Rob Halford hace su “Confesión” en este libro, que se siente como un track de Judas: fuerte, rápido y pesado.
La autobiografía de un verdadero quién es quién en la cultura popular, y sobre todo en la imaginería del heavy metal, quien contribuyó a crearla y definirla como el vocalista de Judas Priest.
Y enseguida algunos fragmentos de este increíble viaje por sus memorias, del que hay más, pero aquí una selección enfocada en planos musicales: sus orígenes, influencias, cómo conoció a Judas Priest, así como dos de sus himnos:
G. & R. Thomas Ltd., la fábrica infernal que le valió su apodo a Black Country, donde creció:
“Pasar por delante de los altos hornos de camino al cole era una prueba de resistencia a la que no siempre estaba seguro de sobrevivir. Los vapores asfixiantes que emanaban de la fábrica y se propagaban por el canal eran increíblemente tóxicos. Si el viento te venía de cara —lo cual siempre parecía ser el caso—, finas partículas de arena en suspensión se te metían en los ojos y no había quién se las quitara en días. Aquello dolía de veras.
“Siempre he dicho que pude oler y saborear el metal pesado mucho antes de que se inventara el heavy metal”.
Ian Gillan y Robert Plant: “Fue increíblemente emocionante escucharlos. Cuando descubrí lo que hacían, me dije: ‘Eso es. Esta es la música que quiero hacer yo’. (...) Pero oír a Plant y a Gillan lo cambió todo para mí. Ahora, de repente, quería ser cantante”.
Judas Priest: “los había visto una vez en directo, en algún garito de Birmingham, hacía aproximadamente un año. Lo que mejor recordaba de aquel bolo era a su nuevo guitarrista, Ken Downing, y lo bien que lucía Ian tocando el bajo, con lo delgado que era y su larga melena hasta la cintura. También recuerdo haber pensado que, sin lugar a dudas, tenían algo”.
Discos, influencias, origen del “British Steel” : “En Judas Priest siempre habíamos estado al tanto de lo que se cocía a nuestro alrededor en el ambiente musical. Aunque no formáramos ni mucho menos parte del fenómeno punk, le habíamos prestado atención, y creo que sus canciones enérgicas y concisas de dos o tres minutos plantaron una semilla que floreció en ‘British Steel’.
“Tom nos ayudó a perfeccionar el proceso que habíamos iniciado con ‘Sin After Sin’, despojando nuestros temas de todo lo accesorio hasta dejarlas reducidas a su reluciente y férreo núcleo metálico. Las pulíamos hasta el hueso: nuestro lema era ‘lo mínimo es lo máximo’.
“Breaking the Law”, éxito de 1980: “Un tema de inspiración muy punki que escribimos nada más empezar fue ‘Breaking the Law’. Judas Priest nunca ha sido una banda que se meta en política, no es nuestro rollo, pero aquella canción fue, sin lugar a dudas, un claro ejemplo de comentario social.
“Como siempre he sido apolítico, recibí con bastante indiferencia la llegada al poder de Margaret Thatcher el año anterior, más allá de ser vagamente consciente de lo relevante que era tener por primera vez a una mujer como primer ministro. Sin embargo, le bastaron unos pocos meses de mandato para dejarnos claro que la situación se estaba poniendo muy fea.
“La industria pesada y la automovilística estaban pasando por grandes apuros tanto en las Midlands como en el resto del país. Se empezaba a hablar ya de la reconversión industrial y el desempleo se estaba disparando. Lo peor de todo fue que millones de jóvenes habían perdido la esperanza y se sentían ignorados
“Cuando escribí la letra de ‘Breaking the Law’, intenté ponerme en el pellejo de un chaval sin trabajo que las estaba pasando canutas:
There I was completely wasting, out of work and
down,
All inside it’s so frustrating as I drift from town to
town,
Feel as though nobody cares if I live or die”.
(“Allí estaba, echándome a perder, desempleado y deprimido / La
frustración me carcome mientras vago de ciudad en ciudad / Sintiendo que a nadie le importa si vivo o muero”.)
“No pretendía erigirme en portavoz de nadie: nunca lo he hecho. Sin embargo, quise documentar y reflejar de alguna manera la privación de derechos, la rabia y la anarquía que veía a mi alrededor”.
Un hit rápido y heavy, de 1986:
“Una marca de instrumentos estadunidense le había enviado a Glenn una novedosa guitarra con sintetizador llamada Hamer A7 Phantom.
“Cuando encendió la pedalera al principio de un tema en el que estábamos trabajando, produjo un rugido como el de una moto. ‘¡Oye, eso suena como un turbo acelerando!’, comenté. Aquel momento nos brindó el título para el LP y la canción se convirtió en ‘Turbo Lover’:
“I’m your turbo lover,
Tell me there’s no other.
“(Soy tu amante turbo / Dime que no hay otro)”.
Pero estos son solo breves destellos de estas memorias completas, que recogen su increíble viaje desde una pequeña casa de protección oficial en el barrio humilde de Walsall, en Inglaterra, hasta el estrellato en el rock, tanto dentro como fuera de Judas Priest, la banda que lo categorizó en leyenda.
Pero es también un viaje marcado por el alcoholismo, visitas a la cárcel, disparatados escarceos amorosos, polémicas judiciales (como aquella demanda en los años 80 a Judas Priest), errores de comunicación y tragedias personales.
Y lo indica el mismo Halford, tras un camino sobre la estela de fuego por fin alcanzó la estabilidad y el amor gracias al poder de la “Confesión”. El relato de Rob Halford no podría ser otro, igual de demandante que la música que practica: “emocionante, divertido, perturbador y hasta terrorífico”, así lo firma.
Y desde luego siempre va a ser atractivo ver a Rob Halford con Judas Priest sobre el escenario, donde escribe otras memorias, las de 50 años de heavy metal, conmemoración actual que exalta el contacto directo y electrizante con los fans.
Y así llega como uno de los actos estelares del Monterrey Metal Fest, que regresa con toda su fuerza el próximo 6 de diciembre en el estadio Mobil Super. Más detalles en:
https://es-la.facebook.com/dvmusicshop/