Ramsés Luna y las tres alineaciones de Luz de Riada

La banda de fusión se ha destacado en la escena mexicana, estadunidense y chilena por su calidad interpretativa y su originalidad, lo que ha plasmado en tres álbumes de la serie ‘Cuentos y fábulas’

Luz de riada
Luz de riada
Walter Schmidt
Ciudad de México /

El hombre detrás del proyecto Luz de Riada es Ramsés Luna, con quien tuvimos la oportunidad de charlar sobre su trayectoria y el trabajo que desarrolla actualmente con el grupo.

Conocí a Ramsés hace cerca de 20 años, cuando él militaba en el grupo Cabezas de Cera. Me comenta: “Yo venía de un programa del Estado que es Coros y Orquestas, programa educativo que se desarrollaba en la Sala Ollin Yolitztli con orquestas juveniles; ahí estuve en la Orquesta Manuel Enríquez. La música de orquesta me fascina, pero en realidad mi inquietud era el rock. Tocar música clásica era como estar haciendo covers y yo quería hacer algo original. Me invitaron a participar en una banda que se llamaba Revuelta Propia que tocaba en el circuito de fusión ska. En el 95 el ska estaba surgiendo con mucha fuerza y fue por medio de ellos que conocí a Cabezas de Cera.

“Cabezas de Cera ya existía como tal y habían grabado un casete en el 95; un año después los conocí. Los vi tocando por primera vez en uno de esos campamentos que hacía el Injuve en Meztitla. Se programaban bandas de todo el país en un espacio muy bonito, donde conocías gente de otros estados. Nacho Pineda, del Multiforo Alicia, hacía la programación en varios escenarios, él llevaba los elencos del Distrito Federal, bandas como Salario Mínimo, Panteón Rococó, Antidoping, Cabezas de Cera y la Revuelta Propia.

“Vi a Cabezas de Cera y eran como ochos gentes que subían y bajaban del escenario, pero siempre había una constante, que eran el baterista, el guitarrista y el bajista, o sea Mauricio y Francisco Sotelo y Juan Cristóbal Pliego. Luego nos volvimos encontrar en el Multiforo Alicia en la presentación de la agenda zapatista en 1997, donde participaron Fausto Arrellín, Cabezas de Cera y Revuelta Propia. Al final del concierto de Revuelta Propia se me acercó Mauricio Sotelo, el guitarrista de Cabezas, y me invitó a tocar juntos en un ensayo, lo hicimos y de ahí en adelante empezamos a trabajar.

El ingeniero Édgar Arrellín fue como el creador del sonido del grupo, sugirió que Paco hiciera de la batería un híbrido entre electrónica y acústica. Edgar tenía los instrumentos; una batería electrónica Octapad. Más que baterista, Paco es un músico melódico y tenía una intuición impresionante para crear melodías, mientras que la mayoría de bateristas solo se ocupan del ritmo. A Mauricio le propuso que consiguiera un stick (instrumento de cuerdas); no había mucha información de dónde conseguirlo y creo que fue Federico Fong, después de un concierto de La Barranca, quien nos contactó con el distribuidor del stick en México; así se pudo conseguir. Mauricio ya traía la técnica del tapping bien encarnada y le fue muy fácil pasarse de un instrumento a otro. Así que Édgar fue el responsable de que la banda se convirtiera en un híbrido entre acústica y electrónica. Y a mí me sugirió que obtuviera un controlador Midi, que es un sintetizador de aliento.

“El primer disco de Cabezas de Cera se grabó en 1999 y se editó en 2000. Para 2002 grabamos un segundo álbum con estos nuevos sonidos. Hasta 2011 estuvimos trabajando como banda y grabamos cinco discos; Cabezas de cera (2000), Un segundo (2002), Metamúsica (2004), Fractal sónico (2005) y Hecho en México (2007). Fueron cinco producciones discográficas más dos devedés. El último lo hicimos en Estados Unidos, durante un concierto en Pennsylvania en los últimos días de la banda, eso sucedió en 2009 y para 2010 ya habíamos decidido finiquitar el trabajo en conjunto.

“En ese momento me puse a buscar músicos que dieran continuidad a mi proyecto musical y así nació Luz de Riada, en junio de 2010, y en octubre de 2011 se editó nuestro primer disco Cuentos y fábulas vol. 1. Con esa formación yo pretendía dar continuidad a lo hecho con Cabezas de Cera”.

Luz de Riada es una fusión de jazz, rock, música balcánica y hasta folclórica latinoamericana…

Musicalmente, mis primeros recuerdos son de la música ranchera que se escuchaba en casa; me gustaba cantar canciones rancheras. Luego me integré a un grupo de música andina y aprendí a tocar la quena, más adelante vino la orquesta y mi interés por el jazz latino, me metía al bar Los Íntimos a escuchar jazz, estaban El Cabezón, El Muppet, Diego Maroto y toda la banda que tocaba los miércoles. Me iba a sentar ahí y eran como mis profesores. Llegaban los músicos a relajarse, a olvidar el “hueso” y hacer la música que les gustaba. Ahí aprendí muchas cosas: que la música es muy noble pero también que el “hueso” te absorbe hasta el cerebro y te quita el tiempo creativo. Tienes que llevar una doble vida, trabajar para solventar tus gastos y darte un tiempo para liberar tu creatividad. Yo soy afortunado, porque me dedico por completo a la música. Tengo el privilegio de dirigir la Orquesta de Música Experimental, con la que ya grabamos un disco de próxima aparición, financiado por Radio Educación.

Ahora la banda tiene tres formaciones, una en México, otra en Chile y otra en Estados Unidos. ¿Cómo funciona eso?

Empezó con la reestructuración del grupo: primero salió el stickista, Hugo Santos, y continuamos como un trío para la grabación de Cuentos y fábulas vol. 3, con batería, guitarra/bajo y alientos. Gustavo Jacob tuvo la iniciativa de tocar el bajo y la guitarra, hizo adaptaciones al bajo y logró un diseño de sonido bastante robusto. Duramos un año como trío, hubo poca actividad, pero terminamos de grabar el tercer disco.

Luego me hablaron de Estados Unidos para hacer unos conciertos allá, pero no había banda. Me llamó Luis Nasser, de Chicago. Es catedrático de la Universidad de Columbia, es el bajista de Sonos Umbra. Consiguió músicos y me dijo “Hagamos Luz de Riada con músicos gringos”, y así lo hicimos. Parecía algo descabellado, pero hoy día se puede trabajar a distancia. Les envié la música y ellos se pusieron a trabajar en las piezas. La sede está en Chicago. Brandon Cameron es el baterista, Luis Nasser el bajo y Aaron Geller, en la guitarra. Realizamos una serie de conciertos en Chicago, en un lugar maravilloso, una casona. No se cobra la entrada; la gente lleva sus bebidas y están conviviendo. Es un punto de encuentro, y al final del concierto la gente pone “lo que sea su voluntad” y a final de cuentas te llevas mucho dinero, mucho más dinero que cobrando las entradas. Si a la gente le gusta, te paga. Luego fuimos a Baltimore, a Orion Studios, un complejo de estudios de ensayo y grabación, un lugar legendario del rock progresivo y trabaja con la misma metodología, la gente lleva fruta, bebidas y es para la comunidad; al final dejan su donativo. Luego estuvimos en Nueva Jersey, de ahí a Washington, al Kennedy Center, donde Obama hizo la serie de conciertos The honors y tocamos en el Millenium Stage. Con esto se estrenó el disco Cuentos y fábulas vol. 3 de manera tripartita; en Estados Unidos con Luis Nasser, Aaron Geller, Brandon Cameron, Edgar Arrellín en el audio y yo. Esto se hizo con el apoyo de una asociación civil Aicaciaa, que está impulsando proyectos culturales.

Regresé a México para continuar el trabajo con Emmanuel Pina en la guitarra y stick, Eric Milton en la batería, Edgar Arrelín en el audio e Isai, un trompetista de Tamaulipas. Con él hicimos la primera formación en quinteto. Hicimos varios conciertos en la Ciudad de México y el norte del país y posteriormente, en diciembre, me fui a Chile a ver a mi familia y a organizar Luz de Riada con músicos chilenos, músicos de alto calibre como Jorge Campos, un bajista legendario (con Fulano, con Santiago de Nuevo Extremo), integramos a músicos jóvenes como el tremendo guitarrista Camilo Acevedo, y en la batería tenemos a Felipe Morros Martel. Hicimos varios conciertos en Chile, en Valparaíso, ante un público maravilloso.

Así que ahora Luz de Riada cuenta con tres alineaciones en tres países distintos y se encuentra trabajando en un nuevo disco.

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