La Virgen de Guadalupe es la imagen religiosa más importante del país, reconocida como “la madre de todos los mexicanos”. Sin embargo, existe una historia sobre una diosa azteca que comparte similitudes con la actual figura católica previo a la colonización.
¿Quién fue Tonantzin?
Previo a la conquista española, los aztecas tenían una diosa llamada Tonantzin que en náhuatl significa “nuestra madre”. Algunos historiadores han determinado que esta deidad se identificaba con otros nombres como:
- Omecíhuatl: Diosa primordial y creadora del universo.
- Toci: Diosa de la salud.
- Cihuacóatl: Diosa de la vida y la muerte.
- Coatlicue: Diosa de la fertilidad.
El franciscano Juan de Torquemada, detalló a través de la obra La Monarquía Indiana, que Tonantzin era una diosa de gran belleza y se caracterizaba por usar falda y huipil blanco.
Alfonso Caso, arqueólogo mexicano, identificó algunos dibujos en el Códice, algunas características de las diosas Chalchiucueitl y Teotenantzin, que se relacionan con Chicomecoatl, la diosa del maíz.
Y con ello, quedó el registro de que existía un lugar en el que se veneraba a una diosa, que al día de hoy, está dedicado a la Virgen de Guadalupe.
Tonantzin era la deidad que personificaba el símbolo de las fuerzas femeninas de la fertilidad. Tras la conquista de los españoles, el culto a esta diosa azteca fue sustituido por la adoración a la Virgen de Guadalupe.
Sin embargo, actualmente, existe un culto a Tonantzin-Guadalupe, que es practicado por varias personas que realizan las peregrinaciones en México, siendo uno de los eventos religiosos más grandes del país.
¿Por qué fue sustituida Tonantzin?
Los españoles liderados por Hernán Cortés se encargaron de cambiar y eliminar varios elementos culturales en la población nativa del país. El idioma, los alimentos y las tradiciones de los españoles se mezclaron.
Sin embargo, la religión de los nativos fue cambiada, debido a que los españoles consideran que los dioses aztecas eran demonios y desaprobaban los sacrificios humanos que realizaban a sus dioses.
Por lo tanto, los territorios que ocupaban las civilizaciones prehispánicas fueron sustituidos por templos coloniales para evangelizar a los nativos. El cerro del Tepeyac, fue uno de los tantos lugares que fueron modificados para la adoración de nuevas imágenes religiosas.
El escritor Jacinto de la Serna relata que el antiguo culto en el Tepeyac tenía una variación náhuatl denominada Tepeaquilla o Tepeyac al castellano, cerro de Guadalupe o El santuario de la Virgen Santísima de Guadalupe, en su manual de Ministros de indios, escrito previo a 1661.