Existe una alta probabilidad de que se rescate la Capilla de la Medalla Milagrosa que se encuentra en San Juan de Dios. “Vamos por la Capilla de la Medalla Milagrosa. Un monumento histórico es propiedad federal, tendremos una reunión con los actuales propietarios que hasta el momento han manifestado su buena voluntad para que nos la cedan”, según anunció Humberto Carrillo Ruvalcaba, delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Jalisco, quien agregó que buscarán el apoyo del alcalde tapatío Enrique Ibarra Pedroza para que interceda con locatarios y pueda accederse al edificio que quedó atrapado en el corazón de la manzana que circundan las calles de Obregón, José Antonio Torres, Cabañas y Gigantes.
Carrillo Ruvalcaba detalló que también hay buena disposición por parte de algunos representantes de la Arquidiócesis de Guadalajara para que en la capilla se reactive el culto religioso.
Algunos comerciantes de la manzana mencionada dicen desconocer dicha capilla, comentan que no hay acceso. Desde 2016 asociaciones civiles y algunos políticos han señalado que el estado en que se encuentra dicho inmueble es deplorable y han propuesto que se libere y se restaure.
En la columna VESPERAL titulada La pedacera del patrimonio edificado en Guadalajara, publicada el 27 de agosto de 2016 por Tomás de Híjar Ornelas se señala que un ejemplo de la destrucción sistemática de Guadalajara es la Capilla de la Medalla Milagrosa, “condenada a perderse para siempre si sus propietarios actuales no reaccionan para hacer algo distinto a lo que hasta ahora vienen haciendo: tapar los bajantes de las bóvedas del inmueble, construido hace poco menos de un siglo por el notabilísimo ingeniero Luis Ugarte Vizcaíno, para que se caiga”.
De Híjar Ornelas rememora que el terreno lo donó a fines del siglo XIX María de Jesús Pérez; la construcción y el conjunto pastoral del templo lo promovió la Congregación de la Misión, encabezada por el presbítero Patricio Ataún, destinándola a la atención de las muchas miserias humanas que había y hay en el populoso barrio de San Juan de Dios. El inmueble se inauguró en 1925, pero poco después lo clausuró el gobierno callista. Reabrió sus puertas en 1929, tan sólo cuatro años pues en 1933, el gobierno de Abelardo L. Rodríguez, a las órdenes de Calles, lo confiscó mediante decreto presidencial para convertirlo en la Casa del Obrero Mundial de Guadalajara; también fue usado como teatro y hasta los años 90 como salón de juntas de la CROC. Uno de sus últimos propietarios fue Felipe Márquez Rodríguez.
De Híjar Ornelas, también destaca en su texto que “el lamentable estado del recinto” puede observarse en videos e imágenes de la página de Facebook: ‘Salvemos lo que nos queda de Guadalajara.
SRN