La novela negra de AL es un instrumento para acercarse a la realidad: Sergio Ramírez

El escritor nicaragüense lanza su más reciente libro Tongolele no sabe bailar, el tercero de la serie del detective Dolores Morales.

Sergio Ramírez, Premio Cervantes 2017. (Foto: Especial)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

El escritor nicaragüense Sergio Ramírez piensa en el Popol Vuh cuando reflexiona sobre el presente en su país, por la ola de desesperanza que se observa desde esa especie de exilio en el que vive, en Costa Rica:

“Tengo esperanza en el futuro de Nicaragua. Mientras más oscuras se ven las cosas, quizá es que más pronto va a amanecer, como dice el Popol Vuh. Siendo realista, no hay motivo para tener esperanza, las cárceles están llenas de presos políticos, hay juicios brutales contra estos presos por traición a la patria… decenas de periodistas están emigrando de manera clandestina. Se están despoblando los medios de comunicación en el país. No es la mejor de las situaciones”.

Reflexión del Premio Cervantes 2017 a propósito de la aparición de la novela Tongolele no sabe bailar (Alfaguara, 2021), la tercera de la serie del detective Dolores Morales, un alter ego del escritor nicaragüense, quien le ayuda a observar su realidad, precisamente por el convencimiento de que, para un novelista, “la realidad inmediata es un riesgo”.

“Desde la perspectiva interna del país, no hay que pensar que va a ser la comunidad internacional la que va a venir a rescatar a Nicaragua y a devolverle la democracia: la democracia se la van a devolver los nicaragüenses y ojalá de la mejor manera. Para mí eso sería que no sea a través de una guerra civil, para mí una guerra civil sería la peor de las soluciones, la enseñanza histórica es que una guerra civil engendra siempre un caudillo triunfante y ese caudillo se apodera del poder”.

Es una manera de Sergio Ramírez de mirar a su pasado y reconocer las dificultades de enfrentar una situación similar: convencido de que no podemos mirar al pasado con los ojos del presente, al mismo tiempo acepta que hay un círculo vicioso que, algún día, tendrá que romperse, a fin de que eso resulte en un fortalecimiento de las instituciones y “que el país pueda llevar una vida institucional decente”, cuenta en entrevista para MILENIO desde Costa Rica, donde vuelve a vivir el exilio, ante la situación que se vive en Nicaragua.

Una ficción de la realidad

Tongolele no sabe bailar es la continuación de una saga que tiene como protagonista al detective Dolores Morales —las anteriores son El cielo llora por mí y Ya nadie llora por mí—, las cuales no dejan de ser resultado de un diálogo con la realidad en Nicaragua, por ello acepta que podría venir otra novela, a pesar de los riesgos que conlleva, no necesariamente personales.

“No porque uno sea neutral, siempre que la novela se escriba desde la perspectiva ética, pero comprometerse con acontecimientos que uno está viviendo y que no están todavía resueltos: es un riesgo de implicación: la novela negra que escribimos en América Latina, que no deja de ser política, es un instrumento para acercarse a esa realidad a través de la figura de un investigador privado que se ve envuelto en esos acontecimientos”.

Uno de los principales desafíos del escritor nicaragüense fue tratar de construir la historia sin dramatismo, sin crear lo que él mismo define como situaciones patéticas que pueden convenir al discurso político, pero no a la novela como tal, “que es una creación múltiple, donde se le debe dar voz a todo el mundo: no pretende escribir un panfleto político o un discurso, sino una novela basada en hechos reales, que me parecen atractivos como novelista y que busco develar dentro de la novela sin acudir a la retórica”.

“El otro procedimiento que me parece muy útil, además de lo que significa la novela negra por sí misma, es rodear con una atmósfera de humor a estos personajes y eso me permite tomar cierta distancia y no dramatizar los hechos, porque en el dramatismo excesivo hay un riesgo: Evitar el discurso, a través del lenguaje de insinuación humorística, me blinda a mí y blinda a la novela de esa contaminación”.

Sin embargo, el verdadero desafío para Sergio Ramírez es convertirse en “un cronista de hechos contemporáneos a través de la ficción”.

PCL

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