Siglo XXI Editores rescata el libro Guatemala. Ensayo general de la violencia política en América Latina del escritor Eduardo Galeano, un volumen que llega a la Ciudad de México desde Argentina y que incluye numerosas fotografías y textos del especialista, Pedro Daniel Weinberger, y del historiador de Guatemala, Roberto García.
La publicación del volumen se da en vísperas del quinto aniversario del fallecimiento de Eduardo Galeano, el 13 de abril. Aquí te compartimos un adelanto, con autorización de Siglo XXI Editores, de la novedad editorial.
Guatemala en Galeano,Galeano en Guatemala
Pedro Daniel Weinberg
El lector tiene ante sí una obra importante, largamente añorada, de difícil acceso y limitada circulación editorial en nuestra región, aunque ampliamente
difundida en Europa y los Estados Unidos. Un libro
que recorrió un largo camino y que narra uno de los
dramas más conmovedores de la historia de América
Latina y el Caribe durante el siglo XX; drama que se
vería esparcido a lo largo y ancho de muchos países de
Nuestra América entre mediados de la década de 1960
y los primeros años ochenta del siglo pasado. Gracias a la sagacidad de la mirada y la pluma de Eduardo
Galeano, por entonces un joven periodista, hoy en día
todos reconocemos que ese fenómeno de represión y
dolor originariamente circunscrito a Guatemala era,
además, el laboratorio donde se experimentaba lo que
sería el bárbaro modelo político imperante en casi toda
la región durante los años siguientes.
De ahí que uno de los principales méritos de
Guatemala, clave de Latinoamérica, título de su edición
original, radica en que, tomando como punto de partida el estudio de ese “caso”, su autor supo anticipar
el drama que empezaba a vivir la gran mayoría de las
naciones americanas. El registro que Galeano hizo de
la realidad política, económica y social del país centroamericano, y del significado de la activa, masiva y maciza presencia militar estadounidense en ese país –sobre
todo desde el derrocamiento del gobierno democrático
de Jacobo Árbenz en 1954– le hizo abrir un panorama
sombrío que sería costoso sobrellevar y superar
GuatemalaEnsayo general de la violencia política en América Latina
Introducción
Un criminal fusilado en La Habana provoca grandes títulos en los diarios, pormenorizadas descripciones, indignados editoriales: Cuba es siempre objeto de maldición, nunca de información. Los campesinos, obreros y estudiantes guatemaltecos despedazados por la tortura o acribillados a balazos en la ciudad y los campos no merecen, en cambio, ni un segundo de transmisión en las teletipos de las agencias informativas ni una línea de reprobación de mano de los proxenetas de la prensa “libre”. Un préstamo de la Alianza para el Progreso se difunde varias veces, como si fuera varias veces concedido, pero en cambio no se mencionan las condiciones humillantes en que ese préstamo llega ni se da a conocer el hecho simple pero elocuente de que en un solo año los Estados Unidos gastan 45 Alianzas para el Progreso para negar a los vietnamitas, a sangre y fuego, el derecho a elegir su destino. Dos o tres cubanos aparecen en las playas de Venezuela y es un escándalo; impunemente, en cambio, el Pentágono siembra armas, doctrinas y oficiales norteamericanos por toda Latinoamérica, convierte a los ejércitos nacionales en fuerzas de intervención contra sus propios pueblos y países, enseña a los latinoamericanos a torturar y a matar y tortura y mata latinoamericanos por su propia cuenta: esto no afecta para nada la delicada epidermis de los hombres que han sustituido las banderas de sus patrias por la enseña de las franjas y las estrellas.
Guatemala es víctima, como toda Latinoamérica, de una conspiración del silencio y la mentira. Los dueños de los medios de información, que fabrican la opinión pública, ocultan y deforman los hechos con arbitrariedad y eficacia: las noticias se contraen hasta desaparecer o se hinchan hasta el estallido, según convenga. Nuestro trabajo aspira a penetrar, de alguna manera, esta barrera de engaños y omisiones, aunque su autor no ignora, por cierto, que en nuestra Latinoamérica, en este torturado territorio donde los gobiernos civiles dejan de ser gobiernos o dejan de ser civiles, se ha hecho muy difícil, casi imposible, la circulación de libros políticos no consagrados a la exaltación del Imperio y sus virtudes.
Este libro proviene de diversos artículos publicados en Ramparts de San Francisco, Marcha de Montevideo, Mondo Nuovo y Problemi del Socialismo de Roma, y escritos para las agencias Inter Press Service y Prensa Latina.
Todos estos materiales han sido reelaborados y muy ampliados; el libro contiene, además, algunos capítulos inéditos. El autor estuvo en Guatemala en abril y mayo de 1967, y escribió esta obra en el curso de los tres meses siguientes.
La furia en las montañas
Nuestros corazones reposaban a la sombra de nuestras lanzas. Popolvuh, antiguo libro sagrado de los mayas
Hemos hecho un alto, me he vaciado el resto de la cantimplora sobre la cara. Llevamos unas cuantas horas caminando, caminando y caminando, arriba y abajo por las sierras verticales, abriéndonos paso dentro de los bosques húmedos y densos a golpes de filo de machete. No estamos lejos de la costa del gran lago; con la primera claridad que anuncia el alba, se delatan, desgarrados, los velos de neblina que parecen colgar, como anchas lianas ondulantes, de la espesura.
Tengo vergüenza porque tengo frío: caminar, aunque los músculos de las piernas estén duros como puños, es mejor que intentar inútilmente dormir sobre el follaje, sin nada para cubrirse y con la transpiración helándose sobre el cuerpo. En cambio, no hay una gota de sudor en los cuerpos de mis acompañantes, y para ellos no cuentan el frío ni el sueño. Esta vergüenza que siento, intoxicado ciudadano sin experiencia de intemperie, es una anticipación de la que sentiré cuando lleguemos al campamento que César Montes y un pequeño núcleo guerrillero han improvisado en algún rincón del oeste de Guatemala: frente a este puñado de muchachos que viven muriendo y matando por la revolución seré, como decía no sé quién, “un grave caso de virginidad”.
Hemos descendido una montaña y ascendido otra y así muchas veces; no es fácil ubicar a esta patrulla, movilizada en misión de exploración muy lejos de su zona tradicional de operaciones. El guía, un indio siempre callado, nos abandona por unos instantes: trepa la cuesta hacia la cumbre, cerrada de maleza entre los altos árboles, para indagar ciertas señales en las montañas vecinas. Encendemos cigarrillos, mis dos acompañantes, dos guerrilleros, y yo. Estamos sentados sobre troncos caídos, en un pequeño claro. Alguien cuenta una broma. Aspiro el humo, descubro que el cansancio no me cierra los párpados; quizás, porque la noche no ha terminado de irse y el frío es todavía más fuerte, aquí en lo alto, que el cansancio. El guía vuelve con buenas noticias. No nos queda más que una hora de marcha.
Nos echamos nuevamente a andar. A cierta altura, el indio señala vagamente hacia un costado, dice: “Es ahí, ahí cerca”. No se ve otra cosa que jungla espesa.
Seguimos caminando en silencio. Ahora, puede verse el cielo hacia oriente. Parece que celebrara algo, el cielo. Algo como su propio sacrificio: se le han abierto las venas, amanece.
amt