AMIGO BRONCO
“Un caballo con patas de oro, con patas de papel”, una canción escrita con el corazón, la memoria de un hermano muerto, un hermano que era un caballo bronco. Gil rivera, compositor, se le salen las lágrimas al ver el dibujo de Román Miranda, al ver ese caballo perfecto, rostro noble, mirada leal, los artistas se dan un abrazo. “Mi hermano mayor, mi hermano Juan, a quien le decían el Bronco por su forma de ser, un muchacho drogadicto, con muchos problemas existenciales, que siempre tuvo problemas en su vida para poder realizarse” nos revela Gil.
La música, las canciones, son un puente entre la memoria y las emociones que permite sacarlas y entregarlas a millones de personas, que la cantan y se funde en sus vidas. “Cuando empiezo a hacer este dibujo, percibes y empiezas a notar cosas distintas en la letra, se está hablando de un caballo, pero es aplicable a muchas otras relaciones. Es el duelo, la pérdida, es la amistad”, en ese momento, la canción es de Román y el dibujo es de Gil, es la generosidad del arte, que podemos hacer nuestro, que se reescribe con nuestras experiencias.
La conversación es el encuentro de dos creadores que se entregan en cada obra, la llevan al límite de sus fuerzas, emocionales y artísticas, se emana camaradería. “Es una extraordinaria sorpresa para mí. Creo que yo mismo no podría haber imaginado gráficamente esto, como la interpretación de una canción como la que Dios me permitió escribir”, dice Gil sobre la obra de Román. El dibujante se convierte en un intérprete de la canción, los compositores están acostumbrados a que sus canciones se interpreten con voz, en esta ocasión, las canciones están interpretadas con dibujos.
“Es un fenómeno la canción Mi amigo Bronco, es a nivel colectivo. A mí me pasó esto al hacerla, de poderme meter, y llegué de tal manera a hacerla individual. El proceso mental que puede surgir de acá, pero también de la víscera, que es realmente de donde salen las obras. Cuando hacemos las cosas de manera demasiado cerebrales, se vuelven frías”, el arte es pasión, afirma Román, surge de las entrañas y es ahí en donde entra cuando el espectador lo hace suyo, “puede haber virtuosismo técnico, pero se te queda en eso, tiene que haber algo más allá, el corazón, el sentimiento, la víscera”.
“Quiero decir a los artistas, a los creadores, que, si ellos tratan de meterse en el personaje y vivirlo y llorar con él o reír con él, todo lo que hagan será desde adentro, volverse el personaje, entonces su obra va a causar en el receptor lo que este dibujo ha causado en mí” se despide Gil, autor inspirado, y nos vamos con la lección de que el arte es la irrevocable decisión de dar.