En estas fiestas decembrinas, además del árbol adornado con esferas, las luces led que cuelgan de las ventanas y los regalos envueltos de formas llamativas, no falta la figura del viejo bonachón y gordinflón vestido de rojo: el mítico Santa Claus.
Aunque este entrañable personaje, también conocido como Papá Noel o San Nicolás, no siempre fue un símbolo de la Navidad en el país, pues en 1930 el gobierno lo reemplazó por la figura del dios mesoamericano Quetzalcóatl.
Esta medida fue impulsada por el presidente Pascual Ortiz Rubio, del Partido Nacional Revolucionario, con el fin de exaltar la cultura nacional ante las influencias extranjeras.
El sitio web del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca recoge una declaración del entonces titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Carlos Trejo y Lerdo de Tejada, sobre este suceso:
"Ayer tuve el honor de comer con el señor Presidente de la República y durante la comida acordamos la conveniencia de substituir las tradiciones extranjeras que nos han impuesto (…) será sustituido el símbolo de Noel o Santa Claus por el de Quetzalcóatl, divinidad que sí es mexicana".
Respecto al objetivo de este cambió, Lerdo de Tejada respondió: "Engendrar en el corazón del niño amor por nuestra cultura y nuestra raza".
El templo que se construyó en el Estadio Nacional, retratado en la portada de un diario de esa época. (Ciudad de México en el Tiempo)
Entonces, el 23 de diciembre de 1930, en el Estadio Nacional - donde actualmente se encuentra el jardín Ramón López Velarde, en la colonia Roma - , tuvo lugar un evento para el que se construyó un templo donde 'Quetzalcóatl' repartió regalos a 15 mil niños mexicanos.
"En aquella ocasión, que ya no se repetiría al año siguiente, el Quetzalcóatl blanco y barbado, Josefina Ortiz de Ayala (esposa de don Pascual), sacerdotisas y guerreros aztecas colmaron de alegría a niños y niñas que ascendían al templo del dios a recibir sus dulces y juguetes", escribió Marco A. Villa en una artículo para la revista Relatos e historias de México.
Al año siguiente, 1931, la fiesta navideña ya no tuvo al dios mesoamericano como protagonista, tal vez por las presiones de la iglesia - debido a la esencia católica de la Navidad - o tal vez porque Santa Claus resultó más rentable y querido por los niños.
yh