“Yo soy descendiente de la reina de Saba”, le dijo una mujer a Laura Restrepo, mientras caminaba por el desierto junto a una larga fila de migrantes que traspasan fronteras, con el dolor a cuestas y sus fantasmas detrás. Ahí, en medio de la nada, la prestigiosa escritora colombiana supo que tenía una novela que contar: Canción de antiguos amantes (Alfaguara).
La periodista hizo un viaje invitada por Médicos Sin Fronteras para conocer su trabajo en Yemen, Etiopía y la frontera somalí. Siete años después todo terminó en un libro de gran aliento que mezcla la realidad con la ficción en distintos tiempos y “casi en un futuro post atómico”, dice.
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“Pensé en escribir un libro que se parece al fin del mundo, porque la situación allá es crítica por la sequía, la guerra, la hambruna, y creí que sería muy distinto a lo que pasa en el resto del mundo, pero comenzó la pandemia. Esto es un símbolo de lo que vamos a vivir en todas partes. Allá simplemente se anticipó un poco y no veo a gobiernos decididos, veo un sistema económico que no va a permitir un cambio en la economía, en el consumo o que impida el desgaste ambiental”, explica Restrepo (Colombia, 1950).
Tragedia y grandeza
Canción de antiguos amantes transcurre en la geografía de lo que alguna vez fue el reino de Saba, gobernado por una mujer poderosa que aparece en la Biblia y el Corán, muy bella, poderosa, peligrosa y con algunas profecías del fin del mundo.
“Le preguntas a las mujeres su nombre y contestan: 'Yo soy descendiente de la reina de Saba, la que viene de una tradición milenaria soy yo'. Ahí es cuando se anuda el mito con la realidad y nació la novela, que trata de respetar esa mezcla extraña de lo mítico y lo real.
“Yo creo que a los mitos tenemos el derecho de revivirlos como lo sientas, para eso están, y si los pueblos no lo retoman se mueren. Puse (a la reina) como un bello monstruo, una mezcla de animal humano que no se sabe si está viva o muerta para darle la fuerza que uno siente en esas mujeres que te platicaba, son valientes, también feroces y caminan por el desierto”.
Canción de antiguos amantes es una novela sobre la búsqueda de la reina de Saba, en una historia que no tiene tiempo, no corre de manera cronológica y es más un viaje por la profundidad de tierras insospechadas entre el dolor, el amor y la guerra.
“Tiene una mezcla muy real que son esos heridos de guerra, sangre, muerte, pero al mismo tiempo tiene el trasfondo mítico. Yo siento que, cuando se les despoja a los caminantes, a los peregrinos, del mito que tienen detrás de su búsqueda del grial quedan reducidos a nada, parecen pobres miserables huyendo del hambre. y lo que quise fue darles una caja de resonancia para que su historia tuviera la importancia que realmente tiene”, agrega.
Restrepo quiere que el lector entre en un viaje en el tiempo y en el espacio. “Y por la tragedia humana pero también en la grandeza y en la capacidad de resistencia. Al mismo tiempo hay una parte dulce que son las historias de amor dentro de una cultura islámica con un montón de cosas diferentes y terribles, pero con la ansiedad de proteger a la familia, como nosotros”.
Aunque la historia parece muy lejana, Restrepo asegura que es parecida a la historia de nuestros pueblos, Latinoamérica. “Es el mismo río de migrantes que atraviesa Centroamérica, el Mediterráneo, donde muchos se ahogan o atraviesan los desiertos, con la violencia, el sufrimiento y la resistencia. son los mismos, somos los mismos”.
Laura Restrepo hace un paralelismo entre Colombia y México con la población yemení, los migrantes y la búsqueda de un futuro: “Una población como la yemení, que está al borde de extinguirse y la siguen bombardeando y la humanidad no se entera. ¿Cuántos somos los que estamos así? Países como México y Colombia, reventados por la guerra contra las drogas que se inventaron en Norteamérica y nos han quebrado el alma como nación, ¡un millón de latinoamericanos asesinados! Una cosa que no ha servido porque el tráfico de drogas está más grande hoy que nunca”.
¿El amor es lo único que podría salvarnos?
El amor nos salva y la solidaridad. Esos grandes organismos humanitarios en medio de la magnitud del desastre y los muchachos y muchachas que están ahí, enamorados de su trabajo y jugándose la vida por ayudar a la gente, es muy lindo de ver y eso, también, amerita una y mil novelas.
DAG