Roberto Rébora: “La pintura es la huella de su presente histórico”

El artista está preparando su próxima exposición en Francia; actualmente su obra forma parte de una muestra en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.

Roberto Rébora / Foto: Especial
Ciudad de México /

Para Roberto Rébora (Guadalajara, 1963), en una temporalidad donde estamos en constante bombardeo de imágenes, la pintura “es esencial en todo momento, particularmente el día de hoy porque es la huella de su presente histórico”, dice el artista mexicano vía telefónica desde Francia.

Y se cuestiona: “¿Por qué razón? Porque hay una intención que sostiene el ejercicio desde el pulso y el recurso emocional, y este hecho genera una relación con el presente que es el retrato, la huella de su tiempo, de la transmisión humana tan directa como el ejercicio del tacto que es la pintura. De ahí que en un momento y en un mundo donde estamos invadidos de imágenes, la pintura, que requiere tiempo de ejecución y por lo tanto reflexión y concentración de las emociones, sea un documento insustituible en el mundo actual”.

Y es que el ejercicio y el análisis artístico surgió desde que tenía entre 13 y 14 años, cuando visitó el Hospicio Cabañas y se enfrentó al trabajo de quien llama “mi padre tirano”: la obra de José Clemente Orozco. Los trazos contundentes del muralista fueron el inicio en el camino que se convertiría en más de 30 años de trayectoria.

Además de la obra Arboleda, pieza con la que participa en la exposición Vlady, revolución y disidencia, dedicada a su maestro Vlady Kibalchich, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, Roberto Rébora prepara su próximo proyecto, el cual comenzó a partir de unos dibujos que formaron parte de la exposición Suite Tours, en la ciudad de Tours, Francia.

Fueron unos dibujos eróticos que resultaron un poco polémicos. A partir de esa exposición busqué la manera de representar la fragmentación que vivimos actualmente de frente a la voracidad de estímulos y de información que circula en el aire a través de las redes de comunicación. Esa fragmentación la he podido llevar hasta el límite que me ha sido posible hacerlo. He estado desarrollando eso: una parte de la exposición que presentaré en junio aquí en Francia, aquí en Tours, que es una selección de esos cuadros”.

Foto: Especial

Cercanía creativa

La trayectoria de Roberto Rébora es de una constante conexión artística: fue alumno de Vlady, amigo de Juan Soriano y retrató al arquitecto Teodoro González de León, obra que se encuentra en El Colegio Nacional.

Pero el camino no ha sido sencillo. “Conocí a Teodoro en el círculo privado de Juan Soriano; a él lo conocí cuando coincidimos en Ciudad de México. En una conversación Teodoro me dijo que en El Colegio Nacional había la tradición de solicitar un retrato de sus miembros, y que si me interesaba hacerlo y para mí fue un ofrecimiento sumamente exigente. Es decir: la personalidad de Teodoro era imponente”.

Recuerda que le hizo un primer retrato que no le gustó: “Me dijo: ‘No soy’, y para mí fue una derrota. Sin embargo, secretamente continué haciendo otro retrato, una segunda versión, la que hoy está en El Colegio Nacional. Estuve desarrollándolo por mi cuenta y cuando lo concluí vi que le causó cierta impresión; después envió a mi taller a no pocas personas a ver el retrato y por unanimidad se celebró y fue adquirido por El Colegio Nacional”.

Sobre Vlady, quien fue su maestro, rememora que lo conoció porque estuvo en una exposición que se realizó en Bellas Artes, en 1996. Se trataba de una revisión del movimiento de la ruptura mexicana, del que Vlady fue “el incitador, el instigador”.

“Esta exposición detonó en mi interior, por la impresión que me generó el trabajo de Vlady, porque así lo entendí y con los años confirmé. El hecho era: el pasado vuelto modernidad, es decir, los grandes valores de la pintura histórica, europea, en Vlady encontraron un ejecutor, un ejecutante moderno y ese hecho me llamó profundamente la atención porque para mí era evidente que había valores que pertenecían a la tradición de la pintura, a los más grandes pintores de la historia”.
Foto: Especial

El artista reconoce que su maestro cambió el destino de su vida porque su generación estaba más interesada en el arte conceptual, mientras que él, “a raíz del influjo de Vlady profundicé justamente en el sentido contrario: en el pasado y en la tradición”.

Dedicado en cuerpo y alma

¿Ha cambiado su perspectiva sobre el arte?, se le pregunta. “Sí, con los años cambió completamente. Por decirlo así: yo estaba más cercano a la pintura que José Clemente Orozco heredó, que es la pintura de los primeros grandes pintores toscanos, pero conocer a Vlady me permitió apasionarme del todo en una ruta que incluso me permitió que me dedicara en cuerpo y alma a mi trabajo toda la vida”.

hc

  • Viridiana Contreras
  • viridiana.contreras@milenio.com
  • Reportera y coeditora. Licencia en Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón (UNAM). Doce años en el periodismo cultural.

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