Todo comenzó por las charlas entre un grupo de jóvenes lectores, al mismo tiempo estudiantes, que no siempre encontraban en las librerías lo que sus maestros les recomendaban. Un tiempo en el cual no había Amazon ni pedidos a librerías virtuales, por lo que pensaron en la manera de llenar un hueco editorial que, primero satisficiera lo personal, y luego lo colectivo.
“Teníamos 23 o 24 años, y esa especie de inconsciencia o de falta de previsión a futuro nos ayudó, porque decidimos poner una editorial publicando libros que nos gustaran… de hecho cometimos muchos errores al principio, pero no creo que alguno de nosotros hubiésemos pensado en un trabajo a largo plazo: el que aún exista la editorial ya es muy sorpresivo para nosotros”, cuenta Eduardo Rabasa, uno de los que quedan de aquel primer impulso, junto a Diego Rabasa y Felipe Rosete, aunque habría que sumar a Santiago Tobón, encargado de la filial de Sexto Piso en España.
Llegar a 17 años de la editorial Sexto Piso, por supuesto, no ha sido nada sencillo, porque el panorama del libro que enfrentan todas las editoriales independientes suele ser complicado, ya sea por los bajos índices de lectura, por la falta de librerías o “por la letanía de obstáculos que ya conocemos, pero en la medida en que la dificultad ha sido permanente, se vuelve la normalidad con la que hay que lidiar”.
“Lo que platico con editores nacionales y extranjeros podría definirlo como ‘siempre está cabrón’. Al principio, esa especie de valemadrismo nos llevó a cometer algunos errores de libros que no necesariamente volveríamos a publicar hoy, no me refiero a temas de costos o de mercado, sino que se trata de libros que no encajaban en nuestro catálogo o que, en la actualidad, ya no nos gustan tanto”, reconoce el colaborador de MILENIO.
La coyuntura
En estos 17 años la industria editorial ha tenido que enfrentar cambios en los programas de fomento a la lectura o de vinculación con la industria, y en Sexto Piso han buscado no ahondar tanto en el tema de las complicaciones o de los cambios en el panorama político, que ciertamente tienen un impacto en el entorno editorial, sobre todo en una industria como la mexicana tan dependiente de ciertos apoyos públicos.
“Por ejemplo, en mi perspectiva aún es pronto para pronunciarse sobre los cambios en la industria editorial con el nuevo gobierno: es evidente que ha hecho muchas transformaciones en temas de política cultural, en específico en cuanto al mundo del libro, pero me parece que todavía es temprano para pronunciarse”.
Eduardo Rabasa reconoce que la Dirección General de Publicaciones, de la Secretaría de Cultura, tenía un programa de coediciones que funcionaba bastante bien, al ser un concurso público en el que ganaban muchas editoriales pequeñas, “no se podía decir que beneficiaba a otras editoriales más consolidadas.
“Luego te das cuenta de que tanto el Fondo de Cultura Económica como Educal, en especial Taibo II, traen la bandera de vender libros lo más barato posible, con lo que a nosotros nos abrió la oportunidad de meter buena parte de nuestro fondo editorial con buenos descuentos, sobre todo títulos que ya teníamos ociosos en la bodega; entonces, se pierden unas cosas, pero se abre otro tipo de oportunidades y buscamos la adaptación a ese entorno”.
De cualquier manera, desde hace años han tratado de depender lo menos posible de los apoyos gubernamentales, sin haberlo logrado del todo, justo para no estar tan sujetos a los vaivenes políticos.
Sexto Piso cuenta con un catálogo de cerca de 400 títulos, lo que no deja de ser importante para los tiempos que se viven, asegura Rabasa, aunque al final el mundo del libro sea tan enigmático que, a pesar de las crisis, “aquí estamos y en pleno crecimiento”, al grado de que a sus labores en la edición se ha sumado la distribución de diferentes sellos españoles y sudamericanos.
De cuatro a 30 personas
La aventura de Sexto Piso se inició con cuatro personas, ellos mismos se encargaban de la traducción, de la revisión de textos… de todo el trabajo de edición. Ahora ya cuentan con una plantilla de más de 30 personas, encargados no solo de una línea editorial que contempla textos literarios, filosóficos, reflexiones sobre problemas contemporáneos y recientemente obras de exponentes del género gráfico e ilustrado, así como libros-álbum para niños; su catálogo llega a varios países de Centroamérica, Colombia, Chile, Argentina, Venezuela y España.