Horacio Franco inició su carrera en el Palacio de Bellas Artes el 12 de abril de 1978. El próximo día 14, a las siete de la noche, el flautista y director de orquesta regresará para celebrar cuatro décadas de trayectoria con una presentación al frente de Capella Barroca.
En entrevista con MILENIO, Franco recuerda que a los 13 años tocó en Bellas Artes el Concierto en la menor, obra de Vivaldi para flauta de pico, con la Orquesta de Cámara del Conservatorio Nacional de Música. “Estaba muy emocionado y muy nervioso, me temblaban las piernas, pero había estudiado mucho. Tocar en ese recinto fue un sueño cumplido, además de que me permitió refrendar mi convicción de que para lo único que existía en este mundo era para la música, para tocar la flauta”.
Aquella noche inolvidable recibió muchos aplausos y sus padres se mostraron orgullosos; sin embargo, no querían que estudiara una carrera que, pensaban, no le daría de comer: “Me decían que eso era para hippies, para gente sin oficio ni beneficio, que tenía que hacer una carrera en serio. El éxito de la noche anterior me ayudó a decidir lo que yo quería hacer con mi vida y aprovechar los años de juventud para estudiar”.
Tras decir que hoy “ya no se puede vivir de nada”, comenta que “si no tienes agallas y la metodología para organizar tu vida para tener un proyecto a largo plazo, se puede volver un problema. Por otra parte, en una sociedad tan corrupta como en la que vivimos en México, la ‘sociedad de casta de clóset’ —como la bauticé— obviamente les da los mejores puestos de trabajo a quienes son hijos de gente privilegiada”.
Dinos cinco momentos clave en tu trayectoria.
El primero fue cuando descubrí la música en la secundaria, por pura casualidad, al oír tocar el piano a mi compañera Claudia Aguirre; el segundo, cuando advertí que tenía talento para la flauta. El concierto en Bellas Artes en 1978 también fue clave, lo mismo que cuando estudié en Holanda y decidí regresar a México. Un quinto momento fue cuando fundé la Capella Barroca hace 25 años.
¿Estuviste tentado a radicar fuera de México?
Tenía un agente que me consiguió conciertos muy buenos en Europa, pero quería que me convirtiera en un Zamfir mexicano y tocara piezas tipo “El cóndor pasa”. Me negué y se enojó mucho porque quería hacer dinero conmigo con una carrera que no me interesaba. Cuando estudiaba en Holanda no me hubiera podido quedar porque allá tú levantabas una piedra y, en lugar de una araña, salía un flautista de pico como yo, holandés y sin trabajo.
Tus raíces estaban aquí.
México es mi país y había muchísimas cosas por hacer cuando regresé en 1985. Había mucha gente con la que podía hacer música y no había nadie que pudiera hacer lo que yo hacía. He tenido la satisfacción de sostener una carrera internacional en mis propios términos. Si renuncié a ser esa especie de pastorcito tocando música tradicional latinoamericana, después me involucré con indígenas reales y lo mismo hice danzones que música medieval, Beatles y demás. La flauta me ha dado la libertad de hacer lo que me gusta.
¿Hay proyecto cultural en puerta?
Cuando estuve en el Congreso para elaborar la Constitución de Ciudad de México me di cuenta de que si a los políticos no les interesa el pueblo, menos la cultura. Aunque gobernantes anteriores, como Salinas o López Portillo, que eran verdaderos estadistas —aunque se lo cobraron muy caro—, sí ponderaban el arte como algo fundamental y un objeto a promover para poner el nombre de México en alto. A este gobierno se le olvidó totalmente eso.
¿Qué debieran hacer los candidatos presidenciales?
Retomar ese valor intrínseco que tienen las artes para volver a México un bastión cultural. No se han involucrado mucho porque están con sus dimes y diretes y sus luchas intestinas, menos López Obrador. Pero espero que el puntero —quien quiera que sea— tenga a bien leer el libro en el que yo colaboré: ¡Es la reforma cultural!, para que lo tenga en cuenta. México es un país enormemente culto con muchas instituciones muy destacadas, pero que no deben ser abandonadas ni presupuestal ni moralmente. Si se van a recuperar las instituciones, que también se recupere la cultura.
¿Qué vas a tocar en Bellas Artes?
Como mi carrera empezó con Vivaldi, va a seguir siendo con él. Es el compositor que más me ha dado de comer, junto con Bach. Será una celebración y una demostración de que todavía puedo soplar a mis 54 años (risas).