“Alonso Morales, alguacil del tribunal del Santo Oficio, presencié el nacimiento del demonio en esta Ciudad de los Reyes”, así arranca la nueva novela de Santiago Roncagliolo, ubicada en el virreinato del Perú, 1623, con Santa Rosa de Lima, brujas y el Tribunal de la Iinquisición, en un triller repleto de mounstros.
El año en que nació el demonio (Seix Barral) es la nueva aventura del escritor, quien deja atrás sus propios recuerdos de infancia y adolescencia para escarbar en el pasado y la lucha entre el bien y el mal.
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Tu obra siempre está impregnada de “monstruos”.
Yo siempre he sido un poco monstruo de muchas maneras, siempre he sido raro, extranjero, que es una forma de ser raro. Yo crecí en México y cuando llegué a Lima hablaba raro, era un mundo muy misógino, donde leer ya era una forma de homosexualidad, lo cual te hacía más raro y tampoco es que tenga un trabajo muy normal: vivo en Cataluña, donde ser extranjero es como un delito, es como ser de derecha (risas). Entonces siempre he sido un poco diferente y mis personajes se sienten diferentes del entorno.
Cuando tenemos miedo de alguien diferente lo llamamos monstruo.
Cuando yo leía en el colegio acababa en la biblioteca, donde estaban todos los afeminados que se refugiaban ahí, todos los que les hacían bullying. Para la mayoría de esos chicos, mis amigos afeminados eran monstruos, pero esos monstruos solamente escondían su miedo a que alguien no fuese como ellos. Nos da miedo la gente diferente y la acusamos de monstruo para pensar que nosotros estamos bien, que somos los buenos. Siempre he estudiado la ternura, la humanidad de los monstruos. ¿Cómo es que ese monstruo está hecho de las mismas cosas que todos los demás? ha sido una obsesión en todo mi trabajo.
¿Cómo pasas de La noche de los alfileres a involucrarte con un pasado lejano?
Me gusta que cada novela sea un viaje diferente y esto también me hace un poco raro (risas) porque la mayor parte de mis colegas lo que quieren es fijar una voz reconocible y que permanezca a lo largo de los libros. Yo no quiero ser yo, yo escribo para ser otras personas y hacer otros viajes. Cuando leo, quiero huir de este mundo. Lo que sí es una constante en mi obra es el pasado, lo único que te hace ser la misma persona cada mañana es la memoria, es el relato que se ha ido construyendo a lo largo de tu pasado.
Tu abuelo fue historiador, ¿por esto escribiste una novela histórica?
No por él, pero se la dedique a él. La novela nace de la idea de las brujas y, otra vez, de buscar los monstruos. ¿Qué miedos de nosotros encarna la bruja? Sobre todo los miedos masculinos, porque es un personaje femenino hecho para liberar a los hombres de un montón de sus culpas. Es un monstruo construido de una manera muy misógina. Es el punto de partida de la novela. Pero luego que investigué mucho resultó que había libros de mi abuelo sobre el virreinato muy valiosos que me ayudaron a construir la novela.
En el libro hablas de brujas, esclavas, santas, demonios, piratas.
Sí, era como ¿por qué nadie me ha contado todo esto? Comencé a escribir y la novela seguía y seguía y, bueno, era pandemia, así que era un placer realmente estar ahí, en el siglo XVII y no acá.
El uso del lenguaje es muy interesante.
Los documentos y procesos a las brujas fueron enviados a España. Mi primera idea radical fue escribirlo tal cual como en el siglo XVII pero era completamente incomprensible. Yo necesitaba que Alonso nos contara su vida y cómo descubre que empieza siendo un torturador al servicio del sistema y termina sabiendo que él debería haber sido torturado, que también es un monstruo. Todo tenía que ser, entonces, con mucho dolor. Me dije “no seas fanático”, e intenté crear la sensación de que estás en el siglo XVII y que fuera una lectura placentera.
¿Es una novela sobre el bien y el mal?
Es muy habitual en mi trabajo la reflexión sobre los límites del bien y el mal. Siempre me ha impactado cómo el peor mal se hace por las mejores razones. En mis novelas hay una parte en la que el lector se pregunta “¿yo también soy un monstruo? ¿Habría hecho lo que hacen estos personajes? ¿Soy mejor que estos monstruos?” Quizá no.
Háblame de santa Rosa de Lima.
Desde la mirada del siglo XXI posiblemente era una psicótica, una mujer que se pone cinturones de castidad con púas, que mete las manos en cal viva y dice que es la novia de Dios y a veces habla con el demonio. Las beatas como ella hacían milagros para la gente, eran rockstars. Ella se hizo especialmente famosa porque ahuyentó a los piratas y acabó siendo la primera santa latinoamericana, patrona de América Latina.
Hablas del pasado pero hay temas que siguen en el presente.
No hemos cambiado mucho. Entonces existía el virrey que pone a sus familiares en puestos públicos y la corrupción o que las mujeres son culpables incluso de la violencia contra ellas, eso sigue vigente. Yo sentía que escribía una alegoría realista, mágica y gótica del siglo XXI.
Uno de tus sueños era ser guionista y hoy libros sobre brujas y demonios.
Ser escritor todo es un error, una desviación (risas) porque empecé a hacer libros y me empezó a ir bien, pero yo quería ser guionista y nadie me contrataba para eso. Pero en los últimos años he empezado a escribir muchas películas y muchas series y es como volver a una casa donde no me dejaban entrar y lo disfruto mucho.
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