En la primera parte que este medio dedicó a hablar del Barrio de San Juan de Dios, se mencionó que algunos entrevistados señalan que sus límites son de la calle República a la avenida Revolución y de la Calzada Independencia a Calzada del Ejército o Belisario Domínguez y se dijo que con la demolición de varias casas y edificios que dio paso a la construcción de la Plaza Tapatía se asestó un golpe atroz a la identidad de uno de los barrios más tradicionales y activos de Guadalajara.
(El Mercado Libertad)
Actualmente muchos de sus cines permanecen cerrados, algunos de ellos se convirtieron en plazas comerciales y estacionamientos, apenas sobreviven un número reducido de las tantas sastrerías, peleterías, boticas, cantinas, hoteles, prostíbulos y centros nocturnos. Hay otros que desaparecieron casi por completo como los mesones y los baños públicos, así como coliseos y centros de recreación importantes como la Plaza de Toros El Progreso, elementos que hicieron de esa zona una de las más activas del siglo XX hasta los años 80. Actualmente prevalecen el Mercado Libertad, la Plaza de los Mariachis, la Arena Coliseo y el Instituto Cultural Cabañas (ICC) como edificios icónicos del barrio a la par de sus iglesias, lo demás ha cambiado tanto, según los entrevistados, que se ha vuelto irreconocible.
A continuación se presentan algunas reflexiones de vecinos añejos, algunos de ellos artistas o promotores culturales que continúan ligados a esa zona de la ciudad y que esbozan un San Juan de Dios que no para de sufrir transformaciones.
El Tercer Grupo, el Centro Cultural entre Analco y San Juan de Dios
Moisés Orozco, director de teatro y fundador del centro artístico y cultural El tercer grupo, ubicado en Calzada del Ejercito 226-A comentó que mucho de lo que para él han significado Analco y San Juan de Dios puede encontrarse en la única obra de teatro que ha escrito titulada Analco, al otro lado del rio, un montaje que fue el detonante para fundar su propio centro cultural en 2012.
Al encontrar poco apoyo por parte de instituciones culturales, el director de teatro ha buscado desde entonces impulsar la cultura en dicha zona y apoyar artistas independientes. El Centro Cultural El tercer grupo, fue la casa de la infancia de Moisés Orozco y sus hermanos. ¿Pero quién iba a venir hasta acá?, dijo entre risas y se contestó: “Al principio tratamos de traer gente pero no fue fácil, la gente de aquí no está acostumbrada a estos espacios culturales, la gente que más recibimos son personas de otras zonas. Una ventaja que ofrece el lugar es que tiene un estacionamiento amplio y eso ya ofrece mucha seguridad respecto a una zona que es insegura”.
San Juan de Dios, más allá del barrio, es una obra del destacado dramaturgo jalisciense Hugo Salcedo, que Orozco adaptó y la llevo a escena en 2011, ‘‘Es una obra que recrea la historia del barrio, uno que era el centro de prostitución más grande de América Latina en los años sesentas y setentas. Era obligado venir a conocer, había cabaret y centros nocturnos con presentaciones importantes, era puro folclor tapatío. “Eso y el morbo de la historia, hicieron que la obra tuviera mucho éxito”, comentó.
Para Orozco, el barrio de San Juan de Dios ha sido por décadas un lugar inseguro. Aun así asegura que conforme pasa el tiempo el panorama para su centro cultural se vuelve más positivo a pesar de estar enclavado en una zona así, en la que también hay muchas fincas vacías. Actualmente cuentan con talleres todos los sábados por la mañana donde se enseñan conocimientos básicos de teatro. Son cursos dirigidos a personas mayores de 13 años. ‘‘Los jóvenes pueden tener opciones, y no dejarse ir por consumir drogas o dedicarse la violencia, la gente con estos espacios puede conocer, documentarse e interesarse por la cultura. Me parece que el meollo del asunto sigue siendo que tanto el gobierno como los medios deben ayudar a promover este tipo de iniciativas”.
(El Instituto Cultural Cabañas)
El barrio que murió cuando demolieron su Plaza de Toros
Ramón Macías Mora, músico y escritor columnista de este diario, quien nació en el barrio de San Juan de Dios y ha vivido por décadas a unas cuadras del ICC, opinó que el Barrio de San Juan de Dios se perdió. En su libro El Signo de la Fiesta, EGARTORRE libros de Madrid. Madrid:1996, menciona que el barrio… es una célula en la que al parecer son determinantes varios principios de asociación a los cuales hace alusión el arquitecto Domingo García Ramos quien en su libro Iniciación al urbanismo, UNAM, México 1974, escribe: ”El hombre tiende a unirse con aquellos seres que le son más afines, esta afinidad determina una serie de factores que identifican a su vez al grupo como son: Origen étnico, las creencias religiosas, la expresión lingüística y los giros fonéticos, y la visión o concepto que tiene con respecto al mundo y su entorno. Asimismo, una de las características es su cohesión social interna y la integración cultural de sus habitantes sustentada en una identidad colectiva muy arraigada… El barrio en la actualidad, está conformado por habitantes de diversos orígenes, casi por lo general emigrantes del campo con arraigo a la ciudad y nativos consuetudinarios de la urbe. Sin embargo, la tendencia por adoptar los tipos de edificación y urbanización norteamericana (ciudad industrial y ciudad cibernética), han modificado notablemente el concepto barrial especialmente en los países del llamado tercer mundo.
