Mi razón
Mi razón, de Homero Aguilar, fue interpretada por primera vez por la Sonora Santanera, por eso Homero Aguilar debería estar en la Rotonda de los Hombres Ilustres. Lo mercería más que mucha gente. El maestro Sergio Santamaría crea un dibujo con una leyenda prehispánica y postmoderna.
El dibujo es parte de la iconografía de Sergio, en su trayectoria como dibujante y grabador: “Este año cumplo 23 años como grabador. Soy licenciado en Artes Plásticas, egresado de La Esmeralda, ya estaba esa convulsión entre performance, ambiente, sonido: todo eso. De mi generación, fui el único que salió como grabador, de 25 egresados. Me tocó en La Esmeralda los maestros del Taller de Gráfica Popular, con Álvarez Amaya y Alfredo Mireles”.
La pintura se desarrolla en el color, la gráfica es monocromática, el blanco del papel, y el negro de las tintas, eso determina el lenguaje y el estilo de los artistas, Sergio nos detalla: “Comencé con la pintura y la escultura. Sentí que no era la técnica donde podía expresar. Observé que tenía más habilidad en representar imágenes en blanco y negro, en técnicas gráficas. Hago la traducción de todos los colores, con puntos, líneas, blanco y negro, atmósferas, grises”.
Un sacrificio humano, el corazón palpita, unos músicos místicos, tocan sus trompetas, “La derrota de mi pobre corazón”, Sergio describe: “Comencé a investigar sobre los códices, la Coatlicue, y la escultura prehispánica y su iconografía. Me di cuenta que llegaron a una genialidad, a una síntesis de la imagen del ser, sin necesidad de una visión extranjera. Veían su propio mundo en otros planos, en otras proporciones. He ido adaptando su imaginería y trasladarla a mi época”.
La descripción de la técnica de Sergio: “El corazón es muy clásico y rompe, me imagino como un dibujo que hizo Alberto Durero, pero intentando reinterpretar un códice mixteco o azteca. Es un dibujo a tinta, pero se asemeja a un grabado en buril, en aguafuerte”.
En las bodas, las fiestas, a las cuatro de la mañana: “La he perdido para siempre, la que fuera de mi vida el gran amor, he perdido por cobarde, la que tato demoró mi corazón”.
Sergio habla de la memoria y el arte: “Tengo una cruzada personal contra la amnesia que nos hace olvidar a los artistas del pasado. Homero Aguilar es el claro ejemplo de un gran compositor, con un enorme valor artístico, lingüístico, musical, y lo hacemos a un lado. Vicente Fernández, Alejandro Fernández, la Sonora Santanera, Sonia López, cantaron muchas canciones de él. Es uno de los grandes compositores mexicanos, hemos llorado con él, hemos bailado. En el momento de hacer la traducción visual de la letra, tan humana, tan dolida, él está destrozado del corazón. Me imagino que la hizo a piano, pero los arreglos la Sonora Santanera, lo más poderoso son las trompetas, con la voz del cantante, hacen toda la armonía para obtener una canción que escuchas con tus compas y te hace hasta llorar”.
Se canta de dolor, y se baila como una catarsis que purifica ese sacrificio.