Casas antiguas de Toluca, joyas de su arquitectura histórica

Especial de Fin de Semana

De las 845 viviendas antiguas que datan del siglo XVIII, XIX y XX, actualmente solo sobreviven aproximadamente 400 y algunas están en riesgo.

Hace una semana la fachada de la antigua Casa 40 colapsó. (Sergio Sánchez-Hidalgo)
Toluca /

Con el paso del tiempo las ciudades cambian y se modifican. El acontecer diario y las necesidades de sus habitantes van transformando su conformación, su configuración y la imagen urbana. Las calles y sus nomenclaturas se modifican, las antiguas casas y edificios públicos se reconstruyen en algunos casos y en otros son destruidos, demolidos y olvidados por la memoria colectiva. Toluca conserva antiguas casas, testigos mudos de la historia. De las 845 casas antiguas que datan de los siglos XVIII, XIX y XX en Toluca, solo sobreviven aproximadamente 400, y tras el derrumbe de la fachada de la antigua Casa 40, ubicada sobre la avenida Sebastián Lerdo de Tejada casi esquina con Pedro Ascencio, frente al Teatro Morelos, muchos se preguntan qué pasa con las construcciones que siguen de pie, aquellas abandonadas porque su mantenimiento es muy costoso o las que están al borde de la extinción, pero la normatividad del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) no permite modificarlas o derrumbarlas.

Inmuebles con historia

En algunas de las principales calles del Centro Histórico aún se conservan casas de la Época Colonial, que dan a la ciudad un toque de distinción y que forman parte de la historia. En el siglo XVIII la capital mexiquense tenía un padrón de 845 casas habitadas por mil 256 familias, en su mayoría comerciantes. El libro “Las casas antiguas de mi ciudad”, de Margarita García Luna, detalla que el número 308 de la calle José Vicente Villada, entre Instituto Literario y Gómez Farías, se aprecia la belleza arquitectónica de la época colonial en la casa de doña María Luisa Díaz de Palacios, que aún guarda en sus muros la leyenda “Bienvenidos a la casa de la Abuela”.

La Biblioteca Pedagógica, ubicada en la avenida José María Morelos y Pavón, casi frente a la iglesia de La Merced, es una de las más antiguas construcciones que conserva características coloniales como los herrajes, las puertas y el patio que lucía macetas. La Biblioteca era conocida como la Casa de la Tlaxpana.


La Casa del Moro, atrás del Teatro Morelos; la de las Azucenas, la de don Francisco Díaz de Guzmán, la casa número 20 del Portal y la de Las Diligencias, son algunas de las más representativas de aquella época. El inmueble donde se instaló “La Gota de Leche” fue inaugurado el 6 de abril de 1904 por el general José Vicente Villada y actualmente alberga oficinas del DIFEM.

Así como el Museo Taller Nishizawa, que data de fines del siglo XVIII y a fines de 1980 la señorita María de la Luz Soto y Soto fue la última propietaria y decidió donarla al gobierno estatal. Fue el entonces gobernador Ignacio Pichado Pagaza quien determinó dedicarla al insigne artista Luis Nishizawa.

¿Cómo eran o cómo son?

La herrería, la viguería, el adobe, la mampostería, la cantera, piedra dura de origen volcánico, diseños de moldura y madera de pino, cedro y oyamel son materiales de antaño que fueron utilizados para la construcción de dichas inmuebles, que se ubican principalmente en las calles del Centro Histórico. “Están repartidas en el primer cuadro, las antiguas calles de José Vicente Villada, Benito Juárez, mientras más céntricas, fueron de las primeras en las que se levantaron construcciones”, apunta el cronista municipal Gerardo Novo.

La mayoría de las construcciones eran de tipo residencial, es decir, para la vivienda, después el crecimiento de la ciudad obligó a que se fueran adaptando como locales para el comercio, pues en su mayoría se trata de propiedad privada, aunque tanto el Ayuntamiento de Toluca como el gobierno estatal cuentan con algunas dentro de su patrimonio.

