Que un músico tan riguroso como el director y organista Leo Krämer lo haya calificado de "grandioso" es motivo de gran satisfacción para el tenor mexicano Óscar de la Torre. El reconocimiento es, también, un aliciente para una carrera que ha sido tan exitosa como difícil para el cantante radicado en Múnich.
La semana pasada De la Torre cantó la ópera La Cenicienta, de Rossini, en el Forum Cultural Guanajuato con la Orquesta y Coro del Bicentenario. El próximo viernes 29 de abril y el 1 de mayo en Nuevo León presentará El barbero de Sevilla, también de Rossini, con el Coro de la Ópera de Nuevo León y la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Nuevo León. El 13 de mayo cantará arias de Mozart con la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, dirigida por Román Revueltas, en Aguascalientes.
El cantante nacido en la Ciudad de México ha actuado en agrupaciones tan prestigiosas como la Münchner Opern Orchester, Deutsche Staatsphilharmonie Rheinland-Pfalz Orchester, Venezia Opera Festival Orchestra, Frankfurter Sinfoniker Orchestra y otras. Por su talento, ha alternado con figuras como Plácido Domingo, Giacomo Aragall, Francisco Araiza y Kurt Rydl, entre otros.
De la Torre dice en entrevista con MILENIO que todos y cada uno de sus maestros le han dejado algo muy significativo para su formación: "La persona que me motivó en mis inicios fue Nicolás Rico y después Enrique Jaso, que fue maestro de grandes representantes de la ópera en México. Después tuve la oportunidad de tomar clases con el maestro Francisco Araiza, Montserrat Caballé, Eva Randova, Joan Dornemann y muchos otros que no quisiera dejar fuera. También están los maestros de teatro".
De la Torre cuenta que abrirse paso en Europa ha sido, a la vez, fácil y difícil. "Cuando llegué a Múnich, en menos de una semana ya tenía un concierto en Stuttgart y una invitación para cantar La Cenicienta en Suiza. Ese fue un inicio muy especial y todo parecía que iba ir muy bien. Sin embargo, vienen pruebas y adversidades. Evidentemente esto se agudiza cuando se trata de un extranjero: hay que perseverar".
Las tribulaciones, agrega, "me ayudaron a crecer como persona y como artista, a valorar los sacrificios que en ocasiones tenía que hacer para luchar por un sueño, por un objetivo, como es la familia, llegar a otro país con otra ideología y otra cultura. Para mí fue un choque emocional y psicológico muy fuerte llegar a un país cuyo idioma no hablaba, así como estar lejos de mi familia".
El tenor no cuenta con el apoyo de ninguna institución, sino que es un artista libre que trabaja con diferentes agentes: "Yo trabajo con ellos y ellos para mí, nos ayudamos simultáneamente; pero también hay directores que me llaman directamente para colaborar con ellos".
Además de grandes producciones de ópera, en 2013 De la Torre grabó en cd La muette de Portici, ópera de Daniel-François Auber. "Para este tipo de proyectos hay que hacer una audición, que prácticamente es una competencia en la que el cantante que le guste más al director de orquesta, o en ocasiones al director escénico, es el que queda. Afortunadamente quedé y tuve la oportunidad de cantar con otro mexicano, Diego Torre. Fue una gran experiencia grabar una ópera tan difícil, además de que el elenco era joven, lo mismo que el director musical".