La conquista de América a finales del siglo XV, la caída de la gran Tenochtitlan y las primeras expediciones hacia el norte del territorio mexicano o de la Nueva España, dejaron a su paso cruentos enfrentamientos, guerras y rebeliones entre los pueblos originarios contra las flotillas de europeos en proceso colonialista. En tierras laguneras no sería la excepción.
De acuerdo al historiador duranguense, Miguel Villabueno Garcinava, los pueblos originarios vivieron una lucha centenaria entre grupos contra peninsulares y la orden colonial de la Nueva Vizcaya, incluso más importante que la batalla en Tenochtitlan, tal como lo explicó dentro del Diplomado en Historia Regional de La Laguna.
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“No fue la batalla entre Tenochtitlan la única e importante, ya que después de ella no hubo rebeliones por disputarse el poder. Pero en el norte fue diferente, había auténticas guerras porque los antiguos habitantes nunca aceptaron el dominio de España, de ahí surgieron las guerras tepehuanas, que duraron prácticamente 150 años”, expresó.
Vallbueno Garcianava, catedrático de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), explicó que los primeros españoles que llegaron a tierras norteñas por el reino de la Nueva Vizcaya (Durango, Chihuahua y parte de Coahuila), describían a una población que se establecía en grandes derramaderos de los ríos, Nazas y Aguanaval.
“La historia de La Laguna viene de un proceso a mediados del siglo XVI en un proceso de encuentro de los europeos y los pueblos naturales. Una lucha centenaria por el dominio de los grupos sociales que marcarían estas tierras”, compartió el historiador, para luego añadir que reportes jesuitas indican que había grandes poblaciones.
A la llegada de los europeos, además de traer armas más sofisticadas para pelear, traían consigo una arma más poderosa, la viruela, que junto a otras enfermedades del viejo mundo acabaría con gran parte de la población.
“Los grupos originarios de América no tenían la inmunidad natural contra las enfermedades del viejo mundo como la viruela y el sarampión. Para 1650 hubo una serie de enfermedades en la que el resultado para este lado fue funesto, la población se diezma, de diez queda uno”, compartió.
Pasaron las generaciones pero las batallas entre peninsulares y criollos contra los pueblos originarios no menguaron. Siguió la Guerra del Mixtón y luego la Guerra Chichimeca entre 1550 y 1600. Eran llamados chichimecas a quienes no hablaban lengua náhuatl.
Para 1601 surgió la guerra de los acaxees, grupo de indígenas que habitaban la zona de la Sierra Madre Occidental, al este de Sinaloa y el noroeste de Durango, mismos que entrarían en conflicto con los españoles por la explotación minera que sufrían los indios, en tanto los peninsulares reprimieron a los acaxee y a muchos los esclavizaron.
De igual manera, para 1610 los españoles se instalan en las minas de Parral y entran en conflicto con los pueblos xiximes, salineros y tobosos.
Las guerras indias no acaban, ya que la expansión de las colonias inglesas del este al oeste de Norte América. Empiezan a empujar a los habitantes de las llanuras de Kansas en 1770. Ahí viven los Comanches, cazadores de búfalos que son empujados hacia el oeste y se van sobre el grupo vecino, los Apaches, que serían protagonistas de algunas batallas.
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