¿Trabajadores? de la cultura (parte 2)

Predijimos precariedad laboral desde el inicio del sexenio; tras cinco años, reconocen condiciones desfavorables en el gremio cultural. Rectificación en la Ley del Trabajo ofrece mejoras para el sector.

Jaime Chabaud Magnus
Ciudad de México /

Se los dijimos desde antes de iniciar el sexenio pero se tardaron cinco años en descubrirlo: “En el dictamen elaborado por la Comisión del Trabajo, que encabeza el senador de Morena Napoleón Gómez Urrutia, se establece que se trata de un gremio que enfrenta condiciones de precariedad, porque en su mayoría no cuentan con estabilidad en el empleo ni seguridad social, ya que más de 50 por ciento laboran de forma independiente.” (La Jornada, 19 de febrero). Luego de llamarnos, una vez ganadas las elecciones y tomada la primera investidura, fifís, mantenidos, parias del Estado; pareciera haber una rectificación de los propios morenistas. Las modificaciones a la Ley del Trabajo, en materia de contratos, vienen bien a un sector siempre maltratado por sus contratantes que en alto porcentaje son los propios organismos culturales del Estado en sus tres niveles de gobierno. 

El enorme descubrimiento de la Comisión de Trabajo de la Cámara de Senadores que encabeza Napoleón Gómez Urrutia es que los artistas vivimos en la miseria. Medir a los artistas económicamente (cineastas, actores de tele, artistas plásticos y demás exitosos y cotizados en millones de dólares, incluso) le dio la autoridad para sentenciar que no éramos sujetos de trabajo si no era en las líneas estrechas que marcara su Cuarta transformación. Por cierto, nadie necesitaba Los Pinos para asegurar la paridad en acceso cultural. Ante tantas carencias para un país donde 90% de sus conciudadanos no ha tenido acceso a su derecho constitucional a la cultura, es indignante la asignación de 3 mil millones por año para semejante despropósito. ¿Alguien ya midió cuánto cuesta cada visitante a Los Pinos anualmente?

Lo cierto es que faltan mediciones reales de la erosión al ecosistema cultural de este país en lo que va de este gobierno. ¿Cuántas microempresas o emprendimientos culturales desaparecieron en estos cinco años (teatros, galerías, editoriales, escuelas de artes, centros culturales, librerías)? De verdad, urge un censo de todas las iniciativas civiles asfixiadas por el aparato oficial.


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