En su más reciente novela, La noche de los alfileres (Alfaguara, 2016), Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) vuelve al Perú de sus años de infancia, como atmósfera de una historia en la que los personajes pueden explotar en cualquier momento y tomar decisiones que podrían considerarse arrebatadas, sin detenerse en las consecuencias de sus actos.
Es el tiempo de los bombazos y los apagones en Lima, donde cuatro adolescentes deciden una tarde acabar con todos sus males escolares, que son también vitales, donde se demuestra que “todos podríamos convertirnos en monstruos de un momento a otro”.
“Me gusta jugar con personajes muy normales, muy cotidianos, que de pronto se ven arrastrados hacia situaciones extremas y se ven enfrentados a sus mayores miedos.
“La novela cuenta la furia de los marginales, del día que deciden tomar el poder, porque están hartos de una realidad gris, de una profesora insoportable, de unos matones del colegio que los machacan: ellos deciden tomar el control y ese sótano al que descienden es un lugar el que están enfrentados con sus lados más oscuros.”
Como escritor y periodista, Santiago Roncagliolo ha viajado por diferentes partes del mundo y siempre le ha llamado la atención que quienes hacen las cosas malas creen que son buenos, nadie piensa que es malo, ni siquiera el corrupto o el traficante, porque también necesita creer que es una buena persona, que sus padres lo golpeaban de chiquito, que el mundo ha sido injusto con ellos.
De alguna manera eso sucede con los protagonistas de La noche de los alfileres, donde cada uno de los personajes decide desde una pulsión diferente: Carlos desde la razón, Beto desde el amor, Moco desde el dolor, Manu desde la rabia… “cuatro partes que entran en conflicto cada vez que debemos tomar una decisión y la novela se convierte en un laboratorio donde pones esas cuatro partes en una coctelera, sacudes y explota”.
Los miedos cotidianos
De acuerdo con el autor de títulos como Abril rojo —con el que obtuvo el Premio Alfaguara de Novela en 2006— o La pena máxima, el miedo es el tema principal de su literatura, la alerta que aparece cuando nos acercamos a lo desconocido, al abismo, por lo tanto es una manera de explorar qué somos, dónde nos sentimos cómodos.
“Cada miedo muestra qué es lo que nos da temor perder, lo mismo de la violencia, que a no encajar, a ser rechazados por los demás porque son raros o diferentes.”
Pero al mismo tiempo, historias como las de La noche de los alfileres es una mirada acerca de la violencia desde el ámbito más cotidiano, donde se refleja hasta qué punto estamos sometidos a nuestros propios monstruos.
“La violencia está en nuestro ADN latinoamericano, no hemos conseguido resolverla. La vamos cambiando de forma, ni siquiera estoy seguro de que seamos más violentos ahora que antes, simplemente no ha cambiado, forma parte de nuestro carácter y de la parte que tenemos que cambiar con más urgencia.
“Todos podríamos convertirnos en monstruos de un momento a otro. Me gusta jugar con personajes muy normales, muy cotidianos, que de pronto se ven arrastrados hacia situaciones extremas y se ven enfrentados a sus mayores miedos, sus mayores terrores y creo que cuando el lector se preocupa por ellos, mira hacia adentro y se preocupa por sus propios terrores, por sus propios límites.”
De alguna manera, a Santiago Roncagliolo le interesa que el lector se ponga en los zapatos de sus personajes, en especial si son los “malos” de la historia, para que experimenten cómo una persona tierna e inocente puede convertirse en un monstruo.
“Todos estamos a pocos centímetros de ser psicópatas, si se mueven dos o tres mecanismos puedes atravesar esa barrera y eso es lo que deseo explorar”, en palabras del escritor peruano.