Ensayista y poeta. Poeta y ensayista. No importa tanto el lugar donde se coloquen, son las facetas fundamentales en la escritura de Tedi López Mills; incluso, muchas veces los géneros pierden su frontera en sus libros, como sucede con el más reciente, Cascarón roto (Almadía/Publicaciones-UNAM, 2021), en el cual se asoma una parte un tanto desatendida en su escritura: la narrativa.
“Decidí que estos ensayos tuvieran algo de relato. Cito a pesos pesados como Aristóteles, Montaigne, Platón, Sócrates, Cicerón y quise siempre contraponer a eso los relatos de mis encuentros con mis amigos y acaba siendo una especie de cuento: me pongo como protagonista, como personaje y así sucedió en los tres ensayos del libro”.
Aviones, Cascarón roto, (Entremés) e Impertinencia son los capítulos en los que se divide el libro de ensayos, donde la ficción se mezcla con el ensayo “de las autoridades: estoy yo, pero también las autoridades, los otros escritores. Los ensayos tienen que ver estrictamente conmigo: el de los aviones tiene que ver con la familia de mi madre; el de la amistad tiene que ver conmigo, pero también con todos, porque no todos volamos, pero todos tenemos la experiencia de los amigos y de los no amigos, y el tercero es un viaje en el tiempo, a 1979 y la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, que es la crónica mi educación poética”.
Un libro cercano a lo que se define como autoficción en nuestros días, esa primera persona que los ejecuta o los padece y los cuenta, aun cuando sea un nuevo nombre para algo que existe hace mucho tiempo, “creado entre la academia y la mercadotecnia, pero creo que se practica desde que se inventó el ensayo”.
“Siempre he querido escribir relatos, pero no puedo. Entonces, escribo ensayos o poemas como relatos. No creo que vaya a suceder, igual me aviento, aunque no está en mis planes. Ahora voy a escribir un cuento, pero no lo podría hacer: siempre tengo que entrar por una puerta distinta, ya sea por un poema o por un ensayo, pero entrar por la puerta del cuento o —utopía total—por la de la novela, no me ha ocurrido”.
La invención de un diario, recuerda la escritora, quiso ser una novela, pero no consiguió esa forma y, a pesar de no estar tan convencida de que vaya a ocurrir, “seguiré intentando”, a decir de Tedi López Mills.
Experiencia personal
Para la escritora, el ensayo personal suele convertirse en un placer para los lectores, porque se refiere a experiencias que, si bien comienzan siendo personales, también incluyen al colectivo: las polémicas y los linchamientos no sólo ocurren en el terreno de la literatura, al grado que resulta paradójico que un género como el de la poesía, que se considera a sí mismo sublime, absolutamente inspirado, “haya padecido unas polémicas tremebundas, sanguinarias, donde los linchamientos son a muerte. Y esas polémicas son constantes y tienen que ver con los grupos, con los bandos literarios”.
“Sin embargo, he notado en las discusiones que hay cierto hartazgo por el ensayo personal, como diciendo ‘vas a volver a hablar de ti, vas a volver a endilgarnos tu yo’, pero es un riesgo que corro necesariamente, pero a mí no me molesta que alguien me hable desde su punto de vista”.
Los ensayos de Cascarón roto parten de esas experiencias más personales, como unos documentos de su familia, tres cartas que le hicieron evocar recuerdos de su infancia y juventud, pero también el viaje a su tiempo en la Facultad de Filosofía y Letras “y hasta un entremés, un acercamiento a cuatro amigos: son temas conectados, porque son formas de soledad, de compañía, de relacionarse, de hablar, de escribir, de leer… y hay homenajes a autores de manera constante”.
“Estudié filosofía, pero mi educación poética ocurrió en la facultad, en el famoso aeropuerto, como se le llamaba a este espacio en el que confluían todos, la rampa desde donde se pueden ver el resto de las facultades: allí se llevaban a cabo todas estas amistades, todas estas polémicas y discusiones”, en palabras de Tedi López Mills.
bgpa