Rhye ya no es el mismo, 'Blood' es la prueba [RESEÑA]

Después de dos divorcios y un largo periodo de cinco años, Mike Milosh entrega el segundo álbum de la banda canadiense, 'Blood'

Ángel Soto
Ciudad de México /

Unas horas después de presentar su segundo álbum en uno de los conciertos más sofisticados que ha escuchado recientemente la Ciudad de México, Rhye publicó las once canciones que componen Blood (Loma Vista Recordings, 2018).

En su etapa temprana, el misterio dominó todo alrededor de Rhye. El sello Polydor se encargó de alimentar esa penumbra al revelar apenas un puñado de detalles sobre los miembros de la banda. Hoy sabemos que la integraban en esencia dos creativos: el frontman Mike Milosh y el productor danés Robin Hannibal.

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Con la misma sutil pero inquebrantable voz con la que Milosh nos enamoró desde que escuchamos Woman, en 2013, el canadiense nos entrega un disco surgido de la ruptura: ya no hay rastro de Robin Hannibal, quien le dio forma al álbum debut y, de la mano de Milosh, escribió todas las canciones y estableció el concepto visual.

De hecho, su ausencia no es un asunto reciente. El danés no figuró en la alineación desde que la banda comenzó el tour de promoción de Woman.

En una entrevista con Billboard, Milosh adjudicó la lejanía de Hannibal a que "no toca ningún instrumento. Es más bien un tipo hábil con la computadora, así que nunca fue parte del show en vivo".

Por otro lado, Hannibal ha dicho que cuando se lanzó Woman, él recién había firmado con el sello Epic Records como miembro del dúo Quadron y no tenía permitido firmar con otra compañía.

El vacío que dejó Hannibal es evidente en Blood, aunque no necesariamente es un vacío negativo. De hecho, se trata del caso contrario.

Blood es un álbum notablemente menos melancólico que Woman. Una batería profunda y el sonido acaramelado de un piano eléctrico hacen de "Waste" un tema de apertura de contundencia brutal. En sus letras, sin embargo, Milosh mantiene la sencillez que le conocemos:

Such a waste I'm waiting out in this space.

Such a waste I'm waiting out in this.

Such a waste I'm waiting out in this place.

Such a waste I'm waiting out in this.

El de Hannibal no fue el único divorcio que experimentó Milosh en el proceso de producción de Blood. En 2016 se divorció de la actriz Alexa Nikolas, a quien había dedicado las canciones más melosas de Woman; "Waste" es la única canción del álbum que hace referencia a esa ruptura.


Pero en estos meses encontró el amor de nuevo. Hace más o menos un año y medio comenzó una relación con la artista californiana Geneviève Medow Jenkins, a quien fotografió para la portada del disco.

"Count to Five" coquetea de modo seductor con el funk y el boogie ochentero, pero sus armonías la anclan al R&B.

Mención especial merecen los músicos de Milosh, que elevan la calidad del concierto apenas se paran sobre el escenario. Ver en escena a la cellista y trombonista Claire Courchene —la más aplaudida, por cierto— es una delicia incomparable, mientras que Thomas Lea al violín hace el complemento ideal para la sección de cuerdas.

Milosh tiene una preferencia particular por tocar las percusiones durante los conciertos (tiene un pequeño set que lo acompaña al frente del escenario). Esa debilidad por los instrumentos rítmicos se deslizó también en varias canciones que priorizan los golpeteos contenidos, precisos como cronómetro.

"Please", "Stay Safe" y "Phoenix" son una experiencia renovadora si se escuchan con audífonos, pues la profundidad del bombo parece tocar las membranas más recónditas del aparato auditivo.

En esencia, Blood mantiene los elementos musicales por los que fue aclamado Woman: tempos lentos, armonías que tienden a la melancolía y arreglos diseñados para lucir los agudos de Milosh. No obstante, se percibe como un álbum más compacto que Woman, como un disco que merece ser escuchado de una sola vez y no por partes. Pero quizá lo más notable de Blood es que cada canción respira a su ritmo. Algunos toques de color incorporados por instrumentos que no le habíamos oído antes a Rhye y haber concebido el disco con una banda real y no en una computadora marcan una diferencia.

Si ésta es la forma en que Rhye resurge de la ruptura, si para producir esta música requiere cinco años, valió la pena la espera.



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