Soy súper maniático y alérgico a los héroes: Ruy Sánchez

El autor de 'Los sueños de la serpiente' habló de los libros que lo convirtieron en escritor, su mayor extravagancia y la frase que guía su vida, al responder el Confesionario.

El autor de 'Los sueño de la serpiente' respondió el Confesionario.
Leonardo Domínguez
Ciudad de México /

Su concepción de la literatura y de la vida es como la jardinería. Alberto Ruy Sánchez siembra con paciencia sus ideas, las riega para que florezcan y poda cuando es necesario.

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El autor de Los sueños de la serpiente reveló, en el Confesionario, que otra vida le habría gustado vivir, cuál es su mayor extravagancia y otros aspectos de su vida y personalidad.


¿El libro que lo inició como lector?

Tuve la suerte de que mi madre me enseñara a leer. De niño viví en una parte del desierto de Baja California. Los únicos libros que habían eran los que mi padre, en una de sus chambas, había ilustrado: una colección de libros infantiles donde quedé fascinado con El barón de la Castaña, un relato de un hombre que viajaba sobre una bala de cañón a través del espacio. Había otros clásicos: Hansel y Gretel, El sastrecillo valiente, que me caía medio gordo porque eso de ser valiente a la fuerza me parece un poco bobo, como cuando te dicen come chile para que seas hombrecito.

¿Y el que lo convirtió en escritor?

Me hice escritor sin pensar en los libros. Me volví contador de historias porque mi familia emigrada de Sonora acostumbraba a charlar historias en las reuniones familiares. Escribir significaba pensar relatos para compartirlos con la familia, el enorme placer de escuchar y compartir historias.

¿Qué manías tiene al escribir?

Muchísimas, soy súper maniático. Son muy variables pero la más marcada es que con frecuencia estoy atento a la predisposición que tengo al escribir y si no tengo un buen estado de ánimo pongo cierta música o cambio la luz en la habitación. Estoy consciente de que para escribir necesito un estado de ánimo especial.

¿Su héroe o heroína de ficción favorito?

Soy alérgico a los héroes; siempre me han parecido personas bastante antipáticas.

¿Su personaje más admirado de la vida real?

El más real, Lucien de Rubempré de Las ilusiones perdidas de Balzac.

¿Qué otra vida le habría gustado vivir?

Me hubiera gustado tener no una sino muchas vidas. En una de ellas, ser bailarín.

¿Cuál es su mayor extravagancia?

Amar los libros.

¿Qué defecto ajeno le parece más intolerable?

Es curioso, en lugar de pensar en los defectos pienso en las personas que los ejercen.

¿Qué virtud aprecia más en sus semejantes?

No pienso en términos de virtudes. Me enfrento a la persona, la conozco, la siento.

¿Su lugar favorito?

Mi casa. Pero también soy de esas personas que viajan a algún lugar y les gustaría quedarse ahí para siempre.

¿Su época favorita de la historia?

Hoy.

¿La mentira más convincente que ha dicho?

No creo haber sido tan convincente. Es mentira, ¿no?

¿El animal con el que se identifica?

El hombre.

¿El libro que le habría gustado escribir?

El libro que estoy pensando. Es curioso, tengo muy mal sentido de la envidia.

¿El libro que jamás habría escrito?

Todos los demás, todos.

¿El gusto que más procura?

El gusto de escuchar.

¿Cuál es su estado más común de ánimo?

Soy como de ritmo fácil. Me gusta sentir la música por dentro.

¿Qué súper poder le gustaría poseer?

No sé, tengo poca imaginación en este tema. Pero jamás elegiría escribir novelas en un día porque son como jardines: las siembras, crecen y tienes que podarlas. Tengo una concepción jardinera de la literatura y de la vida.

¿Tiene una frase que guía su vida?

Tengo una frase que guía mi profesión de editor: "Sumar al placer de contemplar, el placer de comprender".


RSE

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