorial en tres ocasiones, a Ramón Córdoba le sobreviven sus dos hijas, Erandi y Eréndira.
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