Ramón Vargas: En el arte también metemos goles

Anoche, durante la gala, el prestigioso cantante mexicano expresó: “Lo más hermoso de mi carrera es poder compartir las emociones con el público”.

“Bendigo a la vida por esta aventura que todavía no termina”, manifestó durante el concierto.
México /

Ayer fue un día excepcional: una mañana dedicada a celebrar la victoria de México sobre Corea del Sur y la esperanza de que el equipo siga adelante; una tarde para demostrar en una marcha el orgullo de ser gay, y una noche para premiar una importante trayectoria en la ópera.

Mientras el júbilo por los dos primeros actos se concentraba en el Ángel de la Independencia, en el Palacio de Bellas Artes el tenor Ramón Vargas recibía el cariñoso reconocimiento del público.

Apenas puso un pie en el escenario, el tenor fue saludado por los asistentes con una gran ovación, para luego recibir, de manos de Eduardo Vázquez, subdirector de Bellas Artes, un reconocimiento por su entrega al arte del canto.

Conmovido, el tenor agradeció estar en este recinto “como hace 35 años, con la Orquesta de la Ópera de Bellas Artes. Músicos, cantantes y tramoyistas hemos crecido juntos; yo les digo que son mis compañeros de vida: nos encontramos en las buenas y en las malas, siempre juntos”.

El tenor se congratuló de compartir la gala porque, afirmó, “la cultura es un medio para estar unidos. Lo más hermoso de mi carrera es poder compartir las emociones con el público. Hoy México metió dos goles. En el arte también metemos muchos goles, aunque no se nota tanto”.

En broma, afirmó que 35 años no son nada, en alusión al tango que habla de 20: “Se han ido muy rápido, y el arte me ha regalado más de lo que esperaba. Bendigo a la vida por esta aventura que todavía no termina”.

Vargas compartió con voces jóvenes un viaje en el que retomó algunas de las óperas que le son entrañables, de La clemenza di Tito, de Mozart, hasta Los cuentos de Hoffman, de Offenbach. Bizet, Massenet, Donizetti, Verdi y Puccini fueron otros autores interpretados anoche.

En entrevista previa al concierto, Vargas declaró que llegaba muy satisfecho a esta celebración por “35 años de hacer lo que me gusta: cantar. Esta carrera te exige disciplina, algunos sacrificios, cambio de hábitos y, en ocasiones, estar lejos de la familia... Hay que pagar algo a cambio de estar vigente”.

Recordó que fue invitado a cantar en la Metropolitan Opera de Nueva York porque Luciano Pavarotti había cancelado funciones de Lucia de Lammermoor. “No le gustó la producción y se fue. Por casualidad me llamaron, y llegué y triunfé, pero fue una experiencia inusitada. Trabajé con artistas ya consagrados, y cuando salí al final, el público me recibió de pie”.

El cantante aseguró que “el artista es una expresión de la gente” y “tiene una labor social muy importante porque te da sensibilidad. A lo mejor ahora está el futbol, pero el deporte, en general, no une: separa, te vuelve enemigo. De política no hablemos, ni de religión. El arte es el futuro de la humanidad”.

El noble don de pasar la estafeta

Ramón Vargas podría haber invitado a grandes nombres de la ópera para celebrar los 35 años de su debut en el Palacio de Bellas Artes, como lo ha hecho en otras ocasiones, pero ahora recurrió a cantantes jóvenes. La elección, explica, “tiene una connotación muy especial: son chicos del Estudio de Ópera de Bellas Artes, que fundé cuando fui director de esa dependencia del INBA. Ya está en la cuarta generación de alumnos, así que unos 45 muchachos han tenido la oportunidad de desarrollarse para enfrentar esta difícil y competitiva carrera”.

Para el tenor, contar con la participación de esos cantantes jóvenes equivale a lo que en las carreras de relevos es “un cambio de estafeta”, como expresa con una sonrisa de satisfacción. “Estos cantantes son la nueva generación, la que viene; yo soy el presente, pero ellos son el futuro. Compartir el escenario, la música, es una forma de mostrarles el camino”.

  • Xavier Quirarte
  • xavierquirartenuevo@gmail.com
  • Es autor de Ensayos de jazz y literatura (Editorial Doble A), es coautor de Por amor al sax y John Coltrane. Periodista especializado en jazz, rock y música contemporánea, sus textos han aparecido en los periódicos El Nacional, La Crónica y Milenio, y en revistas como Casa del Tiempo, Rock y Pop, Sólo Jazz & Blues, Círculo Mixup, La Mosca en la Pared, Cine Premier, Dos Filos, Sacbé y otras

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