En el contexto de la exposición Gran Fury: El arte no es suficiente, el Museo Universitario del Chopo realizó el conversatorio Crónicas del VIH, de los 80 hasta hoy. En el encuentro estuvieron presentes Alejandro Brito, periodista y gestor cultural; Luis Matus, artista conceptual y curador independiente; Oscar Sánchez, especialista en fotografía de autor, y Sol Henaro, directora del recinto, quien apuntó que el museo ha sido una sede que históricamente ha abrazado a las disidencias sexo-genéricas.
“Creemos que como espacio público y universitario es muy importante reconvocar estos contenidos, estas exposiciones, y comunicarle a otras generaciones y recordarle a las que lo vivieron, cómo a través de la producción artística, abonan y permiten perforar y hacernos reflexionar desde otro lugar en relación a ciertas realidades”.
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En su intervención, Alejandro Brito recordó cómo “la epidemia de VIH está muy estigmatizada, al igual que la sífilis, porque se transmite a través de relaciones sexuales... Además, agrégenle a esto que era un padecimiento mortal cuando se descubrió, a inicios de los 80. Es decir, fue satanizada”.
Sin embargo, agregó, “el VIH rebasó muy pronto, ya no fue un problema solamente médico de salud, sino también un problema de derechos humanos, un asunto social, cultural y artístico. Al principio fue esa la respuesta, de rechazo a las personas con VIH, de culpar a un colectivo, al homosexual, de estar propagando el VIH”.
En México, recordó, Girolamo Prigione, delegado apostólico del Vaticano en México, “dijo que el sida era un castigo divino... Se difundió muchísimo eso”. Otra de las acciones conservadoras fue la del entonces arzobispo Norberto Rivera, quien solicitó que a los preservativos se les añadiera la leyenda “este producto puede ser nocivo para la salud”.
Ante la estigmatización y la represión por parte de conservadores, diversos grupos de activistas como ACT UP respondieron con acciones radicales, contó Brito. “La respuesta comunitaria al VIH/Sida ha estado marcada por la lucha por los medicamentos, por el acceso a los tratamientos. La línea de acción de ACT UP fue lograr propugnar que los medicamentos que estaban siendo descubiertos por la ciencia fueran accesibles para las personas diagnosticadas con VIH... Gracias a este tipo de acciones fue que se ha logrado en muchos países el acceso universal a los tratamientos que salvan vidas y que han hecho del VIH una enfermedad que sigue siendo incurable pero que puede ser tratable”.
Desde la producción artística, apuntó Luis Matus, actualmente han surgido otras perspectivas para hablar de las personas seropositivas y reivindicar esta condición, más allá de estigmatizar.
“La preocupación de muchos artistas actualmente va hacia voltear a ver desde otros aspectos, un poco hacia la celebración de esta vida… Más allá del virus, es reivindicar esta identidad desde ahí, hacerla nuestra”.
Por su parte, Oscar Sánchez contó que a través de la fotografía ha trabajado con grupos para crear una bitácora sobre la experiencia de vivir con VIH para detonar reflexiones personales sobre el proceso a partir del diagnóstico y la vida cotidiana.
Finalmente, Alejandro Brito dijo que las expresiones artísticas ayudaron a que el mensaje llegara a más personas de la sociedad, al mismo tiempo que fue de ayuda en los procesos de las personas con VIH para retomar sus proyectos y su vida.
La exposición Gran Fury: El arte no es suficiente será clausurada el 1 de diciembre, Día Mundial de la lucha contra el Sida, con una jornada multidisciplinaria abierta al público. La muestra es una colaboración con el Museu de Arte de São Paulo Assis Chateaubriand-MASP.
PCL