El joven pintor Bernardo Augurio Jiménez, se concentra en la confección de sus pinturas, algunas de ellas por encargo, al tiempo en que en la galería que abrió hace ocho años frente al Tecnológico de Monterrey, continúa con las clases de pintura y la venta de marcos en medio de la pandemia.
En ese momento nunca pensó en los retos que debería enfrentar para sostener este espacio donde pudo hacer confluir la mayoría de sus intereses. Y aunque además sostiene una relación laboral en el Museo Arocena, al propagarse el coronavirus en el año 2020, casi todas las actividades debió suspenderlas, excepto su impulso de continuar pintando.
“El 12 de febrero cumplí ocho años con mi galería. Empezó como un proyecto más sencillo, la verdad la idea principal, cuando comencé, fue que esto fuera mi estudio de pintura nada más; un lugar donde pudiera trabajar agusto y donde pudiera tener las comodidades del espacio. En el momento en el que abrí dije que también daría clases de pintura para ayudarme a solventar los gastos del mantenimiento”.
Así fue cómo empezó a dar clases; su alumna más pequeña tenía tres años
Augurio Jiménez recuerda que al emprender el proyecto pensó que sería más sencillo aunque con la meta fija de que prosperara. Los primeros alumnos llegaron pronto y él no discriminó en cuanto a la edad.
“Yo empecé y ahora sí que dije, voy a dar clases al que sea y cuando sea. Había gente que llegaba y me decía que podía tal día a tal hora y yo respondía que sí porque en los primeros días no se paraba nadie, estaba muy solo, así tuve niños y la más chiquita que atendí tenía tres años, y también llegué a tener señoras pero eran muy pocos alumnos al principio. Después, con el tiempo, sí fue aumentando el número de alumnos y dejé de dar clases a niños tan pequeños y me concentré en niños a partir de los doce años, en jóvenes y adultos”.
Bernardo Augurio entendió que debía dar una atención más profesional para que su taller no se visualizara como un pasatiempo. Así fue invirtiendo en el espacio para hacerlo un sitio amplio, luminoso y confortable. Sin embargo, apuntó que después de la pandemia, comenzó a ver que muchos negocios cerraron ante la falta de movilidad social.
“Cuando empezó la pandemia muchos negocios comenzaron a cerrar, se empezaron quedar solos y lo mismo me pasó a mí. Los alumnos dejaron de venir, me informaron que se iban a quedar en casa y ese fue un ingreso que ya no tuve, pero también estoy en el Museo Arocena, ya tengo diez años en lo que es la museografía, pero también el museo cerró y fue cuando me pregunté qué tendría que hacer”.
Después llegaron los marcos
El qué pasaría y si debería cerrar su negocio fueron preguntas constantes. En su interior se negaba a cerrar la galería y fue cuando pensó en agregar el servicio de marcos. Se puso en contacto con proveedores y remodeló la fachada del local, creando una nueva imagen.
“Se me vino a la mente la idea de los marcos que es algo completamente aunado a todo esto, es un complemento ideal y pues yo ya tenía experiencia porque cuando estaba adolescente trabajé en una marquería de una amiga mía, una señora que también es artista, y pensé que sería un buen negocio porque la gente que viene puede verlos”.
La galería obtuvo así un nombre porque en el local sólo se anunciaba que se daban clases de pintura. El pintor le concedió sus iníciales 'BA Galería, arte y marcos'. Este cambio apuntaló su esfuerzo pues a pesar de la pandemia, las cosas mejoraron.
“No sé si fue un golpe de suerte o parte de la pandemia pero cuando abrí con los marcos hace un año, porque en noviembre del año pasado cumplí un año, fue un boom, llegaba la gente con cosas para enmarcar. Yo pienso que fue en parte por la pandemia porque como la gente se encerró, comenzó a sacar cosas de sus casas y ese primer año me fue súper bien. Llegó un punto en que yo no podía con tanto trabajo”.
Asimismo el trabajo del taller se retomó con una cantidad menor de 10 alumnos, la mayoría de los alumnos son jóvenes que buscan asesoría personalizada para desarrollar habilidades que les permitan construir historias a través del formato del cómic. Bernardo Augurio no se niega a ofrecerles alternativas técnicas, de acuerdo a sus capacidades.
“Todo es personalizado. A pesar de que estén ocho personas, cada una está haciendo algo único y avanza a su propio ritmo, incluso los niños porque a ellos se les explica de una manera más fácil; luego voy con los chavos, y luego el adulto y cada quien avanza”.
El mercado del arte en La Laguna es complicado, dice el pintor, pero siempre habrá clientes. Muchos de sus trabajos son por encargo libres porque apuntó, el coleccionista confía en su trabajo y es recomendado de voz en voz.
aarp