‘‘Regreso a la normalidad mental es con vuelta a clases’’: David Pastor Vico

Entrevista

El encierro por la pandemia disparó los casos de depresión y ansiedad, situación que ha orillado a los jóvenes a estar en dos mundos, pues se acostumbraron a la comodidad de su casa, sacrificando habilidades sociales.

Nos quedamos encerrados porque estamos a gusto sin darnos cuenta del daño que causa, dijo el catedrático. Foto: Especial
Israel Morales
Monterrey /

Aunque reconoce que los miedos, la depresión y otros problemas emocionales fueron arrastrados por la pandemia y están presentes con más fuerza en la vida de los jóvenes, el escritor y pedagogo David Pastor Vico abordó el tema en entrevista para MILENIO.


David Pastor es profesor en la Dirección General del Deporte Universitario de la UNAM.

El profesor de Asesoría y Tutoría Pedagógica en la Dirección General del Deporte Universitario de la UNAM presentó Ética para desconfiados (Planeta) durante su visita a la UANLeer.

En dicho material señala los tipos de comunicación en los que están inmersos los jóvenes y aseguró que hace falta llenar espacios en ética y filosofía.

¿Cuál fue la intención de hacer un libro de ética, que mencionas es para los jóvenes?

A los jóvenes se les hace llegar mucha información, sobre todo para que compren cosas muy caras y para que estén constantemente enganchados a las redes sociales, pero creo que hemos descuidado un buen mensaje bien enfocado para ellos y este libro intenta llenar ese espacio. Sobre todo en el tema de la ética y la filosofía.

¿Cómo has visto a los jóvenes en el regreso a clases desde el punto de vista emocional?

Lo primero es que todavía no es al cien. El problema es que una parte de los jóvenes está deseando y otra parte está deseando quedarse en casa, porque compaginar tiempo con los demás es un ejercicio de habilidad social que se tiene que ir trabajando diariamente y si lo suspendes durante dos años, todos aquellos jóvenes que tienen cierto grado de timidez, de introspección, realmente se han encontrado cómodos en el trabajo en la distancia, y ahora volver les cuesta trabajo, así lo estamos viendo.

Pero que les cueste trabajo no significa que tengamos que ser laxos y premiarles quedarse en casa, porque a estos jóvenes que les cuesta trabajo son también los más débiles y los que están sufriendo este encierro.

¿Qué sugieres para vencer el daño emocional que dejó el encierro?

Paradójicamente muchas veces nos queremos quedar encerrados porque estamos más a gusto sin darnos cuenta del daño que nos hace este encierro, eso se llama el síndrome de la cabaña, es algo muy estudiado en Europa; ahí volvieron seis meses después de decretarse la pandemia y se dieron cuenta de que era necesario que los jóvenes volvieran a clases porque iban a sufrir, hablo de salud emocional y mental, iban a sufrir mucho.

Nosotros no lo hicimos así, otras características geopolíticas, socioeconómicas, definitivamente cortamos todo esto, nos quedamos en digital, y no lo tengo que decir yo, cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad sobre este tema sabe que las cifras de depresión y ansiedad se han multiplicado.

De hecho ahora mismo hemos subido 10 puntos porcentuales en la UNAM, en nuestros jóvenes tanto de bachillerato de media superior, como de superior, en estos rubros, ya estábamos muy alto, teníamos cifras muy escandalosas.

Por ejemplo en depresión en las chicas en la universidad se han disparado los porcentajes, y la única forma de subsanar esto, de regresar a cierta normalidad mental es volver a clases, estar los unos con otros.

Va a ser un tránsito complicado, creo que hay que hipotecar un poco los resultados académicos para incrementar el bienestar emocional. Y una vez que ya estén estables, que hayamos detectado los desastres del problema, ya nos dedicaremos a aumentar las condiciones académicas y los rendimientos.

Pero por ahora lo más importante, y que lo repito en mi libro constantemente, es que hagan amigos en clase, que sean amigos, que transiten el paso por el bachillerato, por las instituciones de enseñanza, como amigos, y no solo como compañeros de salón.


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