El escritor Gustavo Vázquez Lozano (Aguascalientes, 1969) advierte un desinterés por parte de la historiografía mexicana en torno al Escuadrón 201, a pesar de los beneficios políticos y diplomáticos, más que militares, que dio a México este grupo de pilotos que combatió en la Segunda Guerra Mundial.
“Gracias a la participación del Escuadrón 201, México quedó entre las naciones que perdieron hijos en el campo de batalla y eso hizo un mundo de diferencia; México ganó el respeto de las potencias vencedoras y un boleto a la modernidad, además de voz y voto en el mundo de la posguerra, entre los fundadores de la Organización de las Naciones Unidas, y, sobre todo, cambió su relación con Estados Unidos”, comenta en entrevista el narrador, investigador, periodista y profesor de escritura creativa.
Vázquez Lozano escribió un artículo y después un libro en 2019, que ahora reedita como Los últimos héroes. La historia no contada del Escuadrón 201 (Debate, 2024), para el que recopiló mucha más información, entrevistas con mexicanos que participaron en la conflagración, más fotos y anécdotas.
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Premio internacional Sor Juana Inés de la Cruz 2017 por su novela El elefante que sonreía, Vázquez Lozano se enteró hasta 2013 de la existencia del Escuadrón 201, cuando vio en San Antonio, Texas, una exposición en homenaje a los pilotos mexicanos, quienes tuvieron misiones en Asia contra los japoneses, no en Europa contra italianos o alemanes, cuyo submarino U-564 hundió el 13 de mayo de 1942 el buque Potrero del Llano (decomisado en Tampico un año antes a Italia bajo el nombre Lucífero), que decidió la entrada de México a la Segunda Guerra Mundial en el bando aliado.
“Yo me quedé muy impresionado con aquellas imágenes como de tres metros cada una en la exposición. Y ahí fue cuando pensé que valdría la pena escribir un artículo, porque me di cuenta que ni mi generación ni las que siguieron sabían nada del Escuadrón 201”, expone el autor sus motivaciones.
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En su opinión, a diferencia de lo que pasa en EU, la historiografía mexicana no ha tenido mucho interés en el Escuadrón 201 ni tampoco lo hay ni en la educación ni instituciones públicas donde se recuerdan efemérides por “cosas menores” locales, como las batallas de Celaya o Churubusco, entre las que cita.
“El Escuadrón 201 va a contrapelo de lo que México estuvo predicando en todo el siglo XX con la Doctrina Estrada (de no intervención en asuntos de otros países); no era una cosa de la que debíamos enorgullecernos en ese sentido. En Estados Unidos, en cambio, los acogieron muy bien a los héroes mexicanos como parte de lo que ellos llaman La generación más grande (The Greatest Generation); se interesaron en sus historias. Y la Universidad de Texas entrevistó a casi a todos ellos dentro de su programa de historia oral Voices en los 90; todas esas entrevistas fueron una fuente de información valiosísima. Aquí en México, a nadie le interesó, simple y llanamente”, comenta Vázquez Lozano.
En abril de 1945, casi por terminar la guerra, cuyo bando triunfador ya estaba definido, México envió un contingente de 300 personas, 30 de ellas los pilotos del Escuadrón 201, a pelear en Filipinas y el mar de China con EU, bajo el mando del general Douglas MacArthur, contra el imperialismo japonés, aliado de la Alemania nazi de Adolf Hitler y la Italia fascista de Benito Mussolini, las potencias del Eje.
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El escritor, quien por azar nació un 2 de mayo —en coincidencia con el día oficial del Escuadrón 201, que un 2 de mayo de 1945 izó la bandera mexicana en la base militar de Manila previo a entrar ya en los combates—, comenta que en sus años de escuela nunca se recordó en efemérides a estos héroes y sus logros dentro y fuera del campo de batallas, a pesar de que tras la guerra global eran idolatrados.
“De inicio, el Escuadrón 201 fue muy festejado en la segunda mitad de la década de los 40; los recibieron como si fueran estrellas de cine, con histeria; las personas querían arrancarles los botones, como ocurrió en los 50 con Elvis Presley o en los 60 con The Beatles; tenía ese papel de súper estrellas, que les duró muy poco. Hasta les hicieron un mausoleo en Chapultepec, nombraron calles y colonias en su honor y hasta se filmó Escuadrón 201 (Jaime Salvador, 1945), con Sara García y Fernando Soler.
“Después han sido olvidados. Este olvido tiene que ver con la salida o el retiro deliberado de la clase militar de la política, hay que recordar que Manuel Ávila Camacho fue nuestro último presidente militar. Algunos de los integrantes del Escuadrón tenían todo para ser figuras influyentes, pero el Ejército ya estaba en franca reducción de números y desde la Revolución venía bajando su importancia. Los generales, mediante un acuerdo medio implícito, iban para afuera de la política. Y al Escuadrón le tocó este proceso en que ya no era tiempo de que los militares fueran figuras”, sostiene el investigador.
