La escritora argentina Samantha Schweblin encontró en los hechos de la vida diaria, en lo cotidiano, elementos que le permiten jugar en el terreno de lo fantástico: no de los monstruos o del horror, sino en ese escenario en el que la fantasía se queda en la trama y se complementa por el lector, quizás uno de los aspectos que unen a los relatos reunidos en Pájaros en la boca y otros cuentos, reeditado por Almadía, en el que se ofrecen nueve historias más a las aparecidas en la primera edición, de 2009.
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Con residencia actual en Berlín, Alemania, por su participación en un programa de escritura, la escritora reconoce:
“Cuando a uno lo invitan a hacer una lectura en algún lugar o a publicar un cuento en una revista, los editores y los lectores siempre terminan por elegir los mismos relatos, y con esos cuentos uno sigue teniendo una relación muy cercana, pero existen otros cuentos que quedan como abandonados en el libro, lo que termino por recuperar en esta edición”.
En el volumen se encuentran algunos cuentos aparecidos en 2001, en la primera edición de El núcleo del estudio, el antecedente de Pájaros en la boca… y a todos los dejó tal cual estaban, bajo el entendido de que la cabeza que escribió esos cuentos no es la misma a la de quien ahora los estaba leyendo, “entonces quién es uno para corregir a esa cabeza que escribió tanto tiempo antes”.
“No puedo juzgar si cambió o no la escritura, pero sí debe existir una atmósfera a la que están conectados todos los cuentos. Me parece que siempre hubo una fascinación por el límite entre el mundo de lo extraño y de lo fantástico y nuestro mundo, el de lo real, de lo que nos pasa todos los días. Ahí hay algo que toca a todos los cuentos”.
Un convencimiento que parte de la idea de que lo fantástico tiene algo que casi pertenece más al mundo de lo real: la escritora tiene la sensación, incluso como lectora, que cuando uno lee un cuento fantástico —en la tradición más argentina, más rioplatense—, se aparece un gran signo de interrogación, a pesar de ser cuentos que transcurren alrededor de lo cotidiano y de un mundo que ya es por todos conocido, lo que de muchas maneras se refleja en esta edición de Pájaros en la boca y otros cuentos.
“De pronto un gran signo de interrogación empieza a dibujarse en el fondo del cuento y uno se pregunta ¿de verdad esto puede pasar? ¿Esto realmente está pasando? Nunca termina de confirmarse, muchas veces se confirma en la cabeza del lector, con lo que la imaginación queda suspendida.”
Desde esa perspectiva, Samantha Schweblin reconoce que los deseos, los monstruos y los miedos son muy universales, en el sentido de que son muy humanos: “en nuestros miedos, en nuestras preocupaciones y en nuestros límites, nos parecemos mucho más de lo que nos gustaría”.
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