La pandemia por el covid-19 lo alejó de las aulas donde imparte clases de música pero el trabajo como laudero no ha parado en medio de la crisis sanitaria. Los trabajadores que realizaron home office se dieron cuenta que debían implementar reparaciones en sus domicilios.
Pero donde no pudieron intervenir directamente fue en los instrumentos que les fueron heredados de sus padres o sus abuelos. Esos fueron llevados al taller de Antonio Estrada, quien desde hace doce años realiza el oficio de laudería en Torreón.
“Hace doce años más o menos empecé a encargarme de una rondalla y ahí los muchachos tenían problemas con las reparaciones de sus instrumentos que sufrían alguna descompostura y realmente no sabíamos a quién recurrir para que nos hiciera ese trabajo, entonces el papá de uno de mis alumnos me pasó el contacto de alguna persona que se dedicaba a reparar instrumentos y era el señor Antonio Orozco”.
De oficio carpintero, Orozco era también músico por lo cual se dedicó a la reparación de instrumentos. Antonio Estrada comenzó a visitarlo para llevarle instrumentos y el señor poco a poco le fue abriendo el taller, compartiendo además sus conocimientos.
“Yo ahí empecé a tener la inquietud de reparar y construir instrumentos musicales porque yo empecé en la música a los catorce años por unos compañeros que ya tocaban la guitarra y ellos mismos empezaron a enseñarme un poco porque en realidad lo mío fue autodidacta porque empecé a estudiar solo con libros, con algunos videos y a experimentar. Después en la preparatoria entré a la rondalla y de ahí me acerco más a tocar en grupo”.
Fue en el año 2008 cuando comenzó a dirigir rondallas de forma independiente con alumnos de varias escuelas. Luego dio clases en la Universidad Politécnica de Gómez Palacio. Actualmente se desempeña en la Universidad Autónoma de La Laguna, teniendo a alumnos talentosos como Fernando Sujo, que recientemente ganó La Voz México.
Con conocimiento en instrumentos como guitarra, bajo, piano y percusiones, el maestro Antonio Estrada también interpreta música latinoamericana por lo que conoce instrumentos de viento como la quena, el charango, el cuatro venezolano o las zampoñas.
“En su mayoría reparo guitarras y requintos; muy seguido me llegan instrumentos de cuerdas como los violines, los violonchelos, contrabajos. Me han traído hasta un banjo, que no es común por estas regiones y algunos otros como una bandurria, laúd español que se utiliza en las estudiantinas, y alguna arpa colombina que tampoco son muy comunes”.
Un oficio con buen oído
La laudería es un oficio complejo que va más allá de trabajar con madera. Para realizarlo se requiere saber sobre carpintería, ebanistería y marquetería pero además el artesano debe tener un excelente oído musical.
“La cualidad más importante es que lo que se construya tenga cierta cualidad con el sonido; que suene bien y que con la misma construcción sean resaltados los sonidos agudos, medios o graves al instrumento, esto lo hace más complejo que otros oficios donde tiene que ver la madera”.
“Mis clientes aquí son principalmente músicos que necesitan una reparación, pero también personas que no lo son pero que en sus ratos libres tienen sus instrumentos y requieren una restauración o reparación. De Monterrey hay gente que me habla para traer sus cosas a reparar y hace poco vino el compositor Miguel Luna desde los Estados Unidos para que le reparara una guitarra”.
La pandemia por el covid-19 ha dejado en shock económico y social a la población.
“Yo soy maestro de música en colegios y debido a esto vamos a decir que quedé desempleado, de alguna manera. Mi única entrada de dinero fue el dedicarme a esto de tiempo completo. Prácticamente todo el día y fue muy raro porque hubo más trabajo del normal, de hecho hubo muchísimo trabajo durante estos meses de cuarentena, gracias a dios”.
El maestro de esta forma da constancia de que no todos los efectos de la pandemia fueron nocivos y algunos adultos se pusieron a practicar el instrumento que por exceso de trabajo abandonaron, o decidieron compartir el conocimiento con sus hijos.
EGO