La ausencia de Eduardo del Río Rius mantiene tristes los corazones de los moneros. Considerado como uno de los más grandes caricaturistas en México y formador de generaciones, el súper macho, el perfecto ateo, será recordado en la FIL.
Durante el Encuentro Internacional de Caricatura e Historia, los artistas Antonio Helguera, El Fisgón y Rapé conversarán sobre la importancia de la obra de Rius en el panorama cultural mexicano, que abordó infinidad de temas como la política, la religión, la economía, la historia, el sexo, el futbol, desde la trinchera de la sátira para ser una espina en el sistema y la sociedad.
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"Rius transformó por completo la caricatura en la segunda mitad del siglo XX. Abrió el camino para la crítica. Antes de él, los caricaturistas mexicanos no hacían sátira de los gobernantes; era imposible. La mayoría se dedicaba a hacer retratos de la farándula, el cartón político de ese entonces era muy complaciente. Rius ganó el valioso espacio de la crítica en la caricatura política, la libertad de expresión", señala Helguera.
Para el caricaturista Boligán, Eduardo del Río fue un irreverente que, a través de sus trazos, plasmó sus fuertes convicciones y pensamientos: "Nos puso a reflexionar ante un mundo repleto de engaños y manipulaciones. Con simpatía y fluidez, creó un estilo propio para contar historias y realizar un puñado de valiosos libros, que por medio de un lenguaje simple, congruente y divertido, nos acompañarán por siempre".
El propio Rius se identificaba como miembro del Club de los Salmones, porque desde los 17 años nadó contra corriente. Al dibujo llegó por su afán autodidacta. Su primer libro fue Cuba para principiantes. "Logró llevar a la historieta de un puesto de periódicos, donde era una artesanía menor, a la librería donde se legitima. Aunque no hacía novela gráfica sino libro ensayo, es el padre del álbum mexicano", comenta el escritor e ilustrador BEF.
"Fue un protagonista para desarrollar la historieta didáctica, se ponía a explicar temas tan densos de una forma tan amena. Mencionaba que Steinberg lo inspiró para darse cuenta que no tenía que ser un dibujante muy perro para empezar a crear cosas distintas. De manera magistral logró hacer una obra enorme con muchísimos vericuetos, con simpatía pero sobre todo con una gran valentía respecto a sus posiciones políticas", apunta JIS.
De acuerdo a BEF, Rius fue un educador no formal del pueblo mexicano. Pero, a decir de sus propios colegas, a través de su estilo y con la creación de revistas de humor político como La garrapata, Los Agachados y El Chamuco y los Hijos del Averno, formó generaciones de caricaturistas. "Enfrentó mucha censura en sus inicios. Suena sencillo, pero se atrevió a crear sus propios medios. Sus revistas fueron semilleros de otros caricaturistas. De La garrapata surgieron grandes artistas como Helioflores y Rogelio Naranjo. Pero también le dio espacio a jóvenes generaciones como Rapé, que la semana pasada ganó el Premio Nacional de Periodismo", recuerda Helguera.[OBJECT]
"Fue un gran divulgador", comenta BEF, "muy generoso con el conocimiento; apoyaba a los dibujantes jóvenes, una gran persona con un sentido del humor desparpajado y con la sencillez que solo los grandes pueden tener. Si tuviera que reducirlo a una palabra diría que fue un maestro generoso".
La obra del súper macho atravesó la frontera mexicana. El caricaturista argentino Ricardo Liniers recuerda cómo la manera de dibujar de Rius influyó en su laboratorio cerebral: "Conozco mucha gente que dibuja bien pero muy pocos que sean divertidos; dibujar gracioso es otro nivel, es un talento más original que el dibujar. Los dibujos de Rius son divertidos en sí mismos".
En 31 ediciones, es la primera vez que la FIL abre una página para las viñetas, con la apertura del Salón del Cómic y la Novela Gráfica: un espacio dedicado para conocer novedades editoriales y la oferta artística de Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, España y México. El salón principal fue bautizado con el nombre de Rius, donde lo recordarán sus amigos.
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"Fue un hombre honesto e independiente, con capacidad de regeneración y análisis constante que le permitió rectificar criterios al calor del tiempo. Se autodenominaba 'comunista, ateo y vegetariano', sin que esto le impidiera opinar fuertemente sobre la revolución cubana, tener cercanos y entrañables amigos religiosos y, hasta un día, probar un suculento taco de carnitas", concluye Boligán.
RSE