“En 1998, mientras estudiaba, tuve la oportunidad de participar en el Concurso de Instalación y Ambientación Exteresa Arte Actual. Este concurso tenía una reglamentación bastante peculiar y estricta. Para empezar, los participantes debíamos crear un proyecto utilizando al menos el 85 por ciento de materiales desechados del Instituto Nacional de Bellas Artes. Las bodegas del instituto estaban llenas de una variedad de artículos, desde sillas, escritorios, anaqueles, papel, archivos muertos, hasta materiales de mantenimiento como alambres, tubos y cables. Solo 15 por ciento de materiales adicionales podían ser integrados en el proyecto”, compartió en exclusiva Rivelino.
El año era 1998, y un joven estudiante de arte llamado José Rivelino Moreno Valle, conocido artísticamente como Rivelino, estaba a punto de embarcarse en un proyecto que definiría su carrera artística. En ese momento, Rivelino tenía 24 años y estaba a punto de cumplir 25. Junto con un grupo de amigos conocidos como Bicuyubas (bi’cu’ yu’ba’), una palabra zapoteca que significa 'perro rabioso', se preparaban para participar en el Concurso de Instalación y Ambientación Exteresa Arte Actual.
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Rivelino recuerda con claridad la emoción y el desafío que este concurso representaba. “Tenías que armar tu proyecto con todo lo que encontrabas en esas bodegas. Había de todo: alambre, papel de todo tipo, incluso materiales relacionados con el arte y los edificios”, comenta. La experiencia no solo requirió creatividad, sino también una capacidad para ver el potencial en lo que otros consideraban basura.
El proyecto de Bicuyubas no solo cumplió con las expectativas, sino que superó a muchos otros. “La sorpresa fue que nos quedamos con un proyecto que nos quedó muy bien y fuimos seleccionados entre muchísimos participantes”, recuerda Rivelino. Esta primera intervención fue una prueba de fuego que consolidó su determinación y pasión por el arte.
Para Rivelino, esta experiencia fue mucho más que una simple competencia; fue un despertar artístico que lo impulsó a seguir explorando y desafiando los límites de su creatividad. La capacidad de transformar materiales desechados en una obra de arte no solo demostró su habilidad técnica, sino también su visión única y su compromiso con el arte como una forma de diálogo y transformación.
“El desafío más grande fue la limitación de no poder dañar las paredes o estructuras del edificio, lo que nos llevó a ingeniosas soluciones de montaje. Descubrimos una argolla en el centro del domo, que probablemente sostenía un candil en tiempos coloniales, y contratamos a un arquero profesional de Jalisco para que disparara una flecha con un hilo a través del domo. Con este hilo comenzamos a subir cuerdas más gruesas y creamos una red que soportaría los componentes de la instalación sin comprometer la arquitectura del lugar. El proceso fue laborioso y nos tomó una semana completar la instalación. La experiencia fue extremadamente educativa y desafiante, ya que nos enseñó a gestionar materiales, planificar el montaje y respetar las limitaciones de conservación del espacio”.
“Aunque no ganamos, esa intervención fue crucial en mi desarrollo artístico, marcando el inicio de una trayectoria que mantengo hasta hoy. El reto de no poder usar andamios ni escaleras hizo que cada paso del montaje fuera una hazaña de creatividad y precisión, desde la contratación del arquero hasta la construcción de una red autoportante. Este proceso no solo puso a prueba nuestras habilidades técnicas, sino también nuestra capacidad para innovar bajo restricciones severas. Este proyecto inicial sigue influyendo en cómo concibo y realizo mis obras, siempre buscando la armonía entre el arte y el espacio que lo alberga, manteniendo una profunda consideración por el entorno y las normas de conservación”.
Una vez terminada esta intervención inicial, Rivelino continuó desarrollando su carrera artística con proyectos cada vez más ambiciosos. La obra monumental Tú se exhibe en el Museo Nacional de Antropología (MNA) para celebrar el 60 aniversario del recinto. Esta pieza, que estará expuesta hasta el 26 de agosto de 2024 en la explanada principal del museo, cuestiona conceptos como igualdad y otredad, volviendo al público protagonista de la obra. Tú ha recorrido múltiples geografías e interactuado con millones de personas en países como Inglaterra, Alemania, Bélgica, Rusia, España, Italia y Estados Unidos, entre otros. Compuesta por dos dedos índices gigantes de color blanco, de 30 toneladas de peso y 17 metros de largo, la instalación invita a los espectadores a reflexionar sobre su postura ante temas cruciales como la igualdad entre seres humanos.
Rivelino, nacido en San José de Gracia, Jalisco, en 1973, ha desarrollado desde los años 90 una propuesta artística que se distingue por la investigación de las posibilidades estéticas y de comunicación en distintos niveles en el género del relieve. Es uno de los artistas mexicanos más activos en el campo de la intervención en el espacio urbano. Su trabajo irrumpe en la vía pública, mediando entre la velocidad de los hechos y la vida cotidiana con obras abiertas pero directas, involucrando a todos de alguna manera.
En la primera mitad de la década de los noventa asistió a cursos en la Escuela de Cerámica del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y realizó prácticas en diversos talleres donde trabajó con barro, madera, papel, algodón, mármol, bronce y acero, además de aprender sobre restauración. Con una formación más autodidacta basada en la experimentación y el análisis, ha logrado desarrollar y consolidar un estilo propio.
Con más de 18 años de trabajo, Rivelino cuenta con más de 60 muestras colectivas y 35 individuales en México y el extranjero. En 2010 participó en la Expo Universal Shanghái con la obra de gran formato Diálogos naturales. En 2011 presentó la muestra Esencia nómada en el Museo de Arte de Querétaro, y ese mismo año inauguró la Galería de Arte de la Secretaría de Economía con la exhibición Límites y consecuencias.
Hoy en día, Rivelino es reconocido por sus intervenciones artísticas que invitan a la reflexión y al diálogo, pero sus inicios humildes en las bodegas del INBA siguen siendo una fuente de inspiración y un recordatorio de que el arte puede surgir de los lugares más inesperados.
PCL