Además de ser el santo al que le piden o rezan los que necesitan encontrar algo que han perdido o los que están buscando pareja, a San Antonio de Padua se le considera como el patrón de los albañiles.
La razón por la cual los trabajadores de la construcción se le encomiendan es porque consideran que los cuida o protege para evitar un accidente laboral, especialmente porque este trabajo presenta un alto riesgo de caída o de sufrir fracturas.
Esta relación con los empleados de este sector, se originó por su milagro más famoso. La historia indica que en la ciudad de Padua, Italia, un joven de nombre Leonardo pateó a su propia madre en un arranque de ira.
Arrepentido, confesó su falta a San Antonio quien le dijo: “El pie de aquel que patea a su propia madre, merece ser cortado”.
Tras escuchar lo anterior, Leonardo corrió a su casa y ahí, se cortó el pie. Enterado de esto, San Antonio tomó el miembro amputado del joven y milagrosamente lo reunió al cuerpo.
Al difundirse esta historia paulatinamente originó que se diera su nombramiento como patrón de los albañiles.
San Antonio de Padua nació en 1195 en Lisboa, Portugal. Se llamaba Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo. A los 25 años adoptó el nombre de Antonio cuando se hizo franciscano.
A los 15 años ingresó a los Canónigos Regulares de San Agustín. Diez años después ingresó a los Frailes Menores Franciscano. Es por ello que se considera que fue agustino y luego, franciscano.
El papa León XII lo llamó “el santo de todo el mundo” porque por todas partes se puede encontrar su imagen y devoción. Esto ocurre porque es el patrón de los pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros.
El 13 de junio de cada año se celebra el día de San Antonio de Padua, quien destaca porque su canonización fue una de las más rápidas de la historia. El Papa Gregorio IX lo canonizó en menos de un año después de su muerte. Esto ocurrió en Pentecostés, el 30 de Mayo de 1232.
CHM