ESTA TARDE VI LLOVER
¿En dónde está el alma? ¿En el cerebro, la mente, el corazón? Durante siglos fue la discusión de los sabios, cuando se escribe una canción, cuando se dibuja, ¿se crea con el corazón o con el cerebro? Me dice el Maestro Armando Manzanero que la inspiración y el cerebro “van de la mano, porque tú puedes tener mucha inspiración, pero si no tienes el cerebro, para que le ordenes y le digas qué es lo que quieres plasmar, fallará algo”.
Sergio Hernández, evoca un estado mágico de la inspiración, que “llega al corazón directamente y se va a mi mano” y con ese impulso pinta y dibuja. La creación es un prodigio de coincidencias, el dibujo que Sergio realizó inspirado en la canción Esta tarde vi llover, retoma la atmósfera de las fotografías japonesas de los años 60’s que capturan la soledad, y recrea la emoción que Manzanero vivió esa tarde de lluvia, “fue en octubre, no era época de lluvia, nadie salía ni con su paraguas ni con su gabardina. Entro a comer a un lugar, y veo que empieza a caer un chubasco, y la gente empieza a correr”, y escribe la canción, que llega como una ráfaga. No estás tú, llega la ausencia, entre tantas personas, alguien falta, y su vacío inspira una canción. El primer amor, el primer rechazo, las lágrimas a los 16 años, son el recuerdo que desata esta canción en Sergio, y la música es “un aliado para soportar este mundo”, eso es el arte, es nuestra fuga a otra realidad que nos contenga.
La canción tiene 67 años de haber sido escrita y la vuelven a grabar otras voces, vemos las tardes de lluvia y son de Manzanero, son ese dibujo de una mujer que es la lluvia, y su presencia es la ausencia.
Se cree, falsamente, que en el arte todos los temas están agotados, que todo se ha realizado, y los maestros siguen creando, Sergio afirma que “el arte viene del arte” estudia, se inspira en la serie de libros de fotografía japonesa Provoke, Okinawa 1968, “la imagen de la post guerra, es una gran crítica al momento que están viviendo, después de la bomba atómica, los fotógrafos retoman la tradición japonesa y la transforman, por el dolor de la gente quemada y las deformidades de los nacimientos, y hago esas imágenes en mis grabados, las modifico…” y en los grabados reconocemos la sobriedad, y sin embargo es diferente, es una obra única, irrepetible.
“El arte es infinito. Sólo existen siete notas para escribir música, con sus alteraciones, bemoles y sus sostenidos. Pero hay infinitas formas de cómo acomodarlas”. Miles de canciones dedicadas al amor, y todas son diferentes, y las hacemos parte de nuestra historia, de nuestras emociones. El dibujo de Sergio tiene esa sencillez del que ha dibujado siempre, la soltura del pincel, la tinta, eso hace la maestría, el juego de crear.
Manzanero exultante declara “El mar de Yucatán, sus piedras, el cielo, el porte de las mujeres, amo todo, yo amo a mi mujer, le compro los zapatos más bellos del mundo, porque me gusta vérselos puestos”. El Arte de la Canción es eso, es el amor a vivir, a sentir y dar.