Macías rememoró que el investigador Sergio Alcántara Ferrer en su libro La identidad cultural en el barrio del Santuario: Orígenes, Capítulos de Historia de Guadalajara, H. Ayuntamiento de Guadalajara, 1992, dice: “La visión de la ciudad a partir de sus barrios permite identificar, por un lado, algunas de las pautas de su cultura que son compartidas por la gran mayoría de su población, y por otro, permite identificar y explicar también la forma como la población de estos microcosmos adquiere y fortalece o modifica y pierde los componentes de su identidad cultural colectiva que distinguen a esas unidades socioespaciales entre sí”. De acuerdo a las citas anteriores el guitarrista y escritor deduce: “Para el caso de la ciudad de Guadalajara cuya tradición taurina y su afición por las corridas de toros ha mermado en la actualidad notablemente, se maneja la hipótesis de que al ser flagelado substancialmente el barrio de San Juan de Dios, se destruyó junto con la plaza de toros del Progreso construida a mediados del siglo XIX, o por lo menos se transformó, el concepto que se había arraigado generación tras generación, relacionado con el espectáculo taurino y la pérdida notable de su identidad del barrio en torno a éste”.
Piden a autoridades que desarrollen programas culturales en la zona
En entrevistas anteriores Aldo Villarelo, pintor y vitralista, quien vive muy cerca del ICC comentó que aún recuerda cuando tenía 25 años y era estudiante de pintura de dicho recinto. “Vi como mucha gente comenzó a irse, vendió su casa y proliferaron los negocios. Aquí entre ocho y nueve de la noche la zona se pone vacía. Es una lástima porque hay muy buenas casas, pero solas. Hay iglesias históricas, pero es difícil mantenerlas porque el barrio se va quedando solo.
“No hay mantenimiento en las banquetas. El riesgo es latente por la noche ya que es zona de comercio ilegal. No hay programas culturales por parte del gobierno. Lo único que había eran los talleres del Cabañas con artistas como Genaro Velasco y Cuca Vaca. Los desaparecieron y creo que fue un error, la gente de alrededor aprovechaba los talleres. El mercado es un gran potencial, podrían crearse escuelas de oficios y podrían proliferar muchos hostales y crear proyectos enfocados a la creación de artesanías”.
Para Jorge Triana, director del Festival Divercine y profesor de la Primaria Urbana 82, la opción es aprovechar al máximo los programas que pueda tener la Secretaría de Educación Jalisco. En el plantel que trabaja acuden cerca de 150 niños y han realizado actividades que conectan a los niños con el Instituto Cultural Cabañas. En sus aulas atienden a niños que hay en la zona procedentes como el orfanato 12 piedritas.
Hogar dulce hogar: La Casa de Don Nico
Así como había “casas de putas” para los hombres que a contratar los servicios de mujeres, también en el barrio de San Juan de Dios, coexistieron viviendas donde los caballeros buscaban sexo con otros varones. Todavía a mediados de los noventas del siglo pasado sobrevivía el último hogar: La Casa de Don Nico, ubicada en la arteria de Gomez Farías entre las calles Antonio Rosales y Clavel, en la acera norte. Funcionaba de lunes a domingo, pero los fines de semana, especialmente el sábado por la tarde era la hora de mayor concurrencia y de algarabía.
Se transitaba por un largo y angosto pasillo, entre ancestrales macetas y sillas, que desembocaba en la minúscula cocina-comedor donde Don Nico daba la bienvenida y allí, si eras un cliente nuevo, te explicaba las reglas de la morada y si ya eras un viejo conocido se te ofrecía algo de beber que se anotaba en una libreta junto al nombre del cliente.
El humilde, pero bien aseado hogar de Don Nico tenía una amplia reputación de discreción y confianza entre los clientes de la Guadalajara de la segunda mitad del siglo XX por el secreto a voces con que operaba y el estricto control de su funcionamiento. Las reglas de la Casa eran tan rígidas como lo eran las reglas de cualquier hogar tapatío. Se respetaban porque si no eras expulsado sin miramientos, tanto por usuarios como por los pupilos.
Y es que Don Nico las había ido perfilando desde que prestó por primera vez su habitación en la vecindad donde rentaba frente al mercado de San Juan de Dios y donde trabajaba como cargador. Fue un cliente que le pidió su cuarto para platicar con un amigo. Y después ese cliente le envió a otros, entonces rentó otra habitación de la vecindad que usó exclusivamente para arrendarla y con el paso de los años acabó rentando toda la vecindad para el mismo fin. Eran los años cuarenta.
De enfrente del mercado se trasladó hasta la avenida Belisario Domínguez, a un costado del Cuartel Colorado y luego en mero enfrente de la escuela militar. Los años más épicos de la Casa de Don Nico: Las décadas de los sesentas y setentas. Y en el posterior periodo compró la casita de Gómez Farías. Que si ¿era la única casa en San Juan de Dios de ese tipo de giro? la respuesta era no, pero no sobrevivían por el relajo de los clientes porque los jotos ¡qué escandalosos son! Y en la casa de Don Nico sólo se aceptaban puros caballeros. Jaime Aurelio Casillas Franco, Escritor y curador de Arte.
Con información de Frida Valdivia.
MC