Al nombrar a Luis Videgaray como titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, el presidente Enrique Peña pone a México a disposición de Donald Trump. Lo que a algunos puede parecerles pragmático, una estrategia para suavizar los castigos que el mandatario estadunidense asegura que impondrá: construir el muro, poner impuestos sobre las exportaciones de México, deportar a indocumentados y retener remesas.
Pero doblegarse ante el mayor abusador, que ahora será el hombre más poderoso del planeta, para que nos tenga compasión, es tan contraproducente como la táctica del presidente de gritarle al señor Trump que “no vamos a pagar el muro”. Los bullies no tienen compasión. Solamente piensan en sí mismos y aunque México no puede ponerse al tú por tú con los gringos, no somos tan enclenques, tenemos con qué negociar.
Los puntos de conveniencia mutua son varios: la integración de nuestras economías, la creación de empresas y empleos en los dos países y la seguridad de la frontera para frenar el tráfico ilícito de armas, drogas y personas.
Cualquiera de estos puntos de mutua conveniencia puede usarse como munición para detener a Trump: tú nos quitas allá, nosotros te quitamos acá. Además, México tiene gran ventaja. Puede apoyarse en la comunidad hispana de Estados Unidos. Una población que México no consideraba hasta hoy en sus negociaciones, sobre todo porque nuestros diplomáticos parecen conocerla poco.
Aquí algunos importantes datos sobre el tema.
Hay 25 millones de México-estadunidenses que nacieron en esa nación, y de los 12 millones que son inmigrantes, más de la mitad son residentes legales. Es decir, hoy los indocumentados representan solamente el 16 por ciento de esta población.
Aunados a los hermanos latinoamericanos que residen en gringolandia, (cuya porción de indocumentados es similar a la mexicana), la comunidad latina del país vecino suma más de 57 millones de personas, representando 18 por ciento de la población de EU. Y con o sin inmigración seguirá creciendo a grandes pasos. Ya desde hace 15 años su principal fuente de crecimiento son los nacimientos.
No, no solo importa que sean casi la quinta parte de la población estadunidense. En siete años serán una quinta parte de su fuerza laboral.
Y ojo. Recientemente, Latino Decisions, líder en la investigación de la opinión política de los hispanos, informó que, al contrario de lo que señalaban las cifras de las encuestas de salida, el voto hispano claramente mostró su rechazo por Trump. Reveló que la decisión de votar por el Partido Demócrata tuvo mucho que ver con la hostilidad del candidato republicano hacia los migrantes y hacia los hispanos. Y los resultados fueron contundentes: 79 por ciento de los hispanos votó contra el empresario; esta cifra fue mucho más alta si se considera a los cubanos reaccionarios de la Florida (que pronto no contarán porque la mayoría son de edad avanzada).
Además, los hispanos no están solos, la mayoría de la población de este país también rechaza a Trump y se opone a su proteccionismo económico; y aunque no está entre sus prioridades, también rechaza el racismo y el muro, e incluso, está a favor de una reforma migratoria.
México debe entablar alianzas con los estadunidenses hispanos y no hispanos, con sus congresistas, con sus intelectuales, con sus empresarios, con sus trabajadores y con todos aquellos que comparten nuestras metas. Es lo honorable y además, lo conveniente.
Debe esperarse lo peor de Trump. No debemos quedarnos de brazos cruzados y tampoco someternos.