Teatro Isauro Martínez: el patrimonio cultural que refleja a Torreón

El inmueble que mejor refleja a Torreón está ubicado sobre la avenida Matamoros y la calle Galeana desde hace 90 años: el Teatro Isauro Martínez.

La inauguración del Teatro Isauro Martínez marcó un antes y un después en la vida de La Perla de La Laguna.
Luis Alberto López
Torreón, Coahuila /

El inmueble que mejor refleja a Torreón está ubicado sobre la avenida Matamoros y la calle Galeana desde hace 90 años: el Teatro Isauro Martínez.

¿Por qué? Es la viva imagen de la ciudad si se toma en cuenta que su diseño aglutina la arquitectura de las diferentes etnias que adoptaron a esta región como su hogar.

Su edificación comenzó el primero de febrero de 1928, corrió a cargo de Abel Blas Cortinas y los trabajos de yesería y murales al interior los realizó el pintor español Salvador Tarazona. 

Todo bajo las órdenes de Isauro Martínez, empresario de origen zacatecano que había llegado a finales del siglo XIX y adoptó la industria del entretenimiento como su principal actividad.

La inauguración marcó un antes y un después en la vida de La Perla de La Laguna. 

El programa inaugural del 7 de marzo de 1930 lo resalta: “que este nuevo teatro marque el comienzo de otra etapa de progreso para Torreón, son nuestros sinceros deseos y hacemos votos para que se vean realizados cuanto antes mejor”.

Aunque ya había el antecedente de carpas de exhibición de cine, el Teatro Isauro Martínez vino a establecer una línea clara en cuanto al quehacer cultural de una ciudad que apenas tenía 13 años de fundada. 

En esa época, además de los pequeños espacios de exhibición fílmica, lo que abundaban eran las cantinas más que los centros educativos.

“El programa original de la inauguración hace la introducción de que Torreón sube de categoría y en efecto le dio otro nivel a la ciudad, de tal modo que hoy cuando viene una persona de afuera se le lleva religiosamente al teatro porque es como convidar algo muy importante de nosotros que nos da orgullo e identidad”, expresa Carlos Castañón Cuadros, historiados y director del Archivo Municipal “Eduardo Guerra”.

Detalla que el recinto representa la aspiración cosmopolita que tenían los laguneros porque mezcla diferentes estilos arquitectónicos que van desde art déco, morisco y mudéjar en su exterior, mientras que uno orientalista en el interior.

“Indiscutiblemente uno se imagina a Isauro Martínez pidiendo que pusieran algo de todo y se convirtió en uno de los más grandes nombres de la historia de Torreón, pues dejó un patrimonio que va más allá de lo material porque no imaginamos la ciudad sin su teatro”.

Sus primeros años de brillo

Uno de los momentos más relevantes en su primera década de vida fue el 30 de noviembre de 1936, cuando el entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río emitió un mensaje con motivo de la consumación de la primera fase del Reparto Agrario.

“Trascendental fue el discurso que anoche a las 20 horas perifoneó el señor Presidente de la República a todo el país, dando a conocer en forma concisa y clara la resolución del problema de La Laguna. La transmisión que fue escuchada en México y en Estados Unidos a través de las Estaciones de Radio de la National Broadcasting Company produjo viva impresión entre el público que llenó de bote en bote el Teatro Isauro Martínez, desde cuyo foro habló el Primer Mandatario”, publicó en su portada el primero de diciembre el diario La Opinión.

Cárdenas del Río destacó que el reparto de tierras iniciado semanas atrás era parte de un hecho de importancia nacional.


“Con la entrega de la tierra por la autoridad, a los campesinos que tienen derecho de obtenerla, se cumple la primera fase del programa agrario, que recibió expresión en el acuerdo presidencial del 6 de octubre, sancionado por el Ejecutivo de mi cargo después de la opinión del Consejo de Gabinete a cuya liberación estimé conveniente someterlo”.

Las páginas de La Opinión dieron cuenta que, pese a que el recinto fue sede de un hecho histórico horas antes, siguió con su vocación de difundir arte y cultura.

Las exhibiciones programadas para los días consecuentes eran como define la cartelera “dos grandes estrenos”: el primero la película “La canción de todos” con la actriz y cantante estadounidense Virginia Bruce y el segundo con el filme “39 escalones”, dirigida por Alfred Hitchcock y protagonizada por Robert Donat.

La misión por dotar a la Comarca Lagunera de los mejores espectáculos cinematográficos y teatrales llegó a su primera década 7 de marzo del 1940. Una celebración sin precedentes para la ciudad ocurrió.


“La fiesta de los Laguneros Solemne Velada Plena de Atractivos y Novedades como Homenaje de Agradecimiento al Público de Torreón”, reza texto de la cartelera.

¿Por qué era algo nunca antes visto? El recinto cultural preparó una única exhibición del drama fílmico Amenaza, cinta protagonizada por Edward G. Robinson, además de una Exposición canina y una emisión del Noticiario RKO Radio.

