Las formas de consumo de la música han ido cambiando en una vorágine de eventos en los últimos: desde del Napster o My Space, hasta los hoy servicios streaming en los que cada q uien cura su listas, e incluso, con la pandemia, conciertos en vivo.
La música está en la palma de la mano, y es tan rápido como desechable.
Para los músicos significa también una odisea decidir por dónde ofrecer su producto, dónde es redituable, ¿les conviene estar en Itunes o Spotify?
Para artistas que dominan el consumo como Bad Bunny, que con su más reciente lanzamiento YHLQMDLG, logró en un solo día 54 millones de reproducciones en Spotify, para ellos está hecho el streaming, porque para un artista independiente, estar en la plataforma no es una garantía ni siquiera de “llevarse una lanita”
Ramiro González García, es un saxofonista miembro de varias agrupaciones; la más popular La Manta, aunque en este momento su esfuerzos están en su nueva banda, Brassas Mexican Beat, la cual desistió de ofrecer en este momento por esta forma de servicio musical.
“Te encuentras en la misma plataforma con artistas que tienen a millones y millones de seguidores, por ejemplo Bad Bunny que fue elegido compositor del año que es un premio comercial, es el que más vendió, pues ganará mucha lana ahí, pero nosotros en el jazz no somos para las masas, le gusta a 100 personas, pero esas son fieles a tu producto y tu música y uno tiene que buscar es capitalizar a todos tus seguidores y esos medios no son, es como si vendieras artesanal, no puedes competir con Corona”.
Ramiro ha tenido su música ahí poco más de diez años, “durante todo este tiempo este año me llegaron 8 dólares de reproducciones en Spotify” explica, incluso detalla que con La Manta, en el mejor año recibió en total 10 mil pesos.
“Me sorprende que aun haya músicos que lo defiendan”
Para los artistas de este tipo, es necesario formar grupos de consumidores de su música. Por eso para Brassas Mexican Beat eligió venderlo en sus redes, ya que asegura que los estilos musicales son como submundos o munditos cibernéticos. Para ello hay plataformas como Bandcamp, muy parecido a My Space porque forma comunidades, “tiene la misma lógica”
La pandemia acaba con la música de amueblamiento
Con el consumo indiscriminado de música, se perdió la cultura del buen escucha, asegura el músico y también catedrático del Centro de Estudios de Jazz de la Universidad Veracruzana.
“El fomento del melómano, se perdieron las costumbres de escuchar música de la manera correcta, que es sentarte, estar en silencio, como un ritual… ¡y escucharla! la gente la pone para hacer otra cosa, la verdad si quieres ruido pon la licuadora; muchas veces no la escuchas y realmente es como música de amueblamiento”.
Mejor aun, la pandemia muestra a los artistas y sus capacidades reales.
“Va a regresar eso, son ciclos, si la banda suena bien y lo puede mostrar, lo hace en vivo, y eso obliga a que las andas ofrezcan calidad, que sea menos artificial, la pandemia ha presionado a artistas a que hagan conciertos streaming, en vivo y te das cuenta cómo toca, es un fenómeno que ayudó”.
Los artistas trap no hacen lives, “era sorprendente que ya ni siquiera hacen play back, ya no fingen ni siquiera cantar”.
Un accidente positivo
Brassas Mexican Beat es un grupo toca con una base de música bailable, banda convencional, sesiones de jazz, sitio en el cual se especializa
“A Brassas la formé justo antes que saliera la pandemia, con la idea que se hiciera música que se pudiera bailar pero sin que dejara de predominar el jazz, antes de la contingencia hicimos un live que iba a salir un video de un foro en Xalapa, que hace streaming de sus conciertos y con la pandemia preparó varios para irlos sacando, pero el de Brassas se perdió casi todo, solo se pudo rescatar el audio y ese es el disco, es un disco libre de autotunes y de copy paste, está tocado en vivo, así como debe ser una banda de jazz, hay improvisación”.