“Algunos edificios se han adaptado como bancos, museos, restaurantes u hoteles, tal es el caso del José María Velasco, el Taller Nishizawa, el Felipe Santiago Gutiérrez o recientemente el del Alfeñique. Son formas de preservar con nuevos usos las construcciones notables y evitar que muera la historia”.

Mantenerlas es difícil

Hoy hay personas que son propietarias de inmuebles con valor artístico, arquitectónico o histórico y tienen los recursos para mantenerlos en buen estado, aunque hay otras que tienen interés y carecen de los medios, pero también hay quienes deliberadamente provocan daños en los muros o las estructuras para que se vengan abajo o las construcciones se vayan deteriorando.

“Su destrucción ha sido consecuencia de la ignorancia, intereses económicos, carencia de recursos, falta de programas que permitan financiar las restauraciones, lo mismo que el vandalismo y la falta de conciencia de los vecinos y habitantes”, indica el maestro Gerardo Novo.


Mientras más antiguas, dijo, estas viviendas son víctimas mortales del tiempo, sobre todo, si no tienen el mantenimiento necesario, pues el agua y el sol han ido debilitando sus estructuras por tratarse, principalmente, de adobe y madera.

Conservar y mantener un inmueble de este tipo cuesta mucho dinero, además, es difícil encontrar los materiales para su restauración, tal es el caso de las gualdras o vigas que eran extraídas de árboles de más de 20 metros.

“Hay construcciones en las que hay que sustituir 100 vigas y deben tener cierto tratamiento, lo cual es muy caro. Lo mismo pasa con las soleras para los pisos las lajas y baldosas que se usaban mucho y ya no se trabajan, incluso las técnicas de construcción han cambiado, había trabajadores que sabían hacer cielos rasos con planta de cielo, bóvedas catalanas o hacer aplanados sobre el adobe”, menciona el cronista.

En riesgo de derrumbarse

Tras el colapso de la fachada de la antigua Casa 40, la coordinadora de Protección Civil municipal, Diana Ayala Albarrán, señala que en las mismas condiciones se encuentran tres predios: el primero se ubica en la calle de Lerdo entr Martín Rivera y 21 de marzo, en el barrio tradicional del Cóporo, el cual también está apuntalado y tiene un alto riesgo de colapsar.

El segundo se ubica en la esquina de Instituto Literario y Nicolás Bravo en la colonia Nicolás Murguía, y uno más en El Ranchito, donde están notificando a los propietarios para que hagan la demolición, pues hay vehículos estacionados en la zona, lo que pone en riesgo a los ciudadanos.


El huracán Grace pegó con todo y en estos días de lluvias, dijo, las construcciones antiguas se han visto muy afectadas, por lo que han solicitado al INAH una mesa de trabajo y autorizaciones para la demolición controlada. “Haremos una revisión con el INAH, sobre todo, de aquellos que presentan daños y son un riesgo para la población”.

Lo que queda de Casa 40

Ayala Albarrán detalla que tuvieron comunicación con el apoderado legal de la antigua Casa 40 para la demolición de la parte posterior, pues Desarrollo Urbano municipal ya emitió los permisos correspondientes.

“La recomendación del INAH es que termine de colapsar por sí solo, sin embargo, se trata de un tema de seguridad y protección a los ciudadanos, por lo que no podemos esperar a que caiga”.

El inmueble con número de clave 151060010108 en el catálogo del INAH -recordó- tiene un apuntalamiento desde hace 12 años, por ello han solicitado que autorice la demolición completa, pero se niega porque tiene protocolos para preservar este tipo de estructuras.

“Está colapsada por completo, más de 90 por ciento, pero mantenerla en pie pone en riesgo a la ciudadanía, aunque tenemos un operativo permanente para evitar que la gente camine por esa calle”.

MMCF

  • Alondra Ávila
  • alondra.avila@milenio.com
  • Comunicologa por el CUSXXI y con 16 años de experiencia en medios de comunicación. Desde 2012 colabora en Milenio Estado de México en la sección de Negocios. Ganadora del 9o Premio al Periodismo sobre Innovación Científica y Tecnológica en 2018.

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