También organizó entre los asistentes una “gigantesca rifa” que incluía cerca de 30 premios, entre los que estaban un refrigerador Westinghouse de cinco pies cúbicos, boletos de ida y vuelta en primera y segunda clase a El Paso, Texas, así como pases por todo un año al teatro en las secciones de luneta o galería.

Con el paso de los años el teatro sirvió como sede de innumerables actividades recaudatorias para diversos sectores de la sociedad lagunera, entre ellos escolares y religiosos.

Los carteles y anuncios originales, en resguardo del Archivo Municipal “Eduardo Guerra”, cuentan parte de esa historia.

En mayo de 1938 el Comité Femenino de Festejos Pro-Deuda Petrolera presentó los espectáculos Chin-Chun-Chan y Los codornices.

Pero en la década de los cincuenta fue el año en que más actividades de esa naturaleza abrazó el Isauro Martínez. En octubre de 1951 fue presentado el drama “Gente de honor”, autoría del español Joaquín Dicenta Jr. y cuya taquilla la destinaron a las obras de reconstrucción del Casino Lerdo.

Otra actividad importante fue el 18 de enero de 1952 cuando una “grandiosa función de gala” de la obra “Una señora y un caballero” tuvo lugar a beneficio de la Escuela Preparatoria Venustiano Carranza”.

A finales de año, en octubre, la comedida de tres actos de Carlos Amiches denominada “Que viene mi marido” fue presentada con un precio de 5 pesos por acceso en la luneta y cuyos fondos destinaron a la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.

Un cine para todos

Una cosa que caracterizó al Isauro Martínez como centro de espectáculos cinematográficos fue la variedad de su cartelera, además de que acudir era un asunto de convivencia para todas las clases sociales.

El fotógrafo Flavio Becerra Delgado recuerda que su infancia estuvo marcada por la asistencia de su familia a ese inmueble, principalmente los domingos de permanencia voluntaria, es decir, cuando por el precio de un boleto se podía estar en todas las funciones del día.

“Era uno de los pocos cines donde daban tres películas los domingos. Algo muy simpático porque había la de relleno, la de estreno y la que podemos llamar como la de pivote”.


Reconoce que esa particularidad le permitió desarrollar con los años un gusto diverso por el séptimo arte e incluso diferenciar sobre la calidad de las producciones.

“Estoy seguro que en ese cine y otros de esos circuitos comerciales me fui formando el criterio de ver películas porque comparas las buenas, malas, buenísimas y churros”.

Rememora que las cintas llegaban a la región al menos con un año de retraso de su lanzamiento comercial, además de que también exhibían cintas clásicas que la Compañía Operadora de Teatros (COTSA) tenía como acervo en una bodega cercana al Bosque Venustiano Carranza.

“Daban sobre todo películas de luchadores como El Santo, Blue Demon, El Huracán Ramírez, además de cintas japonesas que ahora sería un tesoro verlas porque no las he vuelto siquiera escuchar mencionadas en otro lado”.

Cuenta que la decoración del cine era algo que asombraba a cualquier niño, aunque en ese momento no sabían qué significaba y mucho menos su valor artístico.

“No todos los niños iban a ver la película, a veces les llamaba la atención un rato y si no captaba su atención, el resto de la función se la pasaban corriendo, gritando, subiéndose al escenario o jugando conociendo todo el interior del cine”.

Sin embargo, apunta que cuando por alguna razón no iba a las funciones sí había una vista rápida al cine por la noche los fines de semana.

“Antes de irnos a la casa después de la misa de la noche en la Catedral del Carmen nos llevaban a comprar dulces al Isauro Martínez, en ese entonces los esquimales no los vendían en las tiendas y nada más en las dulcerías de los cines”.

Pero el esplendor del inmueble como centro de exhibición cinematográfico decayó conforme avanzó la década de los setenta y de eso hay constancia en los archivos hemerográficos.

Carlos Castañón Cuadros, historiador y director del Archivo Municipal “Eduardo Guerra”, destaca que COTSA era la propietaria del inmueble desde la década de los cincuenta y esa mala administración lo hizo deteriorarse.

“Originalmente el dueño del teatro era Isauro Martínez y unos socios que tenía, pero en los años cincuenta el monopolio de la empresa COTSA ahogó a muchos recintos del país en el sentido de que si no se asociaban no les iban a mandar películas”.

Derivado de eso, cuenta que la Fundación Mary Street Jenkins a cargo de Manuel Espinosa Yglesias comenzó a perder interés en el recinto que en ese entonces rebasaba los 45 años de vida.

“Cuando COTSA entró en crisis durante los años setenta, en los tiempos de las películas de ficheras, empiezan muchos de sus teatros y cines a decaer y el Isauro Martínez es una de esas víctimas que termina en un deterioro terrible en que a la empresa no le interesaba”.

