Nick Gold, productor de Buena Vista Social Club (World Circuit/Discos Corasón), disco grabado en 1996 que resultó un éxito mundial y encumbró a un grupo de músicos veteranos cubanos, explica que la primera razón de su triunfo “es el disco en sí mismo, porque es sorprendente. Es un disco único”.
Lo que todavía le asombra es que “se trataba de un grupo de músicos increíbles que nunca habían tocado juntos. Se reunieron de manera muy íntima y en el estudio lograron una gran comunicación entre ellos, sin necesidad de regrabar nada encima. Realmente tocaron como una banda, con una dinámica eterna y una comunicación real. Hay una intimidad increíble en este ensamble, lo que se captó con dos micrófonos ambientales, que hacen que, cuando escuchas el disco, sientas que estás con los músicos en el cuarto. Es un sonido único”.
Otra de las razones es que el repertorio del álbum es increíble, agrega el productor: “Se armó sin que los músicos tuvieran que pensarlo mucho. Fue música sugerida porque era muy significativa para ellos o era muy cercana a ellos. No llegó una persona y escogió las canciones, sino que todas fueron propuestas por cada uno de los músicos. Tal vez estén las dos piezas favoritas de Rubén González, las dos de Ibrahim Ferrer o Compay Segundo redescubriendo canciones del pasado… En fin”.
Puedes tener una gran obra de arte, pero eso no garantiza el éxito, reflexiona Gold. “Existen cosas tangibles e intangibles para que algo se vuelva un éxito. Nosotros también trabajamos con mucha música de África, pero la gente está mucho más familiarizada con la música latinoamericana. En Europa ha sido muy popular durante este siglo. Pienso que tal vez es más fácil aceptar algo que ya está en tu subconsciente”.
Y si triunfó en Estados Unidos, explica, “fue porque se trataba de un fruto prohibido. La gente compró el disco, en parte, como una forma de solidaridad contra el embargo de EU a Cuba. También está la historia de los músicos, que es increíble, en un tiempo en que Cuba estaba mucho en las noticias”.
Todos presentes
El legado de Buena Vista Social Club, grupo que ya no podrá ser el mismo puesto que varios de sus integrantes originales fallecieron, se enriquece ahora con la edición de Joyas encontradas (World Circuit/Discos Corasón). Además de piezas inéditas que fueron grabadas también en 1996, incluye versiones en vivo.
Gold comenta que se buscó que todos los músicos estuvieran representados en Joyas encontradas. “Fue muy difícil escoger porque solo teníamos la oportunidad de editar un disco, aunque podríamos hacer otro en el futuro. Yo prefiero las piezas grabadas en estudio, no sé por qué. Tal vez porque siento un sentido de intimidad muy diferente, me resulta difícil de explicar… Hay una intimidad mayor en el estudio, eso es algo que se siente, es como estar cerca de los músicos. Me emocionaron especialmente las piezas grabadas en la sesión original porque me trajeron recuerdos muy vívidos de esos días. Fue una experiencia asombrosamente jubilosa. En mi cabeza puedo ver a los músicos en el estudio, como algo que sigue vivo. ¡Es sorprendente!”
Los archivos de World Circuit cuentan con muchas canciones grabadas por Buena Vista en vivo, por lo que podrían editarse más álbumes e incluso se plantea la idea de armar una caja con materiales inéditos y sorpresas.
Mientras tanto, gocemos de las Joyas encontradas, que será presentado por Eliades Ochoa, uno de sus protagonistas, el sábado 13 de junio en el Salón Los Ángeles a las siete y media de la noche.
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La proverbial humildad de Ibrahim Ferrer
Con todos los afectos que uno pueda tener por algún integrante en particular de Buena Vista Social Club —cariño que se ganaron a pulso—, era difícil resistirse a la calidez del cantante Ibrahim Ferrer. Esto se documenta en Joyas encontradas, en una grabación de “Bruca Maniguá” en París, donde la gente empieza a aplaudir de manera delirante apenas pisa el escenario, sin cantar una nota.
“Era un hombre hermoso: todos los que lo conocieron dirían lo mismo —dice conmovido Nick Gold—. La primera vez que lo vi, cuando llegó al estudio, me di cuenta de que se movía de manera muy hermosa, lentamente, como si fuera un gato. También era la persona más humilde con la que me he cruzado en mi vida”.
Apenas Ferrer entró al estudio se sintió su presencia. “Uno quería estar cerca de él, cerca de su aura, percibir su presencia. Cuando mis dos hijos lo conocieron no sabían quién era quién, pero ambos fueron directamente a Ibrahim y lo abrazaron. Era esa clase de hombre al que todos quieren conocer, tuve una relación muy cercana con él. Me llevé muy bien con todos ellos, pero él destacaba por su encanto”.
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