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En diciembre de 2009, la diputada federal Gabriela Cuevas Barron, entonces del PAN, presentó una iniciativa para para incluir al Escuadrón 201 en el muro de honor de la Cámara de Diputados en San Lázaro, que no prosperó; en septiembre de 2021, otra legisladora, Rosa Hernández Espejo (Morena), insistió en el tema con otra iniciativa. Y el 25 de abril de 2023, el Diario Oficial publicó el decreto por el que se inscribió en el muro de honor del Senado la leyenda: “Escuadrón 201, Águilas Aztecas”.
De acuerdo con Vázquez Lozano, fue a instancias del embajador de Estados Unidos en México, George Messersmith, que se negoció y acordó el envío del destacamento mexicano, después de convencer a su gobierno y a Manuel Ávila Camacho, el último militar en ocupar la presidencia desde la Revolución.
La nueva edición de Los últimos héroes. La historia no contada del Escuadrón 201 incluye anécdotas como que una vez terminada la Segunda Guerra Mundial después de la rendición de Japón tras los bombardeos atómicos a Hiroshima y Nagasaki, el Ejécito estadunidense dio un tour a los mexicanos.
“Los militares estadunidenses llevan de paseo a los mexicanos (del Escuadrón 201), les dan una gira por Hiroshima. Siento como que fue una demostración de poder, de mostrar la nueva bomba de EU. En los diarios del coronel Antonio Cárdenas éste cuenta cómo los pilotos mexicanos estaban asombrados de la destrucción. E incluso los llevaron con geishas en Japón”, cuenta en la charla Vázquez Lozano.
Según el autor, Cárdenas, que ocupó varios cargos militares tras la expedición, salió de los reflectores públicos y su nombre ha sido relegado en la historia luego de que abofeteó a un reportero de Excélsior.
Algo destacado que agregó el escritor en su nueva edición fue un capítulo completo sobre los alrededor de medio millón de mexicanos, de los 2.7 millones que vivían entonces en EU, que fueron reclutados para entrar en combate en la Segunda Guerra Mundial, de los cuales se ha ignorado hasta hoy su historia en México, de algunos de los cuales Vázquez Lozano cuenta sus nombres y hazañas en el libro.
El autor también destaca el papel que tuvo el dibujante y caricaturista Antonio Arias Bernal, nacido como él en Aguascalientes, quien a su juicio fue uno de los primeros que advirtió sobre el peligro nazi.
“Antonio Arias Bernal me había interesado por ser de Aguascalientes, es muy famoso, en todo el mundo. Él vio el peligro de Hitler y de los nazis”, comenta Vázquez Lozano sobre el artista mexicano, quien empezó a caricaturizar al Führer en revistas y diarios de Estados Unidos para advertir sobre él.
Insiste en el papel que jugó el embajador George Messersmith cuando ve el momento, después de los hundimientos de los buques petroleros mexicanos (decomisados a Italia) perpetrados por submarinos alemanes, y de los intentos nazis de involucrar a México en la guerra del lado de las potencias del Eje.
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“Alemania siempre vio a México como un botín de guerra y lo quería de aliado por la cercanía de EU desde la Primera Guerra Mundial. Messersmith ve este peligro de que México se desvíe y empiece a vender materias primas al Eje e incluso apoye a este bando. Así que empieza a sugerir a Ávila Camacho esta participación simbólica de México en la Segunda Guerra Mundial, que no iba a cambiar el curso de la guerra, no por mandar 30 pilotos cambiaría, pero sí tenía mucho de simbólico, además de psicológico, involucrar a todo el pueblo mexicano en este esfuerzo de los aliados”, agrega el escritor.
Los diarios y documentos de Messersmith, así como archivos fuera de México, fueron fundamentales.
“No encontré documentos de Ávila Camacho, me basé en Messersmith cuyos archivos desde hace cuatro años ya están en línea y fueron muy útiles para, por ejemplo, darme cuenta de cómo estaba la opinión pública en México y EU. Por cierto, en EU no querían que los mexicanos fueran a la guerra, pensaban que serían un estorbo, que había que entrenarlos, además de la barrera del idioma.
“Tampoco en Europa querían a los mexicanos o latinoamericanos. Así que era un problema dónde iban a acomodar (al Escuadrón 201). Sin la determinación de Messersmith esto no habría sido posible, a él debemos esta jugada estratégica que para México fue mucho más que participación militar y trajo muchos beneficios a nivel internacional”, dice el miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
MGR