El futuro ya pasó y ninguno de nosotros se dio cuenta. O quizá —opina el músico y productor Eduardo Cabra, mejor conocido como Visitante— “estamos viviendo una distorsión que debería tener otro nombre”.
Cabra, quien durante años ha sido director musical de Calle 13, no sólo ostenta el deslumbrante título de productor con más nominaciones y premios en la historia de los Latin Grammy, también es una de las mentes más curiosas y experimentales de la industria musical en años recientes.
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Su nuevo proyecto, una colaboración con su colega dominicano Vicente García, se llama Trending Tropics y es un espécimen raro que nunca antes había registrado avistamientos.
La propuesta es una convergencia de estilos y tradiciones, que le guiña a los ritmos afrocaribeños mientras explora las nuevas técnicas de grabación.
El dúo Cabra-García, que presentará Trending Tropics este 6 de noviembre en un showcase a las 20:00 horas en el Foro Indierocks, convocó a una docena de colaboradores: Li Saumet —vocalista de Bomba Estéreo—, la rapera Ana Tijoux, el histórico guitarrista de David Bowie, Carlos Alomar, Pucho y Guille, de Vetusta Morla y Ziggy —hijo mayor de Bob Marley—, entre otros.
No obstante, ninguno de ellos será el núcleo del show en vivo. Ese papel le pertenece a Elle, un robot trípode con rostro de monitor —"sin rostro", puntualiza Cabra— y cuerpo de aluminio que por momentos se apodera del escenario.
¿Por qué un robot en el lugar de un lead singer? Porque el centro de Trending Tropics consiste en evocar la revolución tecnológica, exhibir a la sociedad distorsionada y reaccionar a la era virtual, porque “estamos viviendo una versión de bajo presupuesto de lo que nos vendieron que iba a ser el futuro”, dice Visitante en entrevista con MILENIO.
Pero —precisa— no se trata de una crítica, sino de una documentación.
“Hay una dependencia por el asunto tecnológico, pero como he dicho antes, si de repente explotara todo el sistema nosotros como humanos vamos pa’lante”.
Realmente lo que está tratando de proponer “El futuro ya pasó” ver el futuro como algo pasado. O sea que es pasado, presente, futuro y esto que estamos viviendo. Es otra manera de funcionar, otro concepto de vida. El futuro no es como nosotros teníamos conceptualizado que iba a ser.
—¿Nos ha decepcionado?
No llega a decepción. Más bien es que realmente no sabemos a dónde vamos.
—Es un álbum con el que recorrieron varios países, como si salieran de gira antes de lanzarlo. Viajar durante la producción es algo a lo que tú estás muy acostumbrado...
Nosotros pudimos hacerlo a distancia, grabar el track y enviarlo, pero la razón de los viajes fue para preservar lo orgánico y trabajar en equipo. Como son diez colaboraciones, queríamos mantener la misma frecuencia: música sin rostro en la época del selfie.
—¿Fue complicado tener una colaboración en cada canción?
Sí, porque no eran colaboraciones de ideas random. Eran colaboraciones de una idea concreta, había un marco, un camino. Ese era el desafío. Tratamos de que al final lo creativo fuera lo más orgánico posible.
—¿Cómo fue ese proceso? Te juntabas con Vicente, cada quién llevaba una idea...
Tomábamos una decisión de cómo iba a ser el bpm [pulsaciones por segundo, por las siglas en inglés] y ahí empezamos a fluir, a buscar ideas. Teníamos una estructura bastante tradicional y de ahí empezamos a discutir y hacíamos el acercamiento con los colaboradores.
—¿Las letras venían después?
Casi siempre era la música primero. Vicente tira unas líneas melódicas muy buenas, increíbles. A veces dejamos el coro abierto para que lo hiciera una persona. Dábamos una primicia, un camino y la idea de la letra.
—Eres un músico con mucha curiosidad por experimentar, siempre estás pensando en lo que sigue, ¿cuándo descansas?
No descanso. Me encanta el trabajo, me encanta la música. Tengo que buscar balance, sacar tiempo para lo personal, que es una complicación. Pero sí es una emoción: conectar con la gente y trabajar en equipo es una encrucijada. Cuando lo logras, trae muchas satisfacciones. Entonces, soy adicto a eso.
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