Fue cuando surgió un movimiento ciudadano para rescatar el inmueble y que hasta hoy es un referente obligado al hablar de la época más complicada del espacio.

El rescate que hizo eco y la historia actual

A principios de 1975, tres estudiantes de la entonces Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC) supieron de las intenciones de los empresarios propietarios del Isauro Martínez de derribarlo e iniciaron acciones para impedirlo.

Alejandro Máynez, José Medrano y Sigfrido Macías son los nombres que pasaron a la historia, pues convocaron a grupos ciudadanos y empresariales a reuniones semanales en el restaurante Apolo Palacio para revisar la situación.

El tiempo los llevó a averiguar que el propietario del cine era Manuel Espinosa Yglesias y con quien logran un encuentro para tratar de convencerlo de no demoler el lugar.


Un fragmento del diálogo de la conversación fue replicado en el libro Teatro Isauro Martínez: Patrimonio de los mexicanos y se aprecia que el empresario mostró indiferencia al argumentar que no tenía nada de artístico el espacio.

“No es un edificio que sea representativo de la ciudad puesto que lo tienen todo deteriorado, es un cine donde ahorita se pasan puras películas del Santo y Capulina… Lo que deben hacer ustedes en una ciudad moderna como Torreón es darle paso a la modernidad. Vamos hacer ahí un cine moderno con vidrios, con cristales, elegante, que sea digno de una ciudad como Torreón”, respondió Espinosa Yglesias.

Los estudiantes le aseguraron que el edificio sí era histórico y de lo más representativo de la ciudad.

“Torreón no tiene muchos edificios bonitos y dentro de los inicios, como todo lo que inicia, ésa es nuestra historia… En cuanto al arte, a nosotros el Teatro Martínez se nos hace muy artístico”, defendieron.

Pero los jóvenes no vieron que sus exigencias hicieran eco con él y, aunque buscaron a otras instituciones como la propia UAdeC, el INAH y el INBA, tampoco recibieron una respuesta apropiada.

No fue hasta que en los viajes que realizaron a la capital de país para revisar la donación de los terrenos de su escuela que plantearon el tema al entonces presidente Luis Echeverría Álvarez.


Su exigencia tuvo eco y después fue anunciado que el gobierno federal cubrió los 3 millones de pesos que la Fundación Jenkins pedía para ceder el inmueble.

El 19 de enero de 1976 el diario La Opinión publicó como parte de una de sus notas más destacadas y por una entrevista exclusiva que “Donan a Torreón Teatro Martínez”.

"Todos nos ayudaron en forma física y moral y eso nos ayudó a no desmayar en nuestro intento y terminar felizmente con el Martínez, mismo que se convierte en esta forma como un sitio al que podrá tener acceso todo el pueblo sin distinción de clases sociales", dice la declaración que el diario recogió de los estudiantes.

Desde entonces comenzó un largo camino para que el inmueble pudiera recuperar su esplendor. Su restauración llevó cerca de seis años y su reapertura fue un regalo para esta ciudad en su 75 aniversario en 1982.

“Abre sus puertas hoy sábado 18 de septiembre a las 20:30 horas, en el 75 aniversario de la ciudad de Torreón, presentando en su escenario a la actriz mexicana Ofelia Medina rindiendo homenaje a la gran figura clásica de nuestras letras Sor Juana Inés de la Cruz”, reza la edición de La Opinión.

Aunque el recinto volvió a recibir a los ciudadanos para que disfrutaran una vez más de uno de sus espectáculos, el inmueble no estaba terminado e incluso la actividad era para recabar materiales para finalizar su restauración.

Todavía le faltaba el telón, la iluminación teatral, el cableado y la instalación eléctrica al escenario, transformador y restauración de pinturas y el aire acondicionado, pero los responsables del teatro lo veían como un segundo paso que podrían dar “confiando en que los hombres que vencieron al desierto se unirían a nuestro objetivo”.


El tiempo le dio la razón a ese mensaje externado en los periódicos y meses más tarde reabrió sin problemas, un patronato quedó conformado y una serie de actividades regulares hicieron eco en la comunidad lagunera.

Hace una década, las actuales autoridades del recinto cultural decidieron hacerle un homenaje a los tres estudiantes que salvaron el edificio y en el marco del Festival Universitario de Teatro fue develada una placa en su honor.

Aquel 25 de abril del 2010, José Medrano dio unas palabras a nombre de sus compañeros, mismas que dedicó al impulsor del centro cultural: “Don Isauro, puede estar tranquilo porque su legado perdurará”.

Así ha sido porque a nueve décadas de su apertura el teatro es uno de los complejos culturales más importantes de La Laguna, pues cuenta con una galería de arte contemporáneo, así como una serie de talleres artísticos. Su labor de promover el séptimo arte tampoco fue olvidada e incluso este año su cine club cumple 20 años.

CALE

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