Si piensas que San Miguel de Allende, Guanajuato, es un lugar perfecto para el romance por su infraestructura turística, bellas artesanías y calles coloniales inmaculadas, pero que tal vez es demasiado ruidosa y llena de gringos, te tengo una sorpresa: a un poco más de 40 kilómetros de ahí, en mitad del paisaje desértico de Guanajuato, hay un pequeño pueblo fantasma que tiene todo eso pero, además, quietud, misterio y romance. Se trata de Mineral de Pozos, un sitio escondido que a partir de que fue declarado pueblo mágico en 2012 ha recuperado el esplendor colonial que perdió en casi 100 años de abandono.
Un poco de historia
A finales del siglo XVI los jesuitas emprendieron la evangelización de la zona, construyendo pequeños templos (como las capillas de San Antonio de Padua y de la Misericordia) cuyos muros, aunque hoy en ruinas, continúan hablando de un pasado suntuoso, tal como la elegante parroquia neoclásica de San Pedro, que engalana la plaza central frente al quiosco, desde el siglo XVIII. De los inicios de Pozos datan las instalaciones de la hacienda minera Santa Brígida (imagen emblemática de la localidad con sus tres antiguos chacuacos de piedra). La riqueza de beneficios de oro, plata y mercurio, como El Triángulo y Cinco Señores llegó a ser tan grande en la época porfiriana que justo aquí, a medio desierto, se instalaron tiendas de raya “de primera clase” y varios almacenes de lujo, como es el caso de la primera sucursal de Fábricas de Francia. El letrero original de La Fama, uno de estos establecimientos célebres que hoy vende artesanías, ropa y muebles, tiene como eslogan una frase elocuente: “Efectos nacionales y extranjeros”.
La Revolución, con su incertidumbre y los continuos saqueos ahuyentó a los empresarios de las haciendas mineras, y la inundación de cientos de kilómetros de túneles en 1926, durante una perforación a 400 metros de profundidad, acabó por hacer incosteable la minería. Un pueblo que llegó a conocer el esplendor y a albergar 60 mil personas se quedó vacío de pronto.
¿Qué hacer?
Hoy en Pozos hay media docena de hoteles boutique con precios accesibles y amenidades espectaculares como jacuzzis exteriores y servicios de SPA. El pueblo está limpio y luce con dignidad sus antiguas calles empedradas y muros de adobe. Hay guías de turistas e incluso empresas que ofrecen caminatas, cabalgatas o paseos en bicicleta de montaña a través del desierto para visitar los restos de las antiguas haciendas de beneficio. Incluso es posible recorrer algunos metros en el interior de los túneles que no se encuentran inundados. Para los amantes de los aromas, es posible también visitar un rancho que se dedica al cultivo y beneficio de la lavanda (www.lavendarfarmsofpozos.com).
Además de festivales de música (como el de reggae, el de jazz y el del mariachi) hay dos momentos del año en que este pueblo fantasma se llena de gente proveniente de todo el mundo: Uno de ellos es el llamado “de la Toltequidad”, cuyo tema es la cultura prehispánica, ya que aquí se encuentra una de las mejores fábricas de instrumentos prehispánicos de México (El Venado Azul, azulvenado@hotmail.com). El otro es el Festival Internacional de Cine Independiente, el cual llena de este arte, por una semana, las silenciosas y estrelladas noches de este pueblo que sirvió de escenario para una docena de películas, entre las que se cuentan Pedro Páramo (de Carlos Velo, con John Gavin e Ignacio López Tarso, 1966) y las series de televisión La dueña y Pancho Villa (con Antonio Banderas).
El mejor hotel
Mi favorito es Su Casa. Está repleto de preciosos detalles. Las sábanas son de algodón de mil hilos. Hay tapetes hermosos por donde quiera que se camine. En el jardín, cuidado de manera impecable y repleto de flores y cactus, hay esculturas móviles hechas de hierro y piedras semipreciosas, elaboradas por Arturo Cabrera, un artista local. Cada habitación es distinta y tiene obras de arte en los rincones más insólitos. La vajilla es de cerámica de Ken Edwards Pottery. Como la dueña, una sueca llamada Eva Axelsson, diseñaba lámparas, la iluminación es algo espectacular. No dudes en pedir que enciendan el jacuzzi exterior y te lleven una botella de vino para compartir con tus amigos la caída del atardecer. Acepta mascotas. Aprovecha que el desayuno está incluido en la tarifa. Difícilmente encontrarás uno mejor en todo Guanajuato.
El mejor SPA
El hotel Casa Diamante cuenta con un original SPA con tratamientos corporales a base de la cerveza artesanal Vopper, que se produce ahí. La alberca se comunica con el jacuzzi colectivo del bar, el cual está situado frente a una megapantalla. Entre las siete habitaciones destaca su máster suite Arcángel, la cual parece un amplio departamento con vestidor, antesala y jacuzzi privado exterior (ideal para tu luna de miel).
(www.hotelboutiquecasadiamante.com)
De mochilazo
Algunos particulares están habituados a brindar alojamiento a los viajeros. Es el caso de La Casa del Venado Azul, la cual ofrece, además, experiencia de temazcal propio y talleres de fabricación de instrumentos prehispánicos. La Posada Valerio y la Posada Esperanza son de las más antiguas y tradicionales del lugar; tienen habitaciones privadas acondicionadas e invitan a los huéspedes a sentarse a su mesa. Precios a partir de 300 pesos por noche.
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Comer, beber y amar
Si eres aventurero, no dudes en probar manjares prehispánicos e insectos y beber colonche, que es un fermentado de tuna, en el restaurante Los Escamoles, en la calle Centenario, o en el Centro Agroecológico Mina San Rafael. Por la noche busca los bares Mr. Cactus y El Fénix.
Guía turístico: Daniel Arvizu (Facebook, tel. 468 104 9164)
Información adicional: