Desde que el reportero británico Simon Sebag Montefiore (1965) escribía sobre la caída de la Unión Soviética comenzó a entender que la Revolución de Octubre de 1917 había “inventado la modernidad”. A partir de la década de 1990, conforme se fueron liberando los archivos secretos de la URSS, el escritor se fue metiendo cada vez más en los meandros de una historia fascinante en la que imperaban el poder, el asesinato, el sexo brutal, la intriga, las conspiraciones y, sobre todo, el refinamiento extremo de una minoría noble que iluminaba las inmensas estepas pobladas por campesinos dispuestos a obedecer. ¿Es una paradoja histórica que un país que parecía detenido en la época medieval sea el caldo de cultivo de una Revolución sofisticada y moderna? Lo que ha descubierto Simon Sebag Montefiore tras años de estudiar esos archivos está plasmado en los cuatro libros que ha escrito sobre el tema: Los Romanov (2016); Llamadme Stalin: la historia secreta de un revolucionario (2007) y La corte del zar rojo (2003), publicados este año en español por editorial Crítica, y The Life of Potemkin: The Prince of Princes (2000), que pronto será traducido. A la dinastía Romanov, que comenzó en 1613, con la coronación de Miguel I, y terminó en febrero de 1917, cuando el zar Nicolás I fue obligado a abdicar, le siguió, tras un breve gobierno de transición, “la dinastía roja”, comandada por algunos representantes de la acaudalada y culta nobleza rusa, como Lenin, pero con un gobierno socialista. Las circunstancias sumamente improbables que dieron lugar a esta revolución basada en uno de los eslogans más efectivos de la política: paz, tierra y pan, se desglosan en el proyecto de Simon Sebag Montefiore, quien aquí nos ofrece unas claves sencillas para comprender su impacto en el mundo contemporáneo.
¿Qué detonó la Revolución rusa?
Fue el resultado de la confluencia de muchas situaciones distintas. Una de ellas fue la obsolescencia de la dinastía de los Romanov; otra fue el atraso en que vivía Rusia, junto al marcado sistema de clases, y obviamente la Primera Guerra Mundial fue un catalizador inmediato. Como todo en la historia, fue el resultado de la sobreposición de circunstancias y personalidades, y de la crisis del Estado europeo y del Estado ruso.
Pero ¿por qué tomó la forma de una revolución socialista?
La razón principal e inmediata fue la guerra. Creo que el más grande error de los nuevos dirigentes del gobierno provisional fue mantenerse en esa guerra, continuar luchando contra el imperio occidental; inmediatamente se ahogaron con la guerra. Fue eso lo que le dio a la democracia rusa una oportunidad de sobrevivir. El hecho de que ellos continuaran luchando contra Occidente sangró ese primer proyecto y dio pie para una nueva alternativa, posibilitando que el proyecto se volviera más extremista. Así, quedaba el campo abierto y los bolcheviques del Partido Obrero Socialdemócrata adquirieron mucho poder y aprovecharon esta situación. Terminar con la guerra fue una decisión de Lenin, el político más importante, de mayor personalidad, porque comprendió ese momento histórico y las necesidades esenciales y básicas del pueblo ruso, formado por muchas clases sociales: los siervos, los campesinos, el proletariado, pasando por la intelligentsia política. Todos querían paz, tierra y pan. Y fueron estas tres simples cosas las que él prometió, el eslogan más simple en toda la historia de la política. Ese era el momento de un genio político. Al mismo tiempo debía planear la política que sacara a Rusia de ese momento difícil. Y de hecho no había nada que pudiera hacer al respecto. Lenin ni siquiera estaba ahí, estaba en Suiza. Así que la posibilidad de que detuviera la guerra con Europa era muy remota. Y cuando él llegó, el partido bolchevique estaba en contra de detener la guerra; quería cooperar con el gobierno burgués. Así que Lenin tenía primero que convencer a su propio partido. Incluso en septiembre de 1917 algunos miembros fundamentales del Comité Central, como Grigori Zinóviev y Lev Kámenev, no querían ver el poder que tenía la propuesta de Lenin. Así que Lenin tenía que recurrir a los extremos naturales de su partido, y los más radicales eran Iósif Stalin y Lev Trotski. Ellos lo apoyaron. Esa fue la alianza decisiva que hizo posible la Revolución de Octubre. Así que es completamente equivocado pensar que era una situación inevitable; de hecho era extremadamente poco probable que algo así ocurriera. Y sucedió.
¿Por qué los Romanov estaban tan lejos de sus súbditos?
Tiene que ver con el sistema de la monarquía. Primero, tenía que haber una distancia majestuosa entre los autócratas y la gente.
Pero hubo un tiempo en que la monarquía rusa era extremadamente popular para el pueblo ruso...
Efectivamente, pero para ser popular necesitas ser exitoso. Y el problema con la autocracia rusa es que entre el reinado de Nicolás I y la época de la caída de la dinastía Romanov había tenido un éxito increíble, el más grande que se haya visto en Europa. Y cuando un sistema tiene tanto éxito es muy difícil cambiarlo. Así que ellos continuaban viviendo de los grandes éxitos del pasado: Pedro el Grande, Catalina la Grande. Alejandro I tomó París. Incluso el gran éxito de Nicolás I, que durante treinta años fue el hombre más poderoso de Europa. Cuando las cosas cambian y se desata la guerra mundial y la revuelta civil, la monarquía rusa no encuentra la manera de cambiar, porque continuaba viviendo de sus grandes éxitos.
Volviendo a la pregunta anterior, la monarquía rusa fue siempre muy distante del pueblo, pero no importaba, porque era muy exitosa, y la gente ama el éxito. En política no hay nada más exitoso que el éxito imperial. Por eso era tan popular. Sin embargo, el sistema era bastante rígido y estaba basado en una fuerte conexión entre la nobleza y la monarquía. Los siervos no eran realmente parte de esto; eran contabilizados como soldados baratos para la guerra. Cuando este sistema empieza a desintegrarse y los siervos comienzan a emanciparse, la nobleza pierde mucho de su poder económico y político, y la monarquía comienza a flotar sin nada que la soporte. Eso es básicamente lo que ocurrió a la monarquía. El problema es que es mucho más complicado gobernar un país con telégrafo, trenes y aviones, que uno que solo cuenta con caballos y cañones.
Ha hablado del proyecto de Lenin, ¿pero la gente tenía alguna idea de lo que estaba pasando?
Creo que la gente que vivía en Rusia en ese momento era espectacularmente desinformada de todo cuanto estaba ocurriendo en el mundo. Es una ilusión pensar que todos apoyaban la Revolución de Octubre. Sin embargo, partes fundamentales del Ejército y la Marina la apoyaban. Pero los campesinos tenían objetivos y deseos completamente diferentes. Lenin, Stalin y Trotski comprendieron esto muy bien. Los campesinos eran conservadores, y querían tierra y comida, y es exactamente lo que les dio Lenin. Incluso si hablamos de ese pequeño suceso histórico ocurrido en octubre de 1917, se puede decir que la gente esperaba cosas distintas.
Personajes como Rasputín, por ejemplo, ¿no le advirtieron a la familia Romanov lo que ocurría fuera de su burbuja?
Rasputín se ha convertido en un fetiche, pero él solo fue el último de los favoritos del imperio. La dinastía Romanov tuvo grandes favoritos. Grigory Potemkin, que era el amante preferido de Catalina la Grande, fue el más talentoso y carismático de los hombres de Estado que tuvo la dinastía de los Romanov a su servicio en 300 años. Pero eso no tiene nada que ver con el desastre. Era típico de la monarquía, y lo único que puede decirse del verdadero papel de Rasputín es que demeritó el prestigio de la monarquía de una manera catastrófica. Pero no fue culpa de Rasputín. Fue culpa de la emperatriz. Ellos no estaban haciendo política; y la política se volvió catastrófica.
¿Por qué es tan importante la Revolución rusa?
En muchos sentidos la Revolución rusa creó el mundo moderno. Echemos un vistazo, por ejemplo, a la modernización de la explotación de los recursos. Es el resultado de un gobierno absoluto y total que utiliza todos los recursos de manera consciente hasta sus últimas consecuencias. Los zares habrían amado el control de los recursos que tenían Lenin y Stalin, esa capacidad de movilizar todo, la industria, la gente, de construir todo lo que se necesitara en donde se necesitara, sin importar el interés de ningún grupo político alterno ni de ninguna otra persona distinta a ellos. La Revolución rusa es el resultado de la movilización total. Hitler la tomó como modelo. Centralizó absolutamente todo, fue mucho más autocrática que la monarquía, que en realidad regía sobre un pequeño grupo de cortesanos. Fue increíblemente efectiva y moderna. Tenía la estructura de una religión de Estado. La secularización de la vida tuvo un efecto mundial que llega hasta nuestros días, y que se puede ver incluso en México o en otros países católicos. También existía la práctica del asesinato político, la destrucción de los oponentes políticos, por clase social, por nacionalidad, por cuotas. Eso pasaba en la Edad Media, pero aquí ocurre a partir de la racionalización científica. Y eso también, en un sentido trágico, es algo que heredamos en el siglo XX. También existe la comprensión profunda de la penetración social de los medios (los periódicos, la radio y el cine). El Estado de la propaganda total es un invento de la Revolución rusa. Lo puedes ver ahora, en China o en Corea del Norte, incluso en la Era del Internet. En Occidente, también en la Era del Internet, lo puedes ver en un sentido inverso, en la burda estrategia de la desinformación: las noticias falsas o inexactas. Todos estos trucos fueron realmente un invento de Lenin. Sin la Revolución rusa no habríamos tenido lo que conocemos como “el mundo moderno”, y con ello no quiero decir los momentos particulares de la historia moderna. No habríamos tenido a Stalin quizá, pero tampoco a Hitler. El mundo sería completamente diferente sin estas cosas. Se supone que las élites conservadoras tienen que luchar contra los bolcheviques; eso les da sentido. Por eso alguien como yo ama escribir sobre ello. Tengo cuatro libros sobre estos temas.
¿Es una paradoja histórica que un país tan anticuado en cuanto a sus costumbres haya generado una Revolución tan moderna?
La Revolución rusa habría sido imposible sin esa tradición. La gente estaba muy acostumbrada a ser sumisa ante la autoridad. Por otro lado, la Revolución rusa es en muchos sentidos culturalmente muy sofisticada. La creó gente con una educación de muy alto nivel. Lenin y Trotski eran intelectuales increíblemente cultos, así como muchos de los adinerados hombres de la nobleza que participaron en ella. Stalin era un autodidacta maniático. “Siempre seré un estudiante”, decía. Todo el tiempo leía o estudiaba algo, era parte de su carácter. Stalin era mucho más culto que muchos de los Romanov, por ejemplo. Esa imagen es algo de lo que hay que hablar, porque a la gente le gusta hablar del Stalin que era cruel. Pero no fue más cruel que Alejandro III. Mientras hacía la investigación para uno de mis libros, revisando esos bien conservados e increíblemente exhaustivos archivos pensaba en lo importante que era que hubieran sido conservados íntegramente y en tan buenas condiciones. Eso habla de un respeto por la historia, y ese es el resultado de la paradoja de la que estamos hablando.
La poderosa imagen que tenemos de Vladimir Putin quizá tiene que ver con esto también.
Ciertamente. Él está muy consciente de esta herencia histórica. No es un lector voraz como Stalin. No tiene una biblioteca de 22 mil volúmenes como la de Stalin, pero ha leído. Incluso ha leído algunos de mis libros, lo cual es interesante porque se nota su interés por la historia de Rusia y sobre todo por la monarquía rusa. Leyó The Life of Potemkin: The Prince of Princes, que pronto será traducido al español. Conoce muy bien a los zares de la dinastía Romanov y a los secretarios generales del Partido Comunista. Los toma como parte de su tradición de liderazgo. Es un líder verdaderamente contemporáneo. Muy involucrado con las reglas del Internet. Sin duda es un personaje interesante. Es mucho más parte de su tradición de lo que se piensa.
¿Si ponemos a Putin frente a Trump, diría que Trump es un bárbaro?
Culturalmente, Trump es muy ignorante. También es extremadamente cómico y vulgar. Quiere ser un autócrata americano, quiere ser el primer zar americano. Creo que tiene un crush con Putin, esa especie de enamoramiento de los muchachos en la escuela. Lo ve del modo en que nosotros vemos a un personaje como el Padrino, que vive en un mundo de rudeza, rompehuelgas y asesinatos. Trump se ve atraído por esa idea. Aunque Putin no es la persona más sofisticada que existe, es un jugador más sofisticado, y más seguro, si lo pones enfrente de Trump. Alguien que trabajó en la KGB, luego dirigió el Servicio Federal de Seguridad y ha dirigido Rusia durante 17 años no tiene problemas para representar su papel en el reality show de la televisión americana.