Hace un par de años, la escritora española Marta Sanz había adelantado ciertas preguntas e incertidumbres presentes en la novela Farándula (Anagrama, 2015) en un ensayo que se tituló "No tan incendiario", recreadas en la ficción a partir del mundo del espectáculo, pero que puede ampliarse a muchos otros sectores de la sociedad.
"Ver es una manera de vivir y creo que el trabajo fundamental de los escritores consiste en saber mirar: tiene que ver con su capacidad de observación de la realidad y luego filtrar eso a través del lenguaje, para poderlo comunicar a los demás, pero también es muy importante utilizar microscopios y catalejos", comenta la narradora en entrevista a propósito de su más reciente libro, Farándula, con el que obtuvo el Premio Herralde de Novela 2015.
Si bien en la obra pone la mirada de una manera muy centralizada y detallista en el mundo del espectáculo, la apuesta principal de Marta Sanz es abrir el plano para tener una visión de conjunto de toda la sociedad y "de lo que podrían ser sus mayores lacras, sus mayores vicios".
"La crisis es a nivel global, pero de lo que nos olvidamos a veces, por eso quería hablar del mundo de los actores, es que dentro de las profesiones del espectáculo, dentro del arte, de las profesiones culturales, también funciona el concepto de clase social y hay gente que tiene muchos privilegios, hay quien pertenece a una clase media de su oficio y hay gente que está en el proletariado o en la precariedad más absoluta de su profesión."
Una reflexión que surge del convencimiento de que quienes se dedican a la cultura y al espectáculo, están en una especie de sobreexposición mediática, que los convierte en personas muy vulnerables, a menudo de manera muy injusta, dice la escritora española, aun cuando hay quienes "se merecen las iras o los resentimientos que puedan causar en una sociedad, pero hay ocasiones en las que se mete a todo el mundo dentro del mismo saco y eso no es justo".
El fantasma de la escritura
Farándula puede ser una historia, pero al mismo tiempo muchas historias. Incluso parte de recoger lo que Marta Sanz define como el anecdotario, la peripecia vital de tres generaciones de actrices: Ana Urrutia, la gran dama del teatro en la época del franquismo, una mujer contracorriente, que asume ciertos valores masculinos.
Una generación intermedia representada por Valeria Falcón, la de la lucidez, que de repente llega a la conclusión de que el conocimiento, a veces, produce dolor, pero que la cultura puede llegar a ser una herramienta de transformación de la sociedad y, en tercer lugar, está la figura de Natalia de Miguel, una chica de hoy, que se adapta al medio con una inteligencia muy especial "al punto de que cuando acabas de leer no sabes si es la más tonta o la más lista de la novela".
"Es una sátira en la que algunos personajes se los retrata con compasión, con cierta piedad, se los intenta entender a todos, porque de lo que se trata es de explicar la perversidad del mundo que están habitando todos esos personajes."
Sin embargo, la elección del universo del espectáculo tuvo una razón muy clara para Marta Sanza: es muy representativo del mundo en el que vivimos, que por fuera está lleno de glamur, de brillo, de esplendor, pero por dentro esconde miseria, podredumbre, desigualdades, pobrezas de todo tipo.
"Pero además, he utilizado la farándula porque en el fondo quería hablar de la escritura en general, del mundo de la literatura. Necesitaba distanciarme, no hablar tan desde dentro de la profesión y del mundo del escritor, de modo que me serví del mundo del teatro para tomar un poco de distancia y procurar ver mejor las cosas y no aturullarme", en palabras de Marta Sanz, quien presenta Farándula hoy, a las 19:00 horas en el Centro de Lectura Xavier Villaurrutia (Nuevo León 91, Condesa), con los comentarios de Anamari Gomís, Julia Santibáñez y Laura Martínez Belli.