Santiago Roncagliolo presenta su libro 'Y líbranos del mal': “Un descenso a los infiernos"”

Su libro más reciente, una reflexión sobre el clasismo; toca temas como el fanatismo religioso, el abuso de poder y la pederastia

Santiago Roncagliolo es un convencido de las similitudes entre México y Perú
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Hay historias que no tienen nacionalidad, y el abuso sexual infantil ha sucedido en prácticamente todo el mundo, aun cuando el silencio prevalezca. Eso lo experimentó Santiago Roncagliolo, quien conoció de casos no por la prensa, sino porque estaban muy cerca, “en gente que yo conocía, que frecuento, familiares”.

“De repente, cuando se hace público el horror, descubro que he estado muy cerca de esas personas, porque todo estaba ocurriendo a mi alrededor, que es lo que más me sorprende: el silencio. Cómo es que esas cosas ocurrieron durante décadas y todos estábamos involucrados, en la medida en que nadie hablaba ni preguntaba al respecto”.

Su manera de hablar al respecto es la novela Y líbranos del mal (Seix Barral, 2021), una reflexión sobre el tema, sobre el clasismo y la discriminación y, en particular, acerca del silencio en una clase social que, desde la perspectiva del escritor peruano, ya es una secta “que estaba separada de los demás grupos, pasando frente a los mendigos sin verse, fingiendo que ese mundo no existe. Y eso es lo que pasa con una secta: corta tus vínculos con el mundo exterior.

“Había que echar luz ahí. Cada vez que hay algo que debemos guardar en silencio, es de eso de lo que debemos escribir. Se escriben columnas de opinión sobre las cosas que entiendes, pero escribes historias sobre las que no terminas de entender, te quedan misterios; en particular, el mal me parece el más grande de los misterios, porque nadie cree que sea malo. Me interesa esa exploración que nunca termina… en todos mis libros abordo el tema, y quedan asuntos que el lector resuelve de manera diferente”.

Descenso a los infiernos

Y líbranos del mal es un viaje a los orígenes, al tiempo de un descenso a los infiernos, cuando en ese recorrido se van apareciendo muchos de los secretos que definen la vida perfecta de una familia peruana, ya radicada en Estados Unidos, en especial del patriarca de la familia y el fanatismo religioso, el abuso de poder o la pederastia.

“Es un personaje que no sabe vivir de otra manera. Es un católico, lo ha sido siempre, es lo único que entiende como comunidad, y me parece un personaje interesante, porque no sé decir si es un victimario o una víctima: es él quien habla de lo difícil que es separar las dos categorías. Lo que tiene, como todos los personajes de esta novela, son misterios que no puede revelar”.

Una mirada que no deja de ser la de alguien que se encuentra lejos de Perú, mas no de sociedades en las que prevalecen este tipo de problemas, en los que la clase alta, explica el escritor, se convierte en una verdadera secta con tal de no perder sus privilegios.

”Soy un tipo al que en todos los países le dicen: vete a tu país. Yo mismo soy un extranjero en todas partes, y mis personajes siempre se sienten desencajados del mundo social, sienten que hay algo que no termina de funcionar, que no acaba de entrar en su comunidad, porque esa mirada es mía también, todos mis personajes son diferentes dentro de su entorno. Creo que todo lo que escribo es una defensa de lo diferente”, en palabras de Santiago Roncagliolo, quien en 2006 obtuvo el Premio Alfaguara de Novela.

Para el autor de novelas como Abril rojo, Memorias de una dama, Pudor o La noche de los alfileres, los individuos suelen (o solemos) vivir pensando que el malo es el otro y que, además, lo es 24 horas al día; por eso, “tratamos de entender en la ficción cómo podemos hacer cosas que no nos gustan”. 

Vínculos entre México y Perú

Roncagliolo es un convencido de las similitudes entre México y Perú, “pero a lo bestia”; lo bueno en México es mucho mejor y lo malo también es muchísimo peor. Los conflictos de clase, tanto en Perú como en México, vienen de haber sido las capitales de su imperio, sus dinámicas de poder son parecidas. Eso ha abonado en la existencia de una élite latinoamericana “y que esta sea católica”.

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