Gracias a sus padres, Sasha Sökol tuvo una relación muy cercana con la música de concierto desde que era niña, relación que se mantiene hasta la fecha. Este tipo de experiencia es imborrable, dice en entrevista con MILENIO. "La música te abre la imaginación, te sensibiliza, te lleva a conocer niveles de perfeccionamiento en los instrumentos, a buscar diferentes versiones de las obras y a seguir adelante".
Una vez que estás dentro, agrega, "puedes profundizar, como en ese concepto de las capas de la cebolla o, tal vez con una imagen más bella, en las capas de la alcachofa, para llegar a un corazón rico y carnoso, lleno de acompañamiento. Lo que a mí me da la música, al igual que la literatura, es la sensación de que no estoy sola, de que me acompaña y forma parte de mí".
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La actriz y cantante participará en el programa Allegro Sinfónico para Niños el domingo 29 de abril a las 17:00 horas en el Auditorio Nacional. Acompañada por la Orquesta Sinfónica de Minería, dirigida por Raúl Delgado, será la narradora de Cuentos y voces, espectáculo centrado en las más hermosas oberturas de ópera de diversas épocas.
El programa incluirá fragmentos de La Cenicienta, Dúo para dos gatos y Guillermo Tell, de Gioachino Rossini; Las bodas de Fígaro y La flauta mágica, de Wolfgang Amadeus Mozart; Carmen, de Georges Bizet; El murciélago, de Johann Strauss hijo; Caballería ligera, de Franz von Suppé, y Danza húngara, de Johannes Brahms.
El crítico Juan Arturo Brennan considera que el principal valor de este tipo de conciertos es que los niños y jóvenes los disfruten y que, a partir de ello, pueda convertirse en una afición. Los jóvenes se vuelven más perceptivos que si se les explica en tono docto. De ahí el acierto, dice, de contar con una actriz y cantante que tiene empatía natural con todos los públicos.
En su narración, la actriz e integrante de Timbiriche abordará temas que tienen que ver con su experiencia o con cuestiones que le generan curiosidad o bien datos sobre una obra en particular, pero de manera muy amena. "No es que los niños vayan a aprender mucho sobre música, ópera o lo que es una orquesta sinfónica como si fuera una clase, sino a relacionarse con la música de manera lúdica", explica Sasha.
—¿Cómo fue concebido el texto?
Hay un texto base, escrito por Juan Arturo Brennan. Tomé algunas cosas y lo rehíce con Claudio Isaac. Entonces hay cosas de los tres, pero sobre todo mías, porque para emocionar a los niños tengo que hablar desde el corazón, no desde la cabeza. Si me aprendo un texto y les doy fechas y nombres, los voy a conmover poco. Para mí es muy importante que lo que yo diga los haga poner más atención a la pieza que viene porque de alguna forma ya los involucré.
—¿Qué implica ser respaldada por una sinfónica?
Lo más emocionante. Tener a 80 o más músicos a esa proximidad hace que se te ericen los vellos, que se te ponga la piel chinita porque no hay forma de que tu cuerpo no reaccione. La música hace que tu cuerpo vibre, como los círculos concéntricos cuando lanzas una piedra al agua: se genera una energía electrizante. Más allá del puente que pueda ser yo, cuando los niños —o cualquier ser humano— escuchan la música esa energía entra y no hay forma de no reaccionar. Además es música que está probada por 200 o más años, no podemos pensar: a ver si pega (risas). Son obras fundamentales del acervo cultural de la humanidad